Bernard Madoff, lavando entre Nueva York y Londres

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En 2001, mucho antes de que cayesen Madoff y su esquema Ponzi de US$ 65.000 millones, Erin Arvedlund cuestionaba en “Barron’s” al financista. Al preguntarle cómo operaba, BM replicó “es una estrategia patentada y no puedo darle detalles”.

<p>Ahora la periodista da esos detalles en &ldquo;<em>Too good to be true</em>&rdquo;, libro publicado esta semana. En un adelanto, se explica el papel clave desempe&ntilde;ado por la oficina de Madoff en Londres y se pregunta por qu&eacute; JPMorgan Chase o Bank of New York tardaron tanto en notar que eran veh&iacute;culos involuntarios de fraudes en cadena.</p>
<p>En rigor, Londres empez&oacute; como algo legal, aunque amparado en la excesiva tolerancia de esa plaza, para tornarse con los a&ntilde;os en el punto donde los miembros de la familia ocultaban o lavaban sus fortunas personales. En 2008, una sola de las cuentas acumulaba unos US$ 230 millones. La cubierta se llamaba Madoff Securities International (MSI) y hab&iacute;a abierto en 1983. Los propietarios eran Bernard M., su esposa Ruth, sus hijos y un amigo de la casa, el contador Paul K&ouml;nigsberg.</p>
<p>La tecnolog&iacute;a comenz&oacute; pronto a ayudar, en forma de las computadoras m&aacute;s avanzadas fuera de Estados Unidos. Esto le permit&iacute;a a Londres operar cuando Estados Unidos no lo hac&iacute;a. Hasta 1989, en realidad, el mercado norteamericano no funcionaba fuera de hora, lo qu&eacute; s&iacute; hac&iacute;a el brit&aacute;nico.</p>
<p>Londres se transform&oacute; en banca familiar. Dado que tambi&eacute;n era extraterritorial, Madoff pod&iacute;a girar cientos de millones para cubrir transacciones falsas, generalmente no muy voluminosas. Los esquemas Ponzi requieren movimientos que no despierten sospechas, condici&oacute;n asimismo para lavar dinero.</p>
<p>Am&eacute;n de parientes consangu&iacute;neos y pol&iacute;ticos (sus cu&ntilde;ados, por ejemplo), estaba K&ouml;nigsberg. Lleg&oacute; a ser el m&aacute;ximo recaudador de los Madoff, mediante el fondo de cobertura (derivados) establecido en Nueva York en 1998. Un inversor, Steven Leber, radic&oacute; una demanda por cuatro millones en Florida contra el estudio contable K&ouml;nigsberg Wolf &amp; Co. Leber sostiene que su titular ofrec&iacute;a actuar como acceso a Madoff y para ello le pidi&oacute; aquella suma y un contrato con KW&amp;Co.</p>
<p>Este tipo de maniobras era una forma de remunerar a K. por sus servicios sin que el dinero fuera detectable por las autoridades reguladoras. A trav&eacute;s de la dupla MSI-KW&amp;co., se recompensaba generosamente a cualquiera y no quedaban rastros. En 1999, por ejemplo, los directores de Londres percibieron emolumentos por unos US$ 800.000, aunque el negocio hab&iacute;a declarado utilidades por apenas 130 millones.</p>
<p>Despu&eacute;s del arresto, Madoff sostuvo que su firma de valores legal estaba completamente separada de las sociedades il&iacute;citas. No obstante, ya desde 2001, los fondos iban y ven&iacute;an entre ambos dominios. Esto se mantuvo hasta la ca&iacute;da del estafador. El dinero se transfer&iacute;a regularmente v&iacute;a JPMorgan Chase y Bank of New York, que no parec&iacute;an notar nada raro. Madoff personalmente gir&oacute; y contragir&oacute; unos US$ 5.000 millones entre 2001 y 2008. As&iacute; muestran documentos de su propio fideicomisario, Irving Picard.</p>
<p>Empleados y operadores de MSI en Londres no cuestionaban esos giros ni otras transacciones. Al fin y al cabo, BM era el patr&oacute;n y se trataba de su dinero. Algunos de ellos &ndash;afirmaron- ni siquiera sospechaban que el magnate usaba su reducto brit&aacute;nico como central lavadora. Al igual que Carlo Ponzi en los a&ntilde;os 20, Madoff se ocupaba directamente de los negocios y, tal vez por ello, gran parte de aquellos US$ 65.000 millones no aparecen. <br />
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