Petróleo: modelos futuribles y futurables que se repiten

El crudo tejano intermedio llegó al pico de US$ 70,85 en octubre pasado. Por entonces, modelos basados en la contracción de reservas probadas –por déficit exploratorio- apuntaban a US$ 100/60. Ahora, algunos expertos hablan de 120.

30 enero, 2006

Este fin de semana, una simulación hecha en Davos sostuvo que ni el terrorismo mayorista podría impedir que las existencias cubicadas cubriesen la demanda adicional… durante este año. Pero, claro, todo tiene un precio y éste bien pudiera alcanzar US$ 120 el barril de WTI. Dicho de otro modo, el cimbronazo estará al frente de los factores críticos en la economía mundial.

En otras palabras, el “optimismo” en el lujoso reducto suizo no llega a ocultar el problema de fondo: carencia de reservas cubicadas y capacidad productiva, nuevos problemas geopolíticos (Irán, Palestina, Nigeria) y pertinacia del consumo norteamericano se conjugan en un horizonte de US$ 120, poco más del valor a dólares corrientes del récord marcado hace 26 años. Recién a último momento surgió un factor “tranquilizante”: el PBI parece perder impulso en Estados Unidos y, con él, la demanda de combustibles.

Cabe recordar que, hace unos cuatro meses, el “Economist” se animó a pronosticar hasta US$ 160. Naturalmente, el semanario inglés –que en tiempos del maremoto asiático restaba importancia a sus efectos, porque no afectaban a economías centrales- venía fomentando desde tiempo atrás la idea de crudos muy, muy caros. Ello responde a los intereses de British Petroleum y Royal Dutch/Shell, cuyos accionistas quieren dividendos cada año superiores, aunque luego todo se venga abajo.

En realidad, ya en agosto pasado había una conjunción de causas. Por un lado, el cierre de oficinas norteamericanas en Saudiarabia durante una semana, por amenazas de atentados terroristas. También influía el flagrante alarmismo mostrado por Londres, que anunciaba otro ataque de al Qa’eda. Eso todavía no ha sucedido. En noviembre, el Pentágono desempolvó un plan de “ataques nucleares preventivos contra países peligrosos”, retomado –hace pocas semanas- junto con una insensata amenaza de Jacques Chirac a Irán.

En otro plano, vuelven los debates internacionales sobre precios y existencias petroleras. En el primer caso, se teme que la gama US$ 65/70 acabe siendo un piso. Eloo a pesar de las habituales proyecciones técnicas a mediano plazo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y la Agencia Internacional de Energía, que insisten en futuros muy irreales, de puro bajos. Además, desde hace tiempo vienen equivocándose: a fines de 2005, aún imaginaban US$ 50 para mediados de 2006.

Sin embargo, fuentes saudíes fueron mucho más pesimistas hablando con Reuters. Temen, para este año, que vuelva el máximo histórico, o sea US$ 82 el barril (1980). A valores corrientes, eso significa unos US$115. Ahora, Davos sale alegremente a predecir 120.

En cuanto a reservas, expertos de diversas entidades –compañías, OPEP, gobiernos, AIEC- vislumbran una prolongada fase descendente en materia de combustibles fósiles económicamente explotables. Algunos de ellos subrayan que el WTI puede orillar los cien dólares, en el clima geopolítico que vive Levante.

La simulación en Suiza ofrece otros aspectos. Por ejemplo, algunos analistas sostienen que EE.UU. se halla ya absorbiendo los efectos del encarecimiento petrolero, pero no se da cuenta. Según Robert Prescott, ex asesore en la Casa Blanca, “los niveles del crudo tejano han empezado a afectar la bolsa”, pese a maniobras para inflar los principales indicadores en Wall Street. Obra en ese plano un factor, la burbuja inmobiliaria, una especie de “colchón” que –cuando se esfume- pondrá al descubierto las consecuencias negativas de los hidrocarburos caros.

Este fin de semana, una simulación hecha en Davos sostuvo que ni el terrorismo mayorista podría impedir que las existencias cubicadas cubriesen la demanda adicional… durante este año. Pero, claro, todo tiene un precio y éste bien pudiera alcanzar US$ 120 el barril de WTI. Dicho de otro modo, el cimbronazo estará al frente de los factores críticos en la economía mundial.

En otras palabras, el “optimismo” en el lujoso reducto suizo no llega a ocultar el problema de fondo: carencia de reservas cubicadas y capacidad productiva, nuevos problemas geopolíticos (Irán, Palestina, Nigeria) y pertinacia del consumo norteamericano se conjugan en un horizonte de US$ 120, poco más del valor a dólares corrientes del récord marcado hace 26 años. Recién a último momento surgió un factor “tranquilizante”: el PBI parece perder impulso en Estados Unidos y, con él, la demanda de combustibles.

Cabe recordar que, hace unos cuatro meses, el “Economist” se animó a pronosticar hasta US$ 160. Naturalmente, el semanario inglés –que en tiempos del maremoto asiático restaba importancia a sus efectos, porque no afectaban a economías centrales- venía fomentando desde tiempo atrás la idea de crudos muy, muy caros. Ello responde a los intereses de British Petroleum y Royal Dutch/Shell, cuyos accionistas quieren dividendos cada año superiores, aunque luego todo se venga abajo.

En realidad, ya en agosto pasado había una conjunción de causas. Por un lado, el cierre de oficinas norteamericanas en Saudiarabia durante una semana, por amenazas de atentados terroristas. También influía el flagrante alarmismo mostrado por Londres, que anunciaba otro ataque de al Qa’eda. Eso todavía no ha sucedido. En noviembre, el Pentágono desempolvó un plan de “ataques nucleares preventivos contra países peligrosos”, retomado –hace pocas semanas- junto con una insensata amenaza de Jacques Chirac a Irán.

En otro plano, vuelven los debates internacionales sobre precios y existencias petroleras. En el primer caso, se teme que la gama US$ 65/70 acabe siendo un piso. Eloo a pesar de las habituales proyecciones técnicas a mediano plazo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y la Agencia Internacional de Energía, que insisten en futuros muy irreales, de puro bajos. Además, desde hace tiempo vienen equivocándose: a fines de 2005, aún imaginaban US$ 50 para mediados de 2006.

Sin embargo, fuentes saudíes fueron mucho más pesimistas hablando con Reuters. Temen, para este año, que vuelva el máximo histórico, o sea US$ 82 el barril (1980). A valores corrientes, eso significa unos US$115. Ahora, Davos sale alegremente a predecir 120.

En cuanto a reservas, expertos de diversas entidades –compañías, OPEP, gobiernos, AIEC- vislumbran una prolongada fase descendente en materia de combustibles fósiles económicamente explotables. Algunos de ellos subrayan que el WTI puede orillar los cien dólares, en el clima geopolítico que vive Levante.

La simulación en Suiza ofrece otros aspectos. Por ejemplo, algunos analistas sostienen que EE.UU. se halla ya absorbiendo los efectos del encarecimiento petrolero, pero no se da cuenta. Según Robert Prescott, ex asesore en la Casa Blanca, “los niveles del crudo tejano han empezado a afectar la bolsa”, pese a maniobras para inflar los principales indicadores en Wall Street. Obra en ese plano un factor, la burbuja inmobiliaria, una especie de “colchón” que –cuando se esfume- pondrá al descubierto las consecuencias negativas de los hidrocarburos caros.

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