Yüan, rupia, etc., suben para desactivar tendencias inflacionarias

Un grupo de monedas de Asia oriental y meridional aumenta porque los bancos centrales elevan tasas para frenar inflación potencial. Sucede en China, India, Singapur, Vietnam, Taiwán, Surcorea, Tailandia y Malasia.

16 octubre, 2007

Hasta fin de setiembre, por ejemplo, la rupia india sube 12,6% contra el dólar y llega a los máximos nominales desde 1974. Mientras tanto, el yüan se ha incrementado 3,8% en nueve meses -el ritmo más intenso desde 2005- contra la canasta dólar-euro-yen.

Desde ese año, Beijing mantiene flotación sucia, o sea vía periódicos miniajustes. Por su parte, el dólar singapurés –no representa una economía física, sino financiera- ha alcanzado el pico en diez años tras la mayor alza mensual desde 2001. Cabe señalar, de paso, que la rupia es referente para las monedas de Nepal, Bangla desh y Ceilán.

Permitiendo esta repreciación, los países del área (que no es “Asia”, como está en boga decir, sino una parte de ella) buscan reducir los costos de importar hidrocarburos –de Asia occidental, por lo común-, mineral de hierro y cereales. Se trata de insumos claves para esas economías en desarrollo.

Existe un riesgo: encarecer tanto importaciones como bienes y servicios que se exportan (tercerización laboral, en el segundo caso). Verbigracia, en China el costo de vida subió 6,5% en agosto, el mayor ritmo desde 1997. En Singapur, esa misma estadística llegó al máximo en doce años y, en India, al punto más alto desde 2005.

En la inminente reunión ministerial, algunos miembros del Grupo de los 7 –entre ellos, Estados Unidos, Japón y Alemania- quizá propongan esfuerzos coordinados con un grupo de países orientales (China, India, Singapur, Surcorea) para elevar sus monedas. En realidad, lo que quieren es parapetar el dólar, cuyo retroceso perturba al euro. Fiel a sus amigos norteamericanos, el español Joaquín Almunia -asuntos monetarios, Comisión europea- salió a exigir que Beijing acelerase la pauta revaluatoria del yüan.

Según expertos de pensamiento monetarista, los emisores de Asia oriental y meridional hallan hoy que elevar tasas y colocar deuda pública ya no absorbe la liquidez generada por el alza de crudos o la mejoría de salarios. Nada dicen claro, de la compra masiva de deuda estadounidense por parte de China (US$ 40.000 millones mensuales) ni explican por qué semejante captación de papeles en dólares no frena el deterioro de la divisa alrededor del mundo. Lawrence Goodman, un analista de Bank of America, sostiene alegremente un contrasentido: “monedas orientales más fuertes comprarán menos dólares”. Alan Greenspan no es el único lírico en la materia.

El banco central chino ha subido cinco veces este año la tasa básica (a más de 7% anual) y su colega indio lo ha hecho siete veces en 2006/7. Entretanto, la oferta monetaria china en términos de M1 se expandió 18% sólo en el tercer trimestre. Durante 2006-7, los salarios indios habrán avanzado una media anual de 14,5%, la mayor de la zona.

Hasta fin de setiembre, por ejemplo, la rupia india sube 12,6% contra el dólar y llega a los máximos nominales desde 1974. Mientras tanto, el yüan se ha incrementado 3,8% en nueve meses -el ritmo más intenso desde 2005- contra la canasta dólar-euro-yen.

Desde ese año, Beijing mantiene flotación sucia, o sea vía periódicos miniajustes. Por su parte, el dólar singapurés –no representa una economía física, sino financiera- ha alcanzado el pico en diez años tras la mayor alza mensual desde 2001. Cabe señalar, de paso, que la rupia es referente para las monedas de Nepal, Bangla desh y Ceilán.

Permitiendo esta repreciación, los países del área (que no es “Asia”, como está en boga decir, sino una parte de ella) buscan reducir los costos de importar hidrocarburos –de Asia occidental, por lo común-, mineral de hierro y cereales. Se trata de insumos claves para esas economías en desarrollo.

Existe un riesgo: encarecer tanto importaciones como bienes y servicios que se exportan (tercerización laboral, en el segundo caso). Verbigracia, en China el costo de vida subió 6,5% en agosto, el mayor ritmo desde 1997. En Singapur, esa misma estadística llegó al máximo en doce años y, en India, al punto más alto desde 2005.

En la inminente reunión ministerial, algunos miembros del Grupo de los 7 –entre ellos, Estados Unidos, Japón y Alemania- quizá propongan esfuerzos coordinados con un grupo de países orientales (China, India, Singapur, Surcorea) para elevar sus monedas. En realidad, lo que quieren es parapetar el dólar, cuyo retroceso perturba al euro. Fiel a sus amigos norteamericanos, el español Joaquín Almunia -asuntos monetarios, Comisión europea- salió a exigir que Beijing acelerase la pauta revaluatoria del yüan.

Según expertos de pensamiento monetarista, los emisores de Asia oriental y meridional hallan hoy que elevar tasas y colocar deuda pública ya no absorbe la liquidez generada por el alza de crudos o la mejoría de salarios. Nada dicen claro, de la compra masiva de deuda estadounidense por parte de China (US$ 40.000 millones mensuales) ni explican por qué semejante captación de papeles en dólares no frena el deterioro de la divisa alrededor del mundo. Lawrence Goodman, un analista de Bank of America, sostiene alegremente un contrasentido: “monedas orientales más fuertes comprarán menos dólares”. Alan Greenspan no es el único lírico en la materia.

El banco central chino ha subido cinco veces este año la tasa básica (a más de 7% anual) y su colega indio lo ha hecho siete veces en 2006/7. Entretanto, la oferta monetaria china en términos de M1 se expandió 18% sólo en el tercer trimestre. Durante 2006-7, los salarios indios habrán avanzado una media anual de 14,5%, la mayor de la zona.

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