Tipo de cambio/inflación no harán exportar más

Aunque abra mercados -o la demanda de productos crezca-, Argentina tendrá que incrementar su capacidad productiva y mejorar la tasa de inversión para abastecer una eventual expansión.

22 abril, 2014

Para recuperar la capacidad exportadora deberían mejorar el marco de referencia para los actores económicos y las políticas externas, que han abandonado hasta la fecha acciones tendientes a la mejora en las condiciones de acceso de productos argentinos a diversos mercados (negociaciones internacionales) y no mantienen la efectividad de las tareas de promoción internacional, indica Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), en su informe 96.

 

La Argentina exhibe, en los últimos años un decaimiento de la tasa de inversión y esto afecta la capacidad de generar una oferta exportable competitiva.

 

En realidad, las exportaciones argentinas se habían visto favorecidas por diversas causas entre 2003 y 2008.

 

En estas razones se pueden incluir desde la capacidad instalada ociosa existente (y un actualizado stock de capital para la época en numerosos sectores, aunque ocioso por la recesión previa), incluyendo los beneficios propios de una reciente devaluación anterior, pasando por el alza de los precios internacionales, incluyendo un marco de referencia política, económica y normativa más amigable que el actual (aunque también afectado entonces por algunas decisiones controvertidas), hasta una razonable tasa de inversión que acompañaba el proceso de alza de las ventas externas, analiza DNI.

 

Ello generó incluso que sectores no tradicionales comenzaran a tener una participación en el total de exportaciones mayor que el histórico (los 5 sectores más importantes de la oferta argentina en 2005 no llegaban a representar el 40% del total de las exportaciones, lo que implicaba que más del 60% estaba en manos de rubros con alta incidencia pyme y de productos no tradicionales; y hoy los 5 principales rubros exportables argentinos generan más del 50% del total). Pero hoy mucho de aquello observado a inicios del siglo nuevo se ha perdido.

 

En particular, una tasa de inversión robusta permite mejorar la capacidad absoluta de producción y generar más volúmenes que integran oferta exportable. Pero también una relevante participación de la inversión en el PBI alienta la planificación a futuro y lleva a elevar los estándares de calidad propios de una competencia internacional que requiere innovación, singularidad, calidad, eficiencia y adaptación a requisitos dinámicos.

 

Hoy, en Argentina, la tasa de inversión es baja y declinante y no acompaña la posibilidad de mayor inserción comercial internacional.

 

Un aspecto a considerar al respecto es el de la capacidad instalada ocupada de la economía.

 

Mientras el nivel general está (a fines de 2013) en un 75% pero supo estar cerca del 80% en el último bieño, muchos sectores transables industriales están (a fines de 2013) por encima de ese nivel del 75% (los químicos en un 78%, el de los plásticos también en un 78%, los minerales o metálicos en un 88%, mientras que los alimentos y bebidas están en niveles parecidos al promedio general). Cualquiera de todos esos niveles es demasiado alto para que las empresas generen proyectos nuevos internacionales si no se cuenta con una creciente tasa de inversión.

 

Claro que la baja tasa de inversión no se refiere solamente a la capacidad física sino también a aspectos cualitativos (productividad, valor agregado, innovación, diferenciación). Por eso es de valor a la vez analizar la incidencia de la productividad de la economía argentina.

 

Como se ha señalado, la evolución de las exportaciones ha sido menguante en los últimos años, tal como lo ha sido la de la tasa de inversión de la economía argentina. Y la baja productividad tiene consecuente incidencia en ello.

 

Como ha expresado Ariel Coremberg, la productividad, había tenido cierto rol, aunque modesto, en la fase positiva del ciclo económico de crecimiento de la década de 1990 (ocurrido antes de 1998; y a los efectos de la comparación es dable observar que la contribución de la productividad al crecimiento de la economía argentina desde 2002 en adelante resultó ser la mitad de la modesta contribución de la fase positiva del ciclo anterior (1990-1998), explicando sólo un 10% del crecimiento económico de los últimos años.

 

En los estos últimos años Argentina exhibe una pérdida de productividad y una baja actualización del stock de capital.

 

Por todo esto debe ser -lamentablemente- destacada la baja tasa de inversión (decreciente además últimamente) para entender una de las razones de la debilidad en las exportaciones.

