Una propuesta sobre hidrocarburos y crecimiento sostenido

“Aprovisionamiento de gas natural y diversificación de las fuentes primarias”, se titula un trabajo de Daniel Gustavo Montamat. A continuación, un resumen del estudio.

8 septiembre, 2006

En la oferta de 2004, el gas natural participaba con 50% sobre un total de 71,4 millones de toneladas equivalentes de petróleo (tep). Si se agrega el crudo, la ambas fuentes fósiles llega a 88%. De acuerdo con proyecciones del experto, la demanda presupone tasas de crecimiento sostenido del PBI entre 3 y 5%.

Hacia 2020, sobre una oferta primaria de energía que llega a 109 millones de tep en el caso base y a 140 millones en el caso alternativo, la participación relativa del gas natural se eleva a 55,8 y 59,7%, respectivamente. Entre petróleo y gas, las participaciones ascienden a 90,4% para el caso base y 92,6% para el alternativo.

Esta proyecciones asumen la elevación de la cota en Yacyretá y la terminación de la central nuclear Atucha II. La mayor dependencia del gas natural hace imprescindible la importación de volúmenes crecientes desde Bolivia y la reducción gradual de las exportaciones a Chile. La disponibilidad de gas en la zona y la necesidad de consolidar un mercado regional de energía no descarta la conveniencia de analizar y explorar alternativas de suministro primario que reduzcan la creciente dependencia de las fuentes fósiles.

A números de hoy, la diversificación de fuentes primarias es más costosa en inversiones, pero más compatible con el menú de opciones que requiere la seguridad de suministro y las tendencias en la evolución de combustibles fósiles. De US$ 1.814 millones anuales en necesidades de inversión (caso base) se pasa a 2.231 millones cuando se plantea la substitución de gas por otras fuentes primarias. En el caso alternativo, los requerimientos pasan de US$ 2.457 a 3.154 millones por año.

En escala mundial, la matriz de energía primaria proyectada para los próximos decenios seguirá también muy dependiente de fuentes fósiles. Se insinúa una sustitución intrafósil, donde el gas natural desplazará al carbón mineral como segunda fuente primaria después del petróleo. Pero el papel de los recursos renovables seguirá estando acotado y reservado, en su mayor parte, a la energía hidráulica y biomasa.

Sin embargo, no debe descuidarse el impacto que puede producir, tanto en preferencias de consumo como en tecnología de producción, la creciente inquietud global ante las consecuencias del calentamiento global (sequías, inundaciones, achicamiento de casquetes polares). La concentración de las mayores reservas petroleras en una “zona caliente” y el efecto invernadero asociado al paradigma dependiente de combustibles fósiles pueden precipitar una diversificación más rápida en fuentes primarias que la sugerida por proyecciones convencionales.

Los combustibles derivados de la biomasa, entre ellos los biocombustibles, los sintéticos a partir de gas o carbón, el hidrógeno generado por fuentes renovables -como la energía eólica- y el relanzamiento de proyectos nucleares e hidroeléctricos van a desempeñar papeles más significativos que los supuestos al extrapolar tendencias actuales.

El largo plazo en Argentina no puede imaginarse a contrapelo de la región y el mundo. La integración energética regional potencia opciones, optimiza inversiones y reduce costos. Pero la fiabilidad y la seguridad de suministro, en un mundo donde el paradigma fósil está sometido al fuego cruzado de la inestabilidad política y las demandas ambientales, imponen estrategias preventivas que promuevan una paulatina diversificación de las fuentes primarias.

En el planteo de escenarios, una restricción que cuenta con consenso entre actores del mercado argentino es la de no aumentar la participación del gas natural más allá de sus niveles actuales. Es decir, el fluido va a seguir siendo preponderante entre las fuentes primarias, pero sin superar el 50% de la oferta total. Por ende, habría que sustituir en los próximos diez años volúmenes crecientes de gas natural destinado a generación eléctrica. En el caso base (3%). aquéllos llegan a 7.000 millones de metros cúbicos/año (19,3 millones de m3/día). En el alternativo (5%) los volúmenes sustituidos alcanzan los 12.800 millones de m3/año (35 millones de m3/día).

La sustitución del gas natural como fuente primaria plantear la viabilidad técnica y económica de proyectos de generación eléctrica que desplacen potencia térmica que consume gas natural. En el caso base, la potencia instalada debe crecer unos 13.423 Mw (más de 800 por año). En el alternativo y hasta 2020, la potencia unos 15.928 Mw (995 por año). La sustitución exige proyectos hidroeléctricos por 4.100 Mw de potencia para el caso base y 7.500 Mw de el Caso alternativo.

