Reserva Federal: ¿sacrifica el largo plazo en aras del corto?

La rebaja “de emergencia” operada en la tasa básica (de 5,25 a 4,75%, margen inédito desde 2002) genera preocupaciones. Algunos temen que no remedie problemas como el descontrol financiero ni la sobrepreciación de ciertos activos.

20 septiembre, 2007

En otras palabras, lo del martes 18 tal vez haya sido un remiendo de corto plazo, no una solución de mayor aliento. Por tercera vez en menos de diez años, el emisor norteamericano cambió el curso de la política monetaria, elevado cincuenta puntos básicos el tipo referencial en respuesta a inesperadas presiones sobre los sistemas bancario y financiero globales.

Hace apenas mes y medio, Benjamin Bernanke reiterada que su mayor preocupación era mantener la inflación controlada, un tic del monetarismo neoclásico. Ahora queda por verse qué hacen el Banco central europeo (cuya moneda rivaliza con el dólar) y el banco de Inglaterra, cuya libra pesa cada vez menos en el contexto internacional.

Ambos cooperaron en inyectar fondos (alrededor de US$ 500.000 millones, del 9 al 14 de agosto), para paliar un violento brote de iliquidez financiera mundial. Pero han puesto en el congelador los aumentos que planeaban para sus tasas básicas. Ahora, mientras el emisor británico se dedica a rescatar bancas hipotecarias en apuros, varios analistas londinenses creen que, en enero, habrá un recorte de su tipo referencial.

Esta clase de repentinas contramarchas en política monetaria afectan el horizonte financiero global a largo plazo. Además, manifiesta un riesgo típico de mentalidades como las de Bernanke o Mervyn King (BdeI): sobreproteger a los bancos de sus propios errores.

Un grupo de observadores sostiene que la RF afrontaba in dilema de fierro entre disminuir 0,5% la tasa activa básica o arriesgar un desastre. Vale decir, el apocado Bernanke vislumbraba un amplio colapso bancario o el recrudecimiento de la sequía crediticia en cinco o seis semanas.

En el bando opuesto, los criticos afirman que la RF pasa por alto un detalle clave: la iliquidez financiera en curso se originó en crisis de malas hipotecas (primero en Estados Unidos, luego en Alemania, España, Italia y Gran Bretaña). Este deriva de años de burbujas especulativas y auge de crédito inmobiliario. Algunos bancos centrales no intervinieron cuando estaban a tiempo, como admite en reciente libro Alan Greesnpan, admirador de un doble fracaso tan clamoroso como el de Domingo F.Cavallo.

Por supuesto, abaratar el costo financiero bajando tasas básicas puede aliviar parte del problemas. Pero no resuelve cuestiones de mayor alcance. Mucho menos, los factores subyacente a las crisis inmobiliaria y financiera. Más aún: reducir tipos de interés podría ser inflacionario, así como la convertibilidad argentina que hoy exalta Greenspan creó un déficit fiscal imparable.

En otras palabras, lo del martes 18 tal vez haya sido un remiendo de corto plazo, no una solución de mayor aliento. Por tercera vez en menos de diez años, el emisor norteamericano cambió el curso de la política monetaria, elevado cincuenta puntos básicos el tipo referencial en respuesta a inesperadas presiones sobre los sistemas bancario y financiero globales.

Hace apenas mes y medio, Benjamin Bernanke reiterada que su mayor preocupación era mantener la inflación controlada, un tic del monetarismo neoclásico. Ahora queda por verse qué hacen el Banco central europeo (cuya moneda rivaliza con el dólar) y el banco de Inglaterra, cuya libra pesa cada vez menos en el contexto internacional.

Ambos cooperaron en inyectar fondos (alrededor de US$ 500.000 millones, del 9 al 14 de agosto), para paliar un violento brote de iliquidez financiera mundial. Pero han puesto en el congelador los aumentos que planeaban para sus tasas básicas. Ahora, mientras el emisor británico se dedica a rescatar bancas hipotecarias en apuros, varios analistas londinenses creen que, en enero, habrá un recorte de su tipo referencial.

Esta clase de repentinas contramarchas en política monetaria afectan el horizonte financiero global a largo plazo. Además, manifiesta un riesgo típico de mentalidades como las de Bernanke o Mervyn King (BdeI): sobreproteger a los bancos de sus propios errores.

Un grupo de observadores sostiene que la RF afrontaba in dilema de fierro entre disminuir 0,5% la tasa activa básica o arriesgar un desastre. Vale decir, el apocado Bernanke vislumbraba un amplio colapso bancario o el recrudecimiento de la sequía crediticia en cinco o seis semanas.

En el bando opuesto, los criticos afirman que la RF pasa por alto un detalle clave: la iliquidez financiera en curso se originó en crisis de malas hipotecas (primero en Estados Unidos, luego en Alemania, España, Italia y Gran Bretaña). Este deriva de años de burbujas especulativas y auge de crédito inmobiliario. Algunos bancos centrales no intervinieron cuando estaban a tiempo, como admite en reciente libro Alan Greesnpan, admirador de un doble fracaso tan clamoroso como el de Domingo F.Cavallo.

Por supuesto, abaratar el costo financiero bajando tasas básicas puede aliviar parte del problemas. Pero no resuelve cuestiones de mayor alcance. Mucho menos, los factores subyacente a las crisis inmobiliaria y financiera. Más aún: reducir tipos de interés podría ser inflacionario, así como la convertibilidad argentina que hoy exalta Greenspan creó un déficit fiscal imparable.

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