Petróleo: los precios siguen en un clima de incertidumbre

Más allá del repliegue vivido en septiembre, los mercados de hidrocarburos continúan sin claridad. En realidad, parte de la baja se debe a menos tensión en el sur de Líbano y las negociaciones europeas con Irán.

21 septiembre, 2006

En el plano geopolítico, por el momento el avance talibán en Agfanistán o la impotencia norteamericana y pakistaní para neutralizar al Qa’eda no influyen en la plaza petrolera. Entretanto, los pronósticos son contradictorios en lo tocante a 2007. Por ejemplo, las revisiones semestrales de perspectivas difundidas por el Fondo Monetario y el Banco Mundial no coinciden entre sí.

Antes de la asamblea FMI-BIRF en Singapur –una reunión más bien gris-, el encuentro realizado en Viena por la Organización de países exportadores de petróleo (Opep) concluyó indeciso respecto de las cuotas de producción. En ese momento, los crudos alcanzaban (a menos de US$ 63 el barril) el piso desde marzo. No todavía el del año: los tejanos intermedios empezaron 2006 a menos de US$ 57,50.

La salida de la Opep fue típica: no alterar las cuotas oficiales, pero autorizar rebajas de producción en los próximos meses, si los valores realmente caían a menos del mínimo anual. Tampoco los bancos comerciales lograban ponerse de acuerdo: media docena de proyecciones oscila entre US$ 50 y 100 el barril para el año próximo. Semejante amplitud les resta seriedad a los cálculos.

Para un grupo, la reciente baja de precios es puramente coyuntural, casi anómala, y responde a razones geopolíticas. Resulta curioso que la más relevante sea que Estados Unidos ya no puede hacer casi nada con su hegemonía militar y la situación se le va de las manos en Irak, Afganistán, etc.

El sector opuesto sostiene que se termina otro ciclo corto. A medida como los precios altos reducían la demanda desde 2004, se acumulaban existencias de crudo y combustibles, no sólo en EE.UU. Por ende, ahora los valores empiezan a aflojar y los especuladores –mercados de futuros, opciones y derivativos- tienen miedo de malvender posiciones.

Los motivos inmediatos de la baja no se discuten. Uno es que, a esta altura del año, la demanda norteamericana suele ceder, tras el aumento estival y antes de que influya el invierno. Por otra parte, hasta el momento los huracanes caribeños no han sido traumáticos para la extracción. Simultáneamente, las presiones de Washington ya no perturban a Irán y, por ende, éste no tiene razones para producir o exportar menos. Además, Tehrán busca ahora hacer de árbitro entre iraquíes shi´’itas y sunnitas, papel inimaginable para George W.Bush.

.

Entretanto, la agencia internacional de Energía (AIE) espera un menor aumento de la demanda internacional para el resto de este año y todo 2007. No obstante, los futuros largos –o sea, a doce/dieciocho meses- no ceden de US$ 70 el barril, si bien se trata de una franja más imaginaria que real. A criterio de la AIE, la Opep tiene sólo dos millones de barriles diarios de capacidad, apenas % sobre la demanda global. Ese volumen no alcanzaría a compensar siquiera una eventual crisis en Nigeria (2.300.00 b/d), sumida en una guerra civil interminable, ni huecos en Irak (2.100.000).

Para los bancos, otra incógnita son los fondos especulativos que acompañan a los hidrocarburos. Sus ganancias dependen del mercado mundial y de la diferencia entre contratos de entrega inmediata (15 a 30 días) y contratos a término sobre mediano plazo. Dicho de otro modo, pierde impulso un incentivo para especular en esta franja. Igual ocurre con los precios de petróleo y oro, que solían moverse en sentido contrario a los de las acciones. A juicio de varios analistas financieros, en efecto, acciones y productos primarios han empezado a evolucionar en forma paralela.

En el plano geopolítico, por el momento el avance talibán en Agfanistán o la impotencia norteamericana y pakistaní para neutralizar al Qa’eda no influyen en la plaza petrolera. Entretanto, los pronósticos son contradictorios en lo tocante a 2007. Por ejemplo, las revisiones semestrales de perspectivas difundidas por el Fondo Monetario y el Banco Mundial no coinciden entre sí.

Antes de la asamblea FMI-BIRF en Singapur –una reunión más bien gris-, el encuentro realizado en Viena por la Organización de países exportadores de petróleo (Opep) concluyó indeciso respecto de las cuotas de producción. En ese momento, los crudos alcanzaban (a menos de US$ 63 el barril) el piso desde marzo. No todavía el del año: los tejanos intermedios empezaron 2006 a menos de US$ 57,50.

La salida de la Opep fue típica: no alterar las cuotas oficiales, pero autorizar rebajas de producción en los próximos meses, si los valores realmente caían a menos del mínimo anual. Tampoco los bancos comerciales lograban ponerse de acuerdo: media docena de proyecciones oscila entre US$ 50 y 100 el barril para el año próximo. Semejante amplitud les resta seriedad a los cálculos.

Para un grupo, la reciente baja de precios es puramente coyuntural, casi anómala, y responde a razones geopolíticas. Resulta curioso que la más relevante sea que Estados Unidos ya no puede hacer casi nada con su hegemonía militar y la situación se le va de las manos en Irak, Afganistán, etc.

El sector opuesto sostiene que se termina otro ciclo corto. A medida como los precios altos reducían la demanda desde 2004, se acumulaban existencias de