Presiones en Davos y acusaciones de Lavagna a bancos italianos

Algunos aprovecharon el pálido Foro Económico Mundial para cabildear en un saloncito contra el canje argentino. Más concreto, Roberto Lavagna lanzó duras acusaciones contra bancos italianos que cometieron fraude en perjuicio de ahorristas.

29 enero, 2005

“Varias entidades financieras que hoy obstruyen el canje en Italia mintieron para colocar bonos”. A un trabajador –reveló el ministro, obviamente tras examinar fallos judiciales y documentos de la Consob-, por ejemplo, le recomendaron invertir en “argento”, plata en italiano, y le encajaron bonos argentinos”.

“Buena parte de la banca cometió un grave error, y algunos hasta lo llaman fraude, al aconsejar como seguros los bonos que terminaron en cese de pagos”. Ahora, vía operadores como Nicola Stock, Hans Humes o Charles Dallara, “buscan impedir que los acreedores adhieran al canje. Ya es momento de que la gente discrimine entre sus propios intereses y los de bancos, comisionistas y abogados, que los llevan a equivocarse”.

Mediante dilaciones o eludiendo hacer las gestiones que les piden los bonistas, los obligan a quedarse con títulos sin valor”. En similar tesitura, los fondos buitres hacen lo mismo, pero para recomprar muy barato a último momento y hacer diferencia canjeando papeles viejos por nuevos. Al revés que la “task force” o el “comité global”, Federconsumatori –que representa ahorristas, no consumidores (un valor no se consume, claro) ha denunciado días atrás a bancos que, en privado, sugieren a los clientes aceptar la oferta, para sacarse de encima potenciales litigios y no perder comisiones.

Resulta políticamente sintomático que las acusaciones de Lavagna y lo demás hayan sido difundidas por la agencia noticiosa que controla el gobierno italiano. Obviamente, Silvio Berlusconi no desea quedar implicado, como lo está su imprudente ministro de Economía, Domenico Siniscalco.

Mientras tanto, en Davos, una supuesta asesora de George W.Bush se lanzaba con todo contra Argentina, su gestión económica, la consabida “inseguridad jurídica” y, especialmente, la gira que efectúa la propuesta de restructuración de deuda. Obviamente, su actuación se dirigía a Buenos Aires y, por tanto, no tuvo eco mediático en las economías centrales.

Kristin Forbes no reporta directamente al presidente. Su cargo de “asesora” refleja simplemente las influencias de su familia. Aparte de controlar la conocida revista financiera y el sitio epónimos, los Forbes contribuyen mucho para las campañas de candidatos republicanos. No obstante, sus publicaciones son muy críticas respecto de la política fiscal y cambiaria de la Casa Blanca.

Bien visto, Forbes se centró en las “reformas de mercado” que los banqueros ortodoxos recomiendan perpetuamente a los países en desarrollo. Su receta es todavía la del extinto consenso de Washington (1989), uno de cuyos fundadores también esta operando estos días contra el canje.

La asesora se tomó hora y media, ante los bostezos de Anne Krueger –vicepresidente del FMI, que no quiso hablar con nadie- y las irónicas observaciones del financista húngaro George Sörös. En representación del “lobby” estaba Dallara, que maneja fondos buitres –detalle que Sörös comentaba durante un receso- y también a Stock, Humes y varios columnistas en Buenos Aires, Londres y Montevideo (donde está la “caja” que los subvenciona)

El único técnico argentino de buen nivel era Mario Bléjer, ex Banco Central. Su presencia desorientó a un medio, que lo describe como “director del Banco de Inglaterra”. Un imposible, claro. En realidad, Bléjer asesora a un gobernador del emisor inglés.

Fuera del cónclave en Suiza, ahora los círculos allegados al “comité global” e instancias de sesgo similar hablan de “tener cautela”. Un “analista anónimo” señaló que el tope de aceptación, según el mercado, ha bajado de 70 a 65%. Por otra parte, algunas bancas y firmas de valores van más lejos y afirman que la aceptación no pasará de 50%.

