Mario Monti, autoridad regional pro defensa de la competencia, anunció que puede continuar el salvataje. Poco antes, París se comprometía a que –en los próximos cuatro años- la empresa estatal se asociase con otras del sector privado en sus principales actividades.
Francia pretendía que el “elefante” siguiese intacto. Ahora, se abrirá a firmas o capitales de otros países; especialmente, de la Unión Europea. Por ejemplo, la alemana Siemens (desde hace tiempo interesada en Alstom). Todo esto, en un negocio –la industria pesada- donde, tras una ola de fusiones, quedan sólo gigantes como estas dos, Mitsubishi Heavy Industries, la norteamericana General Electric, la canadiense Bombardier o la india Tata.
El inestable gobierno que todavía encabeza Jean-Pierre Raffarin canta victoria, arguyendo que “Alstom sobrevivirá”. Pero este convenio implica un retroceso y la firma debe aceptar una estricta reorganización. Por otra parte, el acuerdo es poco claro, pues habla tanto de “asociación” como de “socios significativos” cuando, en realidad, la CE impone una limitación clave: Alstom precisará permiso si quiere alianzas con otras empresas estatales.
Por ende, el pacto excluye a Areva SA, una constructora de planta nucleares controlada por París. Hasta ahora, el gobierno presionaba para que esa firma absorbiese a Alstom. Por el contrario, ésta deberá desprenderse de activos adicionales por € 1.500 millones (10% de su volumen total).
En síntesis, Francia desiste de intervenir –inclusive financieramente- para salvar o favorecer sus empresas contra las normas del la UE. No obstante, ese gobierno virtualmente impidió la compra de la farmoquímica Aventis por parte de la suiza Novartis, con los mismos argumentos que han fracasado en el caso Alstom.
Mario Monti, autoridad regional pro defensa de la competencia, anunció que puede continuar el salvataje. Poco antes, París se comprometía a que –en los próximos cuatro años- la empresa estatal se asociase con otras del sector privado en sus principales actividades.
Francia pretendía que el “elefante” siguiese intacto. Ahora, se abrirá a firmas o capitales de otros países; especialmente, de la Unión Europea. Por ejemplo, la alemana Siemens (desde hace tiempo interesada en Alstom). Todo esto, en un negocio –la industria pesada- donde, tras una ola de fusiones, quedan sólo gigantes como estas dos, Mitsubishi Heavy Industries, la norteamericana General Electric, la canadiense Bombardier o la india Tata.
El inestable gobierno que todavía encabeza Jean-Pierre Raffarin canta victoria, arguyendo que “Alstom sobrevivirá”. Pero este convenio implica un retroceso y la firma debe aceptar una estricta reorganización. Por otra parte, el acuerdo es poco claro, pues habla tanto de “asociación” como de “socios significativos” cuando, en realidad, la CE impone una limitación clave: Alstom precisará permiso si quiere alianzas con otras empresas estatales.
Por ende, el pacto excluye a Areva SA, una constructora de planta nucleares controlada por París. Hasta ahora, el gobierno presionaba para que esa firma absorbiese a Alstom. Por el contrario, ésta deberá desprenderse de activos adicionales por € 1.500 millones (10% de su volumen total).
En síntesis, Francia desiste de intervenir –inclusive financieramente- para salvar o favorecer sus empresas contra las normas del la UE. No obstante, ese gobierno virtualmente impidió la compra de la farmoquímica Aventis por parte de la suiza Novartis, con los mismos argumentos que han fracasado en el caso Alstom.