Ahora, una fuerte subsidiaria de AIG quiere abandonar el grupo

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International Lease Finance Corp., la filial más redituables de American International Group (dislate que significa ”internacional norteamericano”), estudia escindirse. Es líder en alquiler de aviones con opción de venta, o sea “leasing”.

Directivos de la empresa tienen miedo de que los problemas de AIG acabe perturbando a ILFC. En particular su máxima autoridad, Steve Udvar-Házy. En rigor, la firma es la mayor compradora de aviones comerciales en el mundo y su negocio es, precisamente, el “leasing”, actividad donde la competencia es feroz.

La semana pasada, AIG –que conduce Martin Sullivan, tras la estrepitosa caída de Maurice Greenberg- declaró pérdidas por US$ 7.810 millones en el primer trimestre. Eso se debió a un grave error de cálculo, por parte de Sullivan y su equipo, en materia de instrumentos derivativos ligados a malas hipotecas. O sea, timba sobre timba.

Pero ILFC, que en ese mismo lapso ganó US$ 272 millones (41% respecto de un año antes), ha sido bajada de nota junto con su matriz por Standard & Poor’s y Fitch Ratings. Vale decir, pagan justos por pecadores. En esos mismos doce meses, la acción de AIG había retrocedido 43%. Ante ello, la junta directiva analiza, entra las alternativas, separarse de la aseguradora.

Este asunto seguramente explotará en la asamblea ordinaria del grupo, prevista para el miércoles 14. Udvar-Házy es un contrincante de cuidado. Como su amigo George Sörös, es un húngaro que escapó de la ocupación soviética en los años 50, fundó ILFC en los 70 y la vendió en los 80 pero sin perder el control operativo. Hoy cuenta con 900 máquinas por alrededor de US$ 50.000 millones y tal es su poder que, en 2006, Airbus modificó el mediano A350 debido a críticas del magyar. Ahora, puede sumarse a los accionistas que quieren despedir a Sullivan.

Directivos de la empresa tienen miedo de que los problemas de AIG acabe perturbando a ILFC. En particular su máxima autoridad, Steve Udvar-Házy. En rigor, la firma es la mayor compradora de aviones comerciales en el mundo y su negocio es, precisamente, el “leasing”, actividad donde la competencia es feroz.

La semana pasada, AIG –que conduce Martin Sullivan, tras la estrepitosa caída de Maurice Greenberg- declaró pérdidas por US$ 7.810 millones en el primer trimestre. Eso se debió a un grave error de cálculo, por parte de Sullivan y su equipo, en materia de instrumentos derivativos ligados a malas hipotecas. O sea, timba sobre timba.

Pero ILFC, que en ese mismo lapso ganó US$ 272 millones (41% respecto de un año antes), ha sido bajada de nota junto con su matriz por Standard & Poor’s y Fitch Ratings. Vale decir, pagan justos por pecadores. En esos mismos doce meses, la acción de AIG había retrocedido 43%. Ante ello, la junta directiva analiza, entra las alternativas, separarse de la aseguradora.

Este asunto seguramente explotará en la asamblea ordinaria del grupo, prevista para el miércoles 14. Udvar-Házy es un contrincante de cuidado. Como su amigo George Sörös, es un húngaro que escapó de la ocupación soviética en los años 50, fundó ILFC en los 70 y la vendió en los 80 pero sin perder el control operativo. Hoy cuenta con 900 máquinas por alrededor de US$ 50.000 millones y tal es su poder que, en 2006, Airbus modificó el mediano A350 debido a críticas del magyar. Ahora, puede sumarse a los accionistas que quieren despedir a Sullivan.

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