Recortes tributarios: quedaron en US$ 318.000 millones

Al fin, Senado y Representantes compatibilizaron sus recortes impositivos. En apariencia, los US$ 726.000 millones pedidos por el gobierno se achican a 318.000 millones (-56,2%). Pero algunos temen que el agujero fiscal acabe en un billón.

22 mayo, 2003

El comité mixto llegó a acuerdo sobre cómo armonizar los
recortes aprobados en la cámara baja (US$ 550.000 millones) y la alta,
350.000 millones). El monto final, 318.000 millones (apenas 43,8% de lo que quería
George W. Bush), no impidió que el vicepresidente Richard Cheney -moderador
de las sesiones-, John Snow (Hacienda) y medios allegados a Wall Street cantasen
victoria.

La explicación es simple: la Casa Blanca y los mercados especulativos,
sabiendo que el paquete II no pasaría entero, se jugaban por la rebaja
del impuesto a los dividendos bursátiles personales. En verdad, el comité
acordó reducirlo a 15% -no el 3% original- durante cinco ejercicios (2003-7)
y restablecerlo en 2008. La versión final del paquete significa, además,
menores tasas sobre réditos para contribuyentes de clase alta y media alta.

“El paquete parece barato. Pero -advirtió el diputado Charles Rangel
(demócrata, Nueva York)-, al cabo de diez años, el fisco habrá
perdido un billón en ingresos genuinos y la deuda pública será
sideral. La culpa es de un Senado donde impera un temor reverencial al disenso”.

Aun en la versión de US$ 318.000 millones, será el tercer descuento
de la historia por su volumen, superado sólo por el de Ronald Reagan en
1981 el del Bush en 2001 (US$ 1,35 billón, que empieza a deteriorar las
cuentas federales). El Center on Budget and Policy Priorities calcula que, si
la suspensión en dividendos hubiese durado los diez años que quería
la Casa Blanca, la pérdida de ingresos fiscales sería de US$ 660.000
a 900.000 millones.

Antes de iniciarse el debate, Alan Greenspan (SRF) señaló que “la
economía puede repuntar sin nuevas rebajas tributarias. Por el contrario,
percibir menos impuestos, sin disminuir el gasto fiscal, acabará siendo
dañino”. El banquero, exponiendo ante la comisión de Servicios
Financieros (cámara de Representantes), esgrimía los últimos
datos de la ejecución fiscal. Según la Tesorería, el déficit
proyectado para el ejercicio 2003 será -por lo menos- US$ 80.000 millones
superior al estimado en la oficina presupuestaria del Congreso.

También el martes, el megafinancista Warren Buffett lanzó una durísima
ofensiva contra las rebajas impositivas: “crean un estado de bienestar para
ricos y poderosos. Estos beneficios son incentivos para que los millonarios sigamos
acumulando riquezas. Con este recorte al impuesto sobre dividendos y réditos
personales, la recepcionista de mi fondo inversor (el Berkshire Hathaway) tributará
proporcionalmente el doble que yo. En efecto, por los US$ 310 millones que he
ganado en este ejercicio abonaré 15%; en tanto, mi empleada pagará
30% sobre sueldo y aguinaldo”.

El comité mixto llegó a acuerdo sobre cómo armonizar los
recortes aprobados en la cámara baja (US$ 550.000 millones) y la alta,
350.000 millones). El monto final, 318.000 millones (apenas 43,8% de lo que quería
George W. Bush), no impidió que el vicepresidente Richard Cheney -moderador
de las sesiones-, John Snow (Hacienda) y medios allegados a Wall Street cantasen
victoria.

La explicación es simple: la Casa Blanca y los mercados especulativos,
sabiendo que el paquete II no pasaría entero, se jugaban por la rebaja
del impuesto a los dividendos bursátiles personales. En verdad, el comité
acordó reducirlo a 15% -no el 3% original- durante cinco ejercicios (2003-7)
y restablecerlo en 2008. La versión final del paquete significa, además,
menores tasas sobre réditos para contribuyentes de clase alta y media alta.

“El paquete parece barato. Pero -advirtió el diputado Charles Rangel
(demócrata, Nueva York)-, al cabo de diez años, el fisco habrá
perdido un billón en ingresos genuinos y la deuda pública será
sideral. La culpa es de un Senado donde impera un temor reverencial al disenso”.

Aun en la versión de US$ 318.000 millones, será el tercer descuento
de la historia por su volumen, superado sólo por el de Ronald Reagan en
1981 el del Bush en 2001 (US$ 1,35 billón, que empieza a deteriorar las
cuentas federales). El Center on Budget and Policy Priorities calcula que, si
la suspensión en dividendos hubiese durado los diez años que quería
la Casa Blanca, la pérdida de ingresos fiscales sería de US$ 660.000
a 900.000 millones.

Antes de iniciarse el debate, Alan Greenspan (SRF) señaló que “la
economía puede repuntar sin nuevas rebajas tributarias. Por el contrario,
percibir menos impuestos, sin disminuir el gasto fiscal, acabará siendo
dañino”. El banquero, exponiendo ante la comisión de Servicios
Financieros (cámara de Representantes), esgrimía los últimos
datos de la ejecución fiscal. Según la Tesorería, el déficit
proyectado para el ejercicio 2003 será -por lo menos- US$ 80.000 millones
superior al estimado en la oficina presupuestaria del Congreso.

También el martes, el megafinancista Warren Buffett lanzó una durísima
ofensiva contra las rebajas impositivas: “crean un estado de bienestar para
ricos y poderosos. Estos beneficios son incentivos para que los millonarios sigamos
acumulando riquezas. Con este recorte al impuesto sobre dividendos y réditos
personales, la recepcionista de mi fondo inversor (el Berkshire Hathaway) tributará
proporcionalmente el doble que yo. En efecto, por los US$ 310 millones que he
ganado en este ejercicio abonaré 15%; en tanto, mi empleada pagará
30% sobre sueldo y aguinaldo”.

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