En la oferta de 2004, el gas natural participaba con 50% sobre un total de 71,4 millones de toneladas equivalentes de petróleo (tep). Si se agrega el crudo, la ambas fuentes fósiles llega a 88%. De acuerdo con proyecciones del experto, la demanda presupone tasas de crecimiento sostenido del PBI entre 3 y 5%.

Hacia 2020, sobre una oferta primaria de energía que llega a 109 millones de tep en el caso base y a 140 millones en el caso alternativo, la participación relativa del gas natural se eleva a 55,8 y 59,7%, respectivamente. Entre petróleo y gas, las participaciones ascienden a 90,4% para el caso base y 92,6% para el alternativo.

Esta proyecciones asumen la elevación de la cota en Yacyretá y la terminación de la central nuclear Atucha II. La mayor dependencia del gas natural hace imprescindible la importación de volúmenes crecientes desde Bolivia y la reducción gradual de las exportaciones a Chile. La disponibilidad de gas en la zona y la necesidad de consolidar un mercado regional de energía no descarta la conveniencia de analizar y explorar alternativas de suministro primario que reduzcan la creciente dependencia de las fuentes fósiles.

A números de hoy, la diversificación de fuentes primarias es más costosa en inversiones, pero más compatible con el menú de opciones que requiere la seguridad de suministro y las tendencias en la evolución de combustibles fósiles. De US$ 1.814 millones anuales en necesidades de inversión (caso base) se pasa a 2.231 millones cuando se plantea la substitución de gas por otras fuentes primarias. En el caso alternativo, los requerimientos pasan de US$ 2.457 a 3.154 millones por año.

En escala mundial, la matriz de energía primaria proyectada para los próximos decenios seguirá también muy dependiente de fuentes fósiles. Se insinúa una sustitución intrafósil, donde el gas natural desplazará al carbón mineral como segunda fuente primaria después del petróleo. Pero el papel de los recursos renovables seguirá estando acotado y reservado, en su mayor parte, a la energía hidráulica y biomasa.

Sin embargo, no debe descuidarse el impacto que puede producir, tanto en preferencias de consumo como en tecnología de producción, la creciente inquietud global ante las consecuencias del calentamiento global (sequías, inundaciones, achicamiento de casquetes polares). La concentración de las mayores reservas petroleras en una “zona caliente” y el efecto invernadero asociado al paradigma dependiente de combustibles fósiles pueden precipitar una diversificación más rápida en fuentes primarias que la sugerida por proyecciones convencionales.

Los combustibles derivados de la biomasa, entre ellos los biocombustibles, los sintéticos a partir de gas o carbón, el hidrógeno generado por fuentes renovables -como la energía eólica- y el relanzamiento de proyectos nucleares e hidroeléctricos van a desempeñar papeles más significativos que los supuestos al extrapolar tendencias actuales.

El largo plazo en Argentina no puede imaginarse a contrapelo de la región y el mundo. La integración energética regional potencia opciones, optimiza inversiones y reduce costos. Pero la fiabilidad y la seguridad de suministro, en un mundo donde el paradigma fósil está sometido al fuego cruzado de la inestabilidad política y las demandas ambientales, imponen estrategias preventivas que promuevan una paulatina diversificación de las fuentes primarias.

En el planteo de escenarios, una restricción que cuenta con consenso entre actores del mercado argentino es la de no aumentar la participación del gas natural más allá de sus niveles actuales. Es decir, el fluido va a seguir siendo preponderante entre las fuentes primarias, pero sin superar el 50% de la oferta total. Por ende, habría que sustituir en los próximos diez años volúmenes crecientes de gas natural destinado a generación eléctrica. En el caso base (3%). aquéllos llegan a 7.000 millones de metros cúbicos/año (19,3 millones de m3/día). En el alternativo (5%) los volúmenes sustituidos alcanzan los 12.800 millones de m3/año (35 millones de m3/día).

La sustitución del gas natural como fuente primaria plantear la viabilidad técnica y económica de proyectos de generación eléctrica que desplacen potencia térmica que consume gas natural. En el caso base, la potencia instalada debe crecer unos 13.423 Mw (más de 800 por año). En el alternativo y hasta 2020, la potencia unos 15.928 Mw (995 por año). La sustitución exige proyectos hidroeléctricos por 4.100 Mw de potencia para el caso base y 7.500 Mw de el Caso alternativo.

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