Recesión: ¿el escenario está montado?

Richard Arvedlund, de Cypress Capital Management (una cartera de apenas US$ 450 millones, pero respetada y parte de WSFS Financial), suele ser tan independiente como audaz en sus evaluaciones. Ahora, teme que haya problemas en los mercados.

17 noviembre, 2006

Hablando antes de conocerse la caída simultáneamente de ventas minoristas y el alza de existencia en octubre, el experto vislumbraba una onda recesiva. En apariencia, “hasta julio o agosto, las cosan iban bien. Pero el producto bruto interno estaba cediendo de 2,6% anual en el segundo trimestre –de suyo. Una cifra baja- a 1,6% en el tercero”.

Cabe recordar que el ritmo del primer trimestre fue espectacular, 5,6%, y que el PBI no había registrado guarismos inferiores s 2% anual en cuatro o cinco años . “Creo que, en este momento, hay síntomas de recesión y sólo una obstinada Reserva Federal podría negarlo”, concluye Arvedlund.

A juicio del analista, existen varios “presíntomas”. Por ejemplo, la construcción de vivienda y los permisos respectivo declinan en un grado no visto desde 2000, 10 a 20%. El sector “muestra un rasgo muy especial: cada ciclo negativo –hubo dos en los últimos treinta años, a fines de los 70 y de los 80- tiende a durar mucho más de lo que la gente supone. O sea, tres a cuatro años”.

El actual empezó en realidad a fines de 2005, justo tras el piso de la burbuja iniciada en 2001, y podría llegar a comienzos de 2009. Por otra parte, “el ritmo de repreciación inmobiliaria del lapso 2001-5 fue el más intenso de que haya memoria. Durante cinco años, los bienes raíces subían a razón de casi 15% anual; un despropósito, si se mira bien. Por tanto –deduce Arvedlund-, el desinfle en marcha será muy pronunciado e influirá en la conducta de los consumidores, como empieza a notarse”.

Otro presíntoma que castigará a la economía son, como muestra la reunión entre George W.Bush y los ejecutivos de Detroit, los recortes de producción y personal en las automotrices. Esto ha ocurrido otras veces, siempre como anuncio de recesiones generales o bajones muy fuertes. “El tercer indicio es la curva de rindes. Un perfil chato o inverso –explica el consultor- sólo surge antes de una recesión, no de un simple desaceleramiento. Todos los tipos de interés, desde tres meses a dos años, superan los de largo plazo. El rinde de papeles a corto plazo llega a 5% anual y el del bono largo a 4,75% (pero la tasa básica de la RF está en 5,25%). Por ende, estimo entre 40 y 50% las probabilidades de tiempo difíciles en la economia norteamericana”.

Arvedlund formulaba esas precisiones días antes de las elecciones, donde los demócratas le sacaron a Bush el control de ambas cámaras. “Wall Street prosperaba en mucho gracias a las rebajas tributarias dictadas por el gobierno desde 2001, favorables a inversores y estamentos de altos recursos. Además, desde 2003 bajaban las tasas sobre ganancias del capital y dividendos bursátiles”.

Ahora, los demócratas presionarán para ir dejando caer esas prebendas –que castigan los ingresos fiscales genuinos-, elevar salarios mínimos, reconstruir el gasto social y la atención médica. En otros términos “los sucesivos récords del Dow Jones quizá sean el canto del cisne”. Por supuesto, el experto está contra esas presuntas medidas o el aumento –nejor dicho, la vuelta- de impuestos al negocio petrolero.

Hablando antes de conocerse la caída simultáneamente de ventas minoristas y el alza de existencia en octubre, el experto vislumbraba una onda recesiva. En apariencia, “hasta julio o agosto, las cosan iban bien. Pero el producto bruto interno estaba cediendo de 2,6% anual en el segundo trimestre –de suyo. Una cifra baja- a 1,6% en el tercero”.

Cabe recordar que el ritmo del primer trimestre fue espectacular, 5,6%, y que el PBI no había registrado guarismos inferiores s 2% anual en cuatro o cinco años . “Creo que, en este momento, hay síntomas de recesión y sólo una obstinada Reserva Federal podría negarlo”, concluye Arvedlund.

A juicio del analista, existen varios “presíntomas”. Por ejemplo, la construcción de vivienda y los permisos respectivo declinan en un grado no visto desde 2000, 10 a 20%. El sector “muestra un rasgo muy especial: cada ciclo negativo –hubo dos en los últimos treinta años, a fines de los 70 y de los 80- tiende a durar mucho más de lo que la gente supone. O sea, tres a cuatro años”.

El actual empezó en realidad a fines de 2005, justo tras el piso de la burbuja iniciada en 2001, y podría llegar a comienzos de 2009. Por otra parte, “el ritmo de repreciación inmobiliaria del lapso 2001-5 fue el más intenso de que haya memoria. Durante cinco años, los bienes raíces subían a razón de casi 15% anual; un despropósito, si se mira bien. Por tanto –deduce Arvedlund-, el desinfle en marcha será muy pronunciado e influirá en la conducta de los consumidores, como empieza a notarse”.

Otro presíntoma que castigará a la economía son, como muestra la reunión entre George W.Bush y los ejecutivos de Detroit, los recortes de producción y personal en las automotrices. Esto ha ocurrido otras veces, siempre como anuncio de recesiones generales o bajones muy fuertes. “El tercer indicio es la curva de rindes. Un perfil chato o inverso –explica el consultor- sólo surge antes de una recesión, no de un simple desaceleramiento. Todos los tipos de interés, desde tres meses a dos años, superan los de largo plazo. El rinde de papeles a corto plazo llega a 5% anual y el del bono largo a 4,75% (pero la tasa básica de la RF está en 5,25%). Por ende, estimo entre 40 y 50% las probabilidades de tiempo difíciles en la economia norteamericana”.

Arvedlund formulaba esas precisiones días antes de las elecciones, donde los demócratas le sacaron a Bush el control de ambas cámaras. “Wall Street prosperaba en mucho gracias a las rebajas tributarias dictadas por el gobierno desde 2001, favorables a inversores y estamentos de altos recursos. Además, desde 2003 bajaban las tasas sobre ganancias del capital y dividendos bursátiles”.

Ahora, los demócratas presionarán para ir dejando caer esas prebendas –que castigan los ingresos fiscales genuinos-, elevar salarios mínimos, reconstruir el gasto social y la atención médica. En otros términos “los sucesivos récords del Dow Jones quizá sean el canto del cisne”. Por supuesto, el experto está contra esas presuntas medidas o el aumento –nejor dicho, la vuelta- de impuestos al negocio petrolero.

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