Se frustra la fusión de Citigroup y Deutsche Bank

Deutsche Bank interrumpió conversaciones exploratorias con Citigroup. Josef Ackermann, CEO del mayor banco europeo, decidió que fusionarse con el mayor banco mundial sería social y políticamente conflictivo en Alemania.

5 febrero, 2004

Justamente mientras algunas entidades en ese país y el resto de la Unión
Europea planean nuevas fusiones y adquisiciones (F&A), surge esta sorpresa.
Todavía en enero, Ackerman y sus principales ejecutivos se habían
reunido, en Nueva York, con Sanford Weill y los suyos.

Versiones y rumores sobre la presunta fusión venían dando vueltas
durante meses. Todo empezó cuando Citigroup le preguntó formalmente
al canciller Gerhard Schröder si Berlín bloquearía la toma
de DB. El jefe de gobierno le aclaró a Weill que, lejos de trabarla,
estaba muy interesado en la fusión, aunque no pudiera promoverla públicamente
por razones obvias.

Tanto Schröder como el propio Ackermann creen que la banca germana necesita
consolidarse vía F&A. Pero el partido oficialista y sus contrapartes
en los estados más influyentes -empezando con Baviera- prefieran que
las F&A sean entre entidades del país o de vecinos como Austria,
Benelux o República Checa.

Todavía el miércoles, la junta supervisora del DB analizaba “opciones
para acuerdos de transformación”, entre las cuales figuraba Citigroup.
Los contactos iniciales datan de mediados de 2003 y, por entonces, quien más
resquemores manifestaba era Weill, debido a los problemas judiciales que afrontaba
Ackermann como director no ejecutivo de Mannesmann, grupo de telecomunicaciones.

Más tarde, surgieron otros problemas. Uno era que, al comprar DB, ambas
estructuras deberían eliminar puestos laborales, pues quedarían
muy yuxtapuestas. Sobre todo en banca minorista, tema delicado en Alemania.

Justamente mientras algunas entidades en ese país y el resto de la Unión
Europea planean nuevas fusiones y adquisiciones (F&A), surge esta sorpresa.
Todavía en enero, Ackerman y sus principales ejecutivos se habían
reunido, en Nueva York, con Sanford Weill y los suyos.

Versiones y rumores sobre la presunta fusión venían dando vueltas
durante meses. Todo empezó cuando Citigroup le preguntó formalmente
al canciller Gerhard Schröder si Berlín bloquearía la toma
de DB. El jefe de gobierno le aclaró a Weill que, lejos de trabarla,
estaba muy interesado en la fusión, aunque no pudiera promoverla públicamente
por razones obvias.

Tanto Schröder como el propio Ackermann creen que la banca germana necesita
consolidarse vía F&A. Pero el partido oficialista y sus contrapartes
en los estados más influyentes -empezando con Baviera- prefieran que
las F&A sean entre entidades del país o de vecinos como Austria,
Benelux o República Checa.

Todavía el miércoles, la junta supervisora del DB analizaba “opciones
para acuerdos de transformación”, entre las cuales figuraba Citigroup.
Los contactos iniciales datan de mediados de 2003 y, por entonces, quien más
resquemores manifestaba era Weill, debido a los problemas judiciales que afrontaba
Ackermann como director no ejecutivo de Mannesmann, grupo de telecomunicaciones.

Más tarde, surgieron otros problemas. Uno era que, al comprar DB, ambas
estructuras deberían eliminar puestos laborales, pues quedarían
muy yuxtapuestas. Sobre todo en banca minorista, tema delicado en Alemania.

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