Wall Street y sus mitos a la medida del público

Las principales bolsas del modelo anglosajón –Nueva York, Londres-, intentan hacer creer que sus bancas y firmas de valores toman riesgos en beneficio del inversor físico e institucional. ¿Será así realmente? se pregunta un “blog” de Reuters.

18 septiembre, 2009

<p>En general, banqueros y operadores sostienen que mucho del capital apostado d&iacute;a a d&iacute;a por sus firmas implica negocios de grandes empresas, fondos jubilatorios o de cobertura, fideicomisos universitarios, etc. Contra la sapiencia convencional, las operaciones por cuenta propia representan apenas una m&iacute;nima parte del total en juego.<br />
&Uacute;ltimamente, los capitanes burs&aacute;tiles abusan del argumento para justificar su agresividad en materia especulativa. <br />
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&ldquo;Corremos riesgos &ndash;dicen y repiten- para nuestros clientes, no para nosotros&rdquo;. Esta explicaci&oacute;n ha tomado m&aacute;s vuelo porque las iras del p&uacute;blico y los pol&iacute;ticos se centran en la enormes utilidades de Goldman Sachs, JPMorgan Chase, Barclay&rsquo;s, Citigroup y otros sobrevivientes de un doble colapso que acaba de cumplir un a&ntilde;o, Lehman Brothers y Bear Stearns. <br />
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La idea de que los riesgos se encaran en favor de clientes, no de las propias entidades, parece hacer todo m&aacute;s palatable y menos peligroso. No obstante, persiste la imagen de que las bancas de inversi&oacute;n dedican tiempo y recursos a especular con acciones, bonos, materias primas o monedas. Ello les depara jugosas ganancias a las firmas y enormes bonificaciones a sus operadores.<br />
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Existen buenas razones para esa imagen. En particular, una: Wall Street o Londres no discriminan en sus estados contables entre fondos tomados o rendidos de transacciones propias o para clientes. Pero, igual, los banqueros consideran perfectamente l&oacute;gico definir gran parte de los riesgos como internos, no externos.<br />
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Por ejemplo, un fondo de cobertura (derivados) acude a una banca de inversi&oacute;n y le pide asistencia para adquirir una gran masa de acciones. Pero no desea pagar por encima de una suma dada y proyecta financiar parte de la transacci&oacute;n. Ello puede obligar a la banca a comprometer capital propio para tomar esos t&iacute;tulos en una serie de operaciones separadas, para no crear volatidad en la cotizaci&oacute;n de los papeles. <br />
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A efectos de no perder plata, la banca inversora puede entrar en una cantidad de transacciones en general ligadas a derivados. Todas estas maniobras buscan limitar o eliminar riesgos de p&eacute;rdidas para el cliente. Por lo com&uacute;n, estas transacciones secundarias har&aacute;n que la banca inversora abra series de operaciones para reducir su propia exposici&oacute;n a coberturas inestables.<br />
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Al cabo, lo que parec&iacute;a una simple orden del cliente para comprar acciones puede acabar en una interminable cadena de transacciones de la cual el cliente no tiene noticia alguna hasta que es demasiado tarde. Entretanto, para el banquero s&oacute;lo es parte del proceso para ejecutar la orden. No extra&ntilde;a que este tipo de operaciones represente considerables ingresos para la banca. Ahora bien, si las cosas marchan mal, el intermediario perder&aacute; dinero, lo cual evidencia los riesgos del proceso.<br />
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