Viene Rato, se ignora si para presionar o descomprimir tensiones

A fin de mes, llega el director gerente del FMI, durante una gira por el cono sur. Aunque se oponga a postergar vencimientos e insista en metas ya cumplidas o reformas diversas, parece un gesto para descongelar relaciones.

19 agosto, 2004

Por una parte, gente del gobierno, medios y observadores no vinculados a la campaña del dúo Nicola Stock-Hans Humel estiman que “si viene a Buenos Aires, no será a cara de perro. Para eso, le bastaría con no hacer escala”. Por la otra, los cuatro objetivos que le atribuye cierta prensa –avanzar en la reforma fiscal, la compensación bancaria, las tarifas y la salida del cese de pagos- vienen repitiéndolos desde hace meses Anne Krueger, primero, y luego Rodrigo Rato mismo.

Cabe apuntar que las metas segunda y cuarta hacen a bancos, rentistas y carteras inversoras del sector privado, cuya representación no figura en los estatutos del Fondo Monetario Internacional. Tampoco queda claro quiénes firman o si realmente existe la “carta de un grupo de viceministros financieros de la Unión Europeo”, de tenor similar. En ocasiones anteriores, se invocaba al Grupo de los 7 y nunca aparecieron esas misivas.

Hasta ahora, la única fuente identificada es Héctor Torres, representante argentino ante el FMI. La visita de Rato, sostuvo, “es positiva para rencauzar negociaciones, por ahora suspendidas hasta el canje de bonos en cese de pagos”. La agenda tentativa incluye conversaciones con Néstor Kirchner y Roberto Lavagna.

Probablemente, “comités de bonistas” y técnicos del Fondo presionen para que el superávit fiscal primario se destine a amortizar deuda externa. Pero la suma de $ 3.950 millones (unos US$ 1.310 millones), excedente de la estimación inicial “no alcanza para pagarle al organismo”. Según un trabajo del Centro de Implementación de Políticas Públicas (Cippec, o sea Rubén LoVuolo, un economista que pierde tiempo junto a Elisa Carrió), “si se cancelan vencimientos por US$ 1.450 millones, las cuentas quedarán en rojo”.

Con un lenguaje tan obscuro como el del Indec, el análisis puntualiza que “el presupuesto federal 2004 prevé ingresos por $ 62.015 millones y gastos por 59.710 millones. Eso deja unos $ 9.200 millones excluyendo interese de la deuda externa. Pero la recaudación del primer semestre llegó a $ 48.920 millones, 80% del total proyectado para todo el ejercicio”. Esa diferencia, como se ha señalado en este sitio, explica las presiones para elevar pagos a acreedores privados y reducir la quita propuesta por Argentina.

Por una parte, gente del gobierno, medios y observadores no vinculados a la campaña del dúo Nicola Stock-Hans Humel estiman que “si viene a Buenos Aires, no será a cara de perro. Para eso, le bastaría con no hacer escala”. Por la otra, los cuatro objetivos que le atribuye cierta prensa –avanzar en la reforma fiscal, la compensación bancaria, las tarifas y la salida del cese de pagos- vienen repitiéndolos desde hace meses Anne Krueger, primero, y luego Rodrigo Rato mismo.

Cabe apuntar que las metas segunda y cuarta hacen a bancos, rentistas y carteras inversoras del sector privado, cuya representación no figura en los estatutos del Fondo Monetario Internacional. Tampoco queda claro quiénes firman o si realmente existe la “carta de un grupo de viceministros financieros de la Unión Europeo”, de tenor similar. En ocasiones anteriores, se invocaba al Grupo de los 7 y nunca aparecieron esas misivas.

Hasta ahora, la única fuente identificada es Héctor Torres, representante argentino ante el FMI. La visita de Rato, sostuvo, “es positiva para rencauzar negociaciones, por ahora suspendidas hasta el canje de bonos en cese de pagos”. La agenda tentativa incluye conversaciones con Néstor Kirchner y Roberto Lavagna.

Probablemente, “comités de bonistas” y técnicos del Fondo presionen para que el superávit fiscal primario se destine a amortizar deuda externa. Pero la suma de $ 3.950 millones (unos US$ 1.310 millones), excedente de la estimación inicial “no alcanza para pagarle al organismo”. Según un trabajo del Centro de Implementación de Políticas Públicas (Cippec, o sea Rubén LoVuolo, un economista que pierde tiempo junto a Elisa Carrió), “si se cancelan vencimientos por US$ 1.450 millones, las cuentas quedarán en rojo”.

Con un lenguaje tan obscuro como el del Indec, el análisis puntualiza que “el presupuesto federal 2004 prevé ingresos por $ 62.015 millones y gastos por 59.710 millones. Eso deja unos $ 9.200 millones excluyendo interese de la deuda externa. Pero la recaudación del primer semestre llegó a $ 48.920 millones, 80% del total proyectado para todo el ejercicio”. Esa diferencia, como se ha señalado en este sitio, explica las presiones para elevar pagos a acreedores privados y reducir la quita propuesta por Argentina.

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