Sorpresa: a Antonio Fazio lo indagaban ya desde julio

Recién se sabe ahora: el presidente de Banca d’Italia (central) fue acusado por abuso de facultades a fines de julio. Pese a todo y en un gesto desafiante, Fazio se hizo ratificar por el directorio. Peligra el acuerto Unipor-BNL.

30 septiembre, 2005

En lo que ya es un escándalo internacional, Antonio Fazio mueve todos sus contactos –eclesiásticos, en particular- y presiona a sus colegas para aferrarse al cargo. Pero el ministro de Economía (Giulio Tremonti), la Comisión Europea y el Banco Central Europeo le han sugerido que renuncie.

Fue una desgraciada casualidad: justo mientras la cúpula del emisor le ratificaba la confianza a Fazio, la propia justicia revelaba que la causa por abuso de facultades se había abierto no en septiembre, sino en julio. Ahora bien, la inesperada decisión de la junta directiva, obra del propio Fazio, le cierra al gobierno posibilidades legales de echarlo.

Dicho de otro modo y como ocurrió en Argentina años atrás, la suerte del tenaz funcionario está en manos de los jueces o del senado. En dos semanas, Fazio será formalmente indagado por sus interferencias irregulares en la toma hostil de Banca Antoniana Popolare Veneta por parte de Banca Popolare Italia (ex Lodi).

A su vez, esta intentona se cayó y se impuso la oferta pública accionaria inicial (ABN Amro). Eso provocó la renuncia de Giampiero Fiorani a la conducción de BPI. Hoy, el ex banquero y sus cómplices están en manos de los fiscales por “insider’s trading”, entre otros cargos.

Pero hubo otra sorpresa. El 27 septiembre, cuando la suerte de Fiorani (y quizá de BPI) estaba echada, apareció una carta de Fazio a ese banco, calificando a su amigo Fiorani de “no fiable”. Entretanto, el asunto llegaba a la gran prensa occidental, aunque no a la rioplatense. “Una crisis normal en un país anormal”, titulaba el “New York Times”. “A esta altura, no hay italiano que no exija la dimisión de Fazio”.

“El presidente del banco central sigue en su puesto gracias a un sistema perverso. En Italia –señala ‘Financial Times’-, el emisor es casi propiedad de los bancos que debiera regular”. En similar vena, el “Frankfurter Allgemeine” y el sueco “Dagens Nyheter” sospechan que la insistencia en mantener a Fazio obedece a intereses de bancos comerciales que no quieren exponerse a ser comprados por entidades extranjeras y precisan tiempo para fusionarse entre sí (verbigracia, Capitalia o Monte del Paschi).

.

Por otra parte, Fazio necesita continuar un tiempo en el cargo. Antes de abandonarlo –si entretanto no lo destituye el senado o lo inhibe la justicia-, debe sacarle las papas del fuego a otro amigo, Giovanni Consorte. El presidente de la aseguradora Unipol ya tuvo que postergar la recapitalización y el anuncio de su OPA sobre Banca Nazionale del Lavoro.

Como en el caso BPI-Fiorani, hay muchos puntos oscuros y la Consob cuestiona la operación. También está Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), que desistió de su OPA –anterior a la de Consorte y más seria-, por la conducta irregular de Banca d’Italia. Surgen ahí curiosos paralelos. Fazio se aferra a sus contactos con el Vaticano (que tiene una tradición de escándalos bancarios desde 1870) y recuerda a un difunto ex ministro de gobiernos militares argentinos. Adueñado del Banco de Italia y Río de la Plata, lo llevó a una quiebra nunca bien aclarada, a raíz de la cual BNL desembarcó en Buenos Aires. El financista era tan devoto que tenía oratorio propio en su casa, igual que Fazio. Pero sus amigos no eran antijudíos ni antimasones.

En lo que ya es un escándalo internacional, Antonio Fazio mueve todos sus contactos –eclesiásticos, en particular- y presiona a sus colegas para aferrarse al cargo. Pero el ministro de Economía (Giulio Tremonti), la Comisión Europea y el Banco Central Europeo le han sugerido que renuncie.

Fue una desgraciada casualidad: justo mientras la cúpula del emisor le ratificaba la confianza a Fazio, la propia justicia revelaba que la causa por abuso de facultades se había abierto no en septiembre, sino en julio. Ahora bien, la inesperada decisión de la junta directiva, obra del propio Fazio, le cierra al gobierno posibilidades legales de echarlo.

Dicho de otro modo y como ocurrió en Argentina años atrás, la suerte del tenaz funcionario está en manos de los jueces o del senado. En dos semanas, Fazio será formalmente indagado por sus interferencias irregulares en la toma hostil de Banca Antoniana Popolare Veneta por parte de Banca Popolare Italia (ex Lodi).

A su vez, esta intentona se cayó y se impuso la oferta pública accionaria inicial (ABN Amro). Eso provocó la renuncia de Giampiero Fiorani a la conducción de BPI. Hoy, el ex banquero y sus cómplices están en manos de los fiscales por “insider’s trading”, entre otros cargos.

Pero hubo otra sorpresa. El 27 septiembre, cuando la suerte de Fiorani (y quizá de BPI) estaba echada, apareció una carta de Fazio a ese banco, calificando a su amigo Fiorani de “no fiable”. Entretanto, el asunto llegaba a la gran prensa occidental, aunque no a la rioplatense. “Una crisis normal en un país anormal”, titulaba el “New York Times”. “A esta altura, no hay italiano que no exija la dimisión de Fazio”.

“El presidente del banco central sigue en su puesto gracias a un sistema perverso. En Italia –señala ‘Financial Times’-, el emisor es casi propiedad de los bancos que debiera regular”. En similar vena, el “Frankfurter Allgemeine” y el sueco “Dagens Nyheter” sospechan que la insistencia en mantener a Fazio obedece a intereses de bancos comerciales que no quieren exponerse a ser comprados por entidades extranjeras y precisan tiempo para fusionarse entre sí (verbigracia, Capitalia o Monte del Paschi).

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Por otra parte, Fazio necesita continuar un tiempo en el cargo. Antes de abandonarlo –si entretanto no lo destituye el senado o lo inhibe la justicia-, debe sacarle las papas del fuego a otro amigo, Giovanni Consorte. El presidente de la aseguradora Unipol ya tuvo que postergar la recapitalización y el anuncio de su OPA sobre Banca Nazionale del Lavoro.

Como en el caso BPI-Fiorani, hay muchos puntos oscuros y la Consob cuestiona la operación. También está Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), que desistió de su OPA –anterior a la de Consorte y más seria-, por la conducta irregular de Banca d’Italia. Surgen ahí curiosos paralelos. Fazio se aferra a sus contactos con el Vaticano (que tiene una tradición de escándalos bancarios desde 1870) y recuerda a un difunto ex ministro de gobiernos militares argentinos. Adueñado del Banco de Italia y Río de la Plata, lo llevó a una quiebra nunca bien aclarada, a raíz de la cual BNL desembarcó en Buenos Aires. El financista era tan devoto que tenía oratorio propio en su casa, igual que Fazio. Pero sus amigos no eran antijudíos ni antimasones.

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