¿Un auge de metales y otros insumos primarios a punto de licuarse?

Mientras ciertos gurúes proclaman que las materias primas viven un ciclo alcista inédito en cincuenta años, analistas serios señalan que eso, en todo caso, se reduce a hidrocarburos. El resto muestra señales de diluírse.

24 mayo, 2006

En realidad, ni hubo auge indiferenciado ni los signos de retroceso alcanzan a todos los rubros en igual grado. Sea como fuere, antes del achatamiento sufrido la semana pasada –el más acentuado en veinticinco años, de paso-, el alza de costos alcanzó a insumos industriales como cobre, hierro, aluminio, aceros, paladio y una larga lista. El aumento (38,8%) en la oferta de Mittal Steel por Arcelor subraya el fenómeno.

Steve Roach, el eterno pesimista de Morgan Stanley, señala en reciente informe a clientes que “las burbujas de activos vienen dominando los mercados especulativos desde hace seis años. Hoy se vive otra, ahora en productos primarios, que también se pinchará y sólo resta ver cuándo”. Roach detecta en insumos una curva similar a la de las puntocom en 1996-2000, por lo cual el punto de inflexión debe estar cerca.

Pese a esporádicas reacciones esta semana, oro, plata y cobre ya no están en los máximos de hace unos diez días, aunque sigan caros en términos nominales. Por otra parte, la demanda se mantiene firme en China e India pero, por si solas, ambas economías en desarrollo no pueden sostenes burbujas.

En otro informe reciente, David Rosenberg (Merrill Lynch) recomienda a Shanghai, Hongkong, Singapur, Taipéi y Kuala Lumpur “empezar a levantar más rascacielos, día a día, si quieren mantener el auge de cobre, acero y aluminio”. Era un chiste, claro. Pero aludía al parate que viene mostrando la construcción en Estados Unidos, donde su propia burbuja data de 2001 y hoy la amenaza el incremento de tasas.

Tanta volatilidad en insumos primarios le plantea un problema a los bancos centrales mayores, en particular a la Reserva Federal, que trata de determinar si frena –o no- los ajustes periódicos a tipos básicos. Por el momento, la respuesta es negativa. Naturalmente, Wall Street teme que seguir elevando intereses podrían ahogar la modesta recuperación de la economía norteamericana. Pero, al mismo tiempo, el mercado –esclavo de su anacrónico monetarismo neoclásico- sospecha que, si la RF deja de aumentar tasas, la inflación o su fenómeno paralelo, la estanflación, podrían salirse de control. Ello afectaría el crédito de la RF ante los operadores.

Pero los vaivenes en insumos primarios podrían hacer peligrar el equilibrio entre crecimiento e inflación. Según apunta Roach, “hasta el momento, quienes manejan políticas monetarias ha podido sofrenar el alza de precios reales, pero esa guerra ya está en el pasado. La Reserva Federal debiera admitir que su obsesión por el crédito barato, dejando de laso los tipos referenciales, genera burbujas cíclicas”. Así objetaron en 2003/4 varios economistas serios, cuando Alan Greenspan lanzó su extraño “fundamentalismo optimista” –ideada en realidad por Benjamin Bernanke-, para facilitar la reelección de George W.Bush, a costa de su propio prestigio como cancerbero de la ortodoxia.

En realidad, ni hubo auge indiferenciado ni los signos de retroceso alcanzan a todos los rubros en igual grado. Sea como fuere, antes del achatamiento sufrido la semana pasada –el más acentuado en veinticinco años, de paso-, el alza de costos alcanzó a insumos industriales como cobre, hierro, aluminio, aceros, paladio y una larga lista. El aumento (38,8%) en la oferta de Mittal Steel por Arcelor subraya el fenómeno.

Steve Roach, el eterno pesimista de Morgan Stanley, señala en reciente informe a clientes que “las burbujas de activos vienen dominando los mercados especulativos desde hace seis años. Hoy se vive otra, ahora en productos primarios, que también se pinchará y sólo resta ver cuándo”. Roach detecta en insumos una curva similar a la de las puntocom en 1996-2000, por lo cual el punto de inflexión debe estar cerca.

Pese a esporádicas reacciones esta semana, oro, plata y cobre ya no están en los máximos de hace unos diez días, aunque sigan caros en términos nominales. Por otra parte, la demanda se mantiene firme en China e India pero, por si solas, ambas economías en desarrollo no pueden sostenes burbujas.

En otro informe reciente, David Rosenberg (Merrill Lynch) recomienda a Shanghai, Hongkong, Singapur, Taipéi y Kuala Lumpur “empezar a levantar más rascacielos, día a día, si quieren mantener el auge de cobre, acero y aluminio”. Era un chiste, claro. Pero aludía al parate que viene mostrando la construcción en Estados Unidos, donde su propia burbuja data de 2001 y hoy la amenaza el incremento de tasas.

Tanta volatilidad en insumos primarios le plantea un problema a los bancos centrales mayores, en particular a la Reserva Federal, que trata de determinar si frena –o no- los ajustes periódicos a tipos básicos. Por el momento, la respuesta es negativa. Naturalmente, Wall Street teme que seguir elevando intereses podrían ahogar la modesta recuperación de la economía norteamericana. Pero, al mismo tiempo, el mercado –esclavo de su anacrónico monetarismo neoclásico- sospecha que, si la RF deja de aumentar tasas, la inflación o su fenómeno paralelo, la estanflación, podrían salirse de control. Ello afectaría el crédito de la RF ante los operadores.

Pero los vaivenes en insumos primarios podrían hacer peligrar el equilibrio entre crecimiento e inflación. Según apunta Roach, “hasta el momento, quienes manejan políticas monetarias ha podido sofrenar el alza de precios reales, pero esa guerra ya está en el pasado. La Reserva Federal debiera admitir que su obsesión por el crédito barato, dejando de laso los tipos referenciales, genera burbujas cíclicas”. Así objetaron en 2003/4 varios economistas serios, cuando Alan Greenspan lanzó su extraño “fundamentalismo optimista” –ideada en realidad por Benjamin Bernanke-, para facilitar la reelección de George W.Bush, a costa de su propio prestigio como cancerbero de la ortodoxia.

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