¿Qué deparará el corriente debate en torno de Basilea 3?

Escenario de concilios y luchas por las reformas de Jan Hus, Martin Lutero y Juan Calvino, otro tipo de discusiones ocupa hoy a la vieja ciudad. El tema dominante es bancario, su centro es el consejo de Basilea y la tercera fase de cambios desde 1935.

13 septiembre, 2010

<p>Cercana ya la cumbre del grupo de los 20 en Se&uacute;l, noviembre, estos d&iacute;as Basilea aborda la parte m&aacute;s controvertida de las futuras normas financieras. Sus claves son los nuevos montos para capitales de giro, el grado de mayor liquidez en manos de bancos privados y el papel de los emisores. En este caso, sus nexos con el Banco de Ajustes Internacionales (BAI, &ldquo;banco central de bancos centrales&rdquo;, el suizo inclusive).<br />
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Se trata, por supuesto, de los capitales que deben estar a disposici&oacute;n para absorber quebrantos derivados de cr&eacute;ditos insolventes, desactivados o no reembolsados. Ello involucra mecanismos para hacer frente a depositantes y otros acreedores de entidades financieras sobre cuya viabilidad han existido dudas desde hace 75 a&ntilde;os, si no antes.<br />
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Al margen de los aspectos t&eacute;cnicos, esta vez se ponen en juego la recuperaci&oacute;n econ&oacute;mica occidental &ndash;tras la crisis sist&eacute;mica de 2007/09 m&aacute;s su secuela europea- y la funci&oacute;n de la banca privada en el proceso. A criterio de los t&eacute;cnicos basilienses, ambas situaciones prueban que, dejadas solas, las entidades financieras no tienen la prudencia de mantener capitales y liquidez suficiente para afrontar momentos dif&iacute;ciles.<br />
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La raz&oacute;n es simple: esas reservas representan, para el negocio banquero, fondos sustra&iacute;dos a destinos m&aacute;s redituables o a dividendos. Por ende, se tratan como costos. Llegado un extremo, siempre era posible pagarle la factura al estado. Pero los casi dos billones de d&oacute;lares en dineros del contribuyente que Estados Unidos y la Eurozona destinaron a rescates en 2008/10 desbordaron el vaso y probablemente conduzcan a Basilea 3.<br />
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Qued&oacute; claro, en ese lapso, que la banca privada carece de autodisciplina y tampoco funciona bien la supervisi&oacute;n de los propios emisores. Al decir de Jeffrey Sachs, Joseph Stiglitz o Tommaso Padoa-Schioppa, &ldquo;esas instancias no supieron resistir la fascinaci&oacute;n del mercado libre, esa vieja obsesi&oacute;n ortodoxa&rdquo;.<br />
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Llegados al actual punto de inflexi&oacute;n, los actores del sistema discuten el cu&aacute;nto, el cu&aacute;ndo y el c&oacute;mo. En principio, expertos y banqueros parten de una pauta pr&aacute;ctica: la tutela del ahorro y el crecimiento econ&oacute;mico. La primera es condici&oacute;n, el segundo es objetivo y ambos reci&eacute;n est&aacute;n en v&iacute;as de encararse como base de Basilea 3. <br />
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