 

Con la firma de su director general, Marcelo Elizondo, el informe de DNI señala que las exportaciones argentinas tuvieron una relevante alza desde el inicio del siglo XXI hasta 2008. Con subas interanuales de dos dígitos desde 2003 hasta 2008, llegaron a un crecimiento que implicó más que una duplicación. Sin embargo, desde 2009 en adelante la performance no fue igual.

 

En particular, últimamente no se ha repetido aquella performance por inestabilidades y oscilaciones (por caso: después de la gran caída de 2009 y la recuperación de 2010; 2011 fue el año de mayores exportaciones y ni en 2012 ni en 2013 se ha podido superar aquella cifra) y las exportaciones están en un techo del que no logran salir.

 

Diversas razones explican esta performance. Entre ellas podemos incluir las siguientes:

 

  • Inestabilidad en marcos de referencia normativo, político y económico
  • Alta complejidad de regulaciones crecientes y desalentadoras de proyectos productivos, comerciales y de inserción internacional.
  • Pérdida creciente de competitividad cambiaria
  • Deficiente oferta de financiamiento (bancario, extra bancario e inter empresario, y en el mercado de capitales)
  • Aislamiento internacional de Argentina, que dificulta el desarrollo de procesos virtuosos para empresas transfronterizas; y políticas exteriores controversiales que generaron dificultades para el desarrollo de procesos interactivos de inserción comercial para empresas argentinas
  • Alta presión fiscal
  • Creciente inflación
  • Agotamiento creciente de la infraestructura
  • Dificultad en el acceso a servicios necesarios para la producción y comercialización externa
  • Dificultad en el acceso a insumos y bienes de capital por cerrazón comercial externa
  • Virtual inexistencia de políticas de negociaciones comerciales internacionales para facilitar el acceso a mercados externos
  • Creciente pérdida de reputación argentina en el mundo

 

A la vez, en términos de generación de condiciones para una mejor inserción económica internacional, la Argentina debería plantearse como agenda futura:

 

  • Remover las condiciones distorsivas referidas en lo expuesto más arriba (en particular debe plantearse el logro de estabilidad y previsibilidad normativa, económica, política, en los precios y cambiaria; el aliento al financiamiento a la inversión; el inicio de programas de reforma y fortalecimiento de la infraestructura necesaria para la mejora en la competitividad; y la morigeración de la alta presión fiscal y tributaria)
  • Reducir o eliminar regulaciones, obstrucciones legales. administrativas y normativas que afectan procesos productivos y comerciales y garantizar estabilidad en la materia.
  • Poner en marcha políticas efectivas, virtuosas y con liderazgo, de integración y relación internacional virtuosa a través de alianzas estratégicas (especialmente con países complementarios, tanto en el mundo emergente como el desarrollado), y en particular a través de procesos negociatorios internacionales (en primer lugar dentro y a través del MERCOSUR y especialmente en las actuales negociaciones con la Unión Europea, pero en segundo lugar generando consensos internacionales para la integración en otros espacios -como por ejemplo la Alianza del Pacífico-).
  • Proceder a generar las condiciones jurídicas y políticas que permitan a Argentina generar acuerdos bilaterales con las economías más demandantes de los productos, bienes y servicios de potencial desarrollo en Argentina, y emisoras de inversiones que Argentina requiere
  • Proceder a la generación de marcos normativos económicos y políticos que alienten, dentro de mejoras en la tasa de inversión en la economía argentina, (en particular) la inversión extranjera directa en Argentina y la inversión de empresas argentinas en el exterior.
  • Crear un ámbito económico de simplicidad, previsibilidad y baja aleatoriedad.

 

 

La tasa de inversión es un elemento crítico

 

Además de lo antes expuesto (que refleja que el detenimiento en el alza de las exportaciones es “multi causado”), hay un elemento central que impide a la Argentina crecer en sus ventas externas.

 

El mismo es la baja tasa de inversión (que para sostener robustos procesos de crecimiento debería superar el 23/24% del PBI y hoy está debajo de ello).

 

La escasa tasa de inversión (pública y privada) limita la capacidad de generación de oferta exportable y ha llevado a la economía a trabajar con muy baja capacidad instalada ociosa y, además, lleva a las empresas a atender primordialmente la demanda doméstica, a la vez que por ello aleja a los actores económicos de la toma de decisiones “a más largo plazo”, plazo que es propio de los negocios internacionales.