Sin embargo, la notable actividad en la franja internacional –y local- de bonos en cese selectivo de pagos y bonos posteriores apunta en otro sentido. Igual que los fondos buitres, dedicados a esperar a último momento, comprar barato y después revender con buen margen.

“Varias entidades financieras que hoy obstruyen el canje en Italia mintieron para colocar bonos”. A un trabajador –reveló el ministro, obviamente tras examinar fallos judiciales y documentos de la Consob-, por ejemplo, le recomendaron invertir en “argento”, plata en italiano, y le encajaron bonos argentinos”.

“Buena parte de la banca cometió un grave error, y algunos hasta lo llaman fraude, al aconsejar como seguros los bonos que terminaron en cese de pagos”. Ahora, vía operadores como Nicola Stock, Hans Humes o Charles Dallara, “buscan impedir que los acreedores adhieran al canje. Ya es momento de que la gente discrimine entre sus propios intereses y los de bancos, comisionistas y abogados, que los llevan a equivocarse”.

Mediante dilaciones o eludiendo hacer las gestiones que les piden los bonistas, los obligan a quedarse con títulos sin valor”. En similar tesitura, los fondos buitres hacen lo mismo, pero para recomprar muy barato a último momento y hacer diferencia canjeando papeles viejos por nuevos. Al revés que la “task force” o el “comité global”, Federconsumatori –que representa ahorristas, no consumidores (un valor no se consume, claro) ha denunciado días atrás a bancos que, en privado, sugieren a los clientes aceptar la oferta, para sacarse de encima potenciales litigios y no perder comisiones.

Resulta políticamente sintomático que las acusaciones de Lavagna y lo demás hayan sido difundidas por la agencia noticiosa que controla el gobierno italiano. Obviamente, Silvio Berlusconi no desea quedar implicado, como lo está su imprudente ministro de Economía, Domenico Siniscalco.

Mientras tanto, en Davos, una supuesta asesora de George W.Bush se lanzaba con todo contra Argentina, su gestión económica, la consabida “inseguridad jurídica” y, especialmente, la gira que efectúa la propuesta de restructuración de deuda. Obviamente, su actuación se dirigía a Buenos Aires y, por tanto, no tuvo eco mediático en las economías centrales.

Kristin Forbes no reporta directamente al presidente. Su cargo de “asesora” refleja simplemente las influencias de su familia. Aparte de controlar la conocida revista financiera y el sitio epónimos, los Forbes contribuyen mucho para las campañas de candidatos republicanos. No obstante, sus publicaciones son muy críticas respecto de la política fiscal y cambiaria de la Casa Blanca.

Bien visto, Forbes se centró en las “reformas de mercado” que los banqueros ortodoxos recomiendan perpetuamente a los países en desarrollo. Su receta es todavía la del extinto consenso de Washington (1989), uno de cuyos fundadores también esta operando estos días contra el canje.

La asesora se tomó hora y media, ante los bostezos de Anne Krueger –vicepresidente del FMI, que no quiso hablar con nadie- y las irónicas observaciones del financista húngaro George Sörös. En representación del “lobby” estaba Dallara, que maneja fondos buitres –detalle que Sörös comentaba durante un receso- y también a Stock, Humes y varios columnistas en Buenos Aires, Londres y Montevideo (donde está la “caja” que los subvenciona)

El único técnico argentino de buen nivel era Mario Bléjer, ex Banco Central. Su presencia desorientó a un medio, que lo describe como “director del Banco de Inglaterra”. Un imposible, claro. En realidad, Bléjer asesora a un gobernador del emisor inglés.

Fuera del cónclave en Suiza, ahora los círculos allegados al “comité global” e instancias de sesgo similar hablan de “tener cautela”. Un “analista anónimo” señaló que el tope de aceptación, según el mercado, ha bajado de 70 a 65%. Por otra parte, algunas bancas y firmas de valores van más lejos y afirman que la aceptación no pasará de 50%.

Sin embargo, la notable actividad en la franja internacional –y local- de bonos en cese selectivo de pagos y bonos posteriores apunta en otro sentido. Igual que los fondos buitres, dedicados a esperar a último momento, comprar barato y después revender con buen margen.

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