Previsible: el desinfle inmobiliario alcanza Europa occidental

En realidad, el cimbronazo data de hace meses en Gran Bretaña, Alemania y España. Ahora se extiende a Irlanda e Italia Por ende, los medios especializados ya no pueden soslayar el problema.

24 octubre, 2007

En ambas islas mayores del archipiélago británico, los precios de bienes raíces tocaron máximos a mediados del año pasado y luego empezaron a ceder. En una escala donde 100 traduce los niveles a fin de 2004, esos picos datan de junio-julio de 2006.

En aquel momento, Irlanda y el Reino Unido alcanzaban 123. Doce meses más tarde, los índices habían aflojado a 117 y 119. Fuentes privadas presumen que, hacia septiembre, la contracción marcaba 113 y 115.

Respecto de España, las estadísticas oficiales sostienen que el máximo (118 puntos) se logró a principios de 2007 y se mantiene. Varios analistas independientes no lo creen así y cuestionan, inclusive, las cifras que elabora la actividad privada. En Italia es peor: se sospecha que, en octubre de 2006, los valores inmobiliarios llegaron al pico y han retrocedido 20% en casi doce meses. En Alemania, ya hay bancos privados y mixtos en graves problemas.

Los motivos de la contracción, sea cual fuere su grado, son similares a los de Estados Unidos. A saber, aumento en tasas de interés, menor confianza del público en las respectivas economías y exigencias crediticias más durdas, a su vez debidas a la proliferación de malas hipotecas.

Por su parte, Francia experimentó en julio-septiembre el primer descenso importante en precios de viviendas durante los recientes diez años. Si persiste, la debilidad del mercado inmobiliario acabará teniendo sobre las economías reales –y la construcción residencial- efectos parecidos a los norteamericanos. En verdad, eso ya ocurre en Alemania y Gran Bretaña. Todo esto no debiera sorprender: casi todas las economías centrales, salvo Japón, vivieron burbujas inmobiliarias en los últimos dos o tres lustros.

En ambas islas mayores del archipiélago británico, los precios de bienes raíces tocaron máximos a mediados del año pasado y luego empezaron a ceder. En una escala donde 100 traduce los niveles a fin de 2004, esos picos datan de junio-julio de 2006.

En aquel momento, Irlanda y el Reino Unido alcanzaban 123. Doce meses más tarde, los índices habían aflojado a 117 y 119. Fuentes privadas presumen que, hacia septiembre, la contracción marcaba 113 y 115.

Respecto de España, las estadísticas oficiales sostienen que el máximo (118 puntos) se logró a principios de 2007 y se mantiene. Varios analistas independientes no lo creen así y cuestionan, inclusive, las cifras que elabora la actividad privada. En Italia es peor: se sospecha que, en octubre de 2006, los valores inmobiliarios llegaron al pico y han retrocedido 20% en casi doce meses. En Alemania, ya hay bancos privados y mixtos en graves problemas.

Los motivos de la contracción, sea cual fuere su grado, son similares a los de Estados Unidos. A saber, aumento en tasas de interés, menor confianza del público en las respectivas economías y exigencias crediticias más durdas, a su vez debidas a la proliferación de malas hipotecas.

Por su parte, Francia experimentó en julio-septiembre el primer descenso importante en precios de viviendas durante los recientes diez años. Si persiste, la debilidad del mercado inmobiliario acabará teniendo sobre las economías reales –y la construcción residencial- efectos parecidos a los norteamericanos. En verdad, eso ya ocurre en Alemania y Gran Bretaña. Todo esto no debiera sorprender: casi todas las economías centrales, salvo Japón, vivieron burbujas inmobiliarias en los últimos dos o tres lustros.

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