 

De acuerdo con la CEPAL, el mayor dinamismo económico reciente en el mundo se ha dado en la región de Asia emergente, donde la tasa de inversión aumentó de un 27,8% en 1980 a cifras cercanas al 35% a mediados de los años noventa y que rondan el 40% en la actualidad.

 

Latinoamérica, por su parte, no es la región donde se han dado mayores tasas de inversión en los últimos tiempos en el mundo, pero la tasa de inversión promedio (promedio en el que ingresan países de muy diversa performance y que por ello incluye países de baja inversión) ha rondado 22% en los últimos tres años. Pero si se analizan las economías de mayor dinamismo (dignos de ser analizados) en nuestra región se advierte que en Chile la inversión ronda el 28% del PBI, en Colombia el 25% del PBI y en Perú el 29% del PBI en los últimos tres años. En Argentina, como se verá más adelante, la tasa es hoy muy menor a estos niveles.

 

año

Tasa de inversión (como formación bruta de capital) en relación al PBI (%)

exportaciones en miles de millones de dólares (redondeados)

tasa de crecimiento interanual (%)de las exportaciones

año 2004

18

35

15

año 2005

20

40

16

año 2006

23

47

15

año 2007

24

56

20

año 2008

25

70

25

año 2009

21

56

-20

año 2010

24

68

22

año 2011

26

84

23

año 2012

23

81

-3

año 2013

21

83

3

 

 

La secuencia anterior muestra l0 años. En los últimos 5 años, solo en dos la tasa alcanzó o superó el 24%. Y en los últimos seis años hubo tres años en los que descendió en comparación con el año anterior. Entre 2007 y 2012 la tasa no fue inferior al 24% salvo en el excepcional y recesivo 2009. Pero esto cambió desde 2011 hacia hoy.

 

En este cuadro ya exhibido y en ese lapso, las exportaciones (que se elevaron de modo relevante entre 2004 y 2008 y desde 2009 ingresaron en un movimiento inestable que se consolida con el estancamiento de los últimos tres años) se desaceleraron y mostraron en 2 de los últimos 5 años decrecimientos interanuales y desde 2011 no generan récords (en 2012 y 2013 las cifras fueron menores a las de 2011).

 

Así, las exportaciones están amesetadas, pero también y en simultáneo -como se expuso- es débil la performance de la tasa de inversión, que desde 2005 pareció comenzar a superar los efectos de la crisis de 2001/2002, pero perdió fuerza en los últimos años.

 

Esto dificulta la capacidad de atender demanda creciente en los mercados externos, especialmente considerando que la Argentina no tiene una oferta exportable dominada por un “monoproducto” de incidencia excluyente (como en otros países ocurre con los minerales o los combustibles) y cuenta con diversos productos en su canasta exportadora (la cadena sojera, la de mayor incidencia, explica alrededor del 25% del total), entre los que se hallan los granos y sus derivados, los alimentos y la bebidas elaborados, los aceites y grasas, las frutas (y jugos) y sus manufacturados, los productos industriales varios (automotores, máquinas y aparatos eléctricos y mecánicos y sus partes, plásticos, químicos, productos de la industria siderúrgica, etc.), los minerales y hasta energía.

 

Además, la baja en la tasa de inversión afecta no solo a los exportadores sino a sus cadenas de producción, abastecimiento, servicios varios requeridos para la producción y comercialización (públicos y privados) e infraestructura utilizable.

 

Y, como antes se señaló, debe decirse también que la tasa de inversión se vincula especialmente con la productividad, un aspecto desatendido en las políticas productivas argentinas y que tiene alta incidencia en la competitividad externa.

 

La tasa de inversión decae en los últimos años mientras las exportaciones no recuperaron performances exhibidas anteriormente y el número absoluto de las ventas externas se ha amesetado.

 

 

Específicamente, lo que puede considerarse es que la evolución año a año de la tasa de inversión y la de las exportaciones en general han mostrado comportamientos similares en los últimos 40 meses especialmente.

 

año

variación interanual de la tasa de inversión en relación al PBI

tasa de crecimiento interanual (%)de las exportaciones

año 2004

15

año 2005

11,1

16

año 2006

15

15

año 2007

4,3

20

año 2008

4,1

25

año 2009

-16

-20

año 2010

14,2

22

año 2011

8,3

23

año 2012

-11

-3

año 2013

-8,6

3

 

 

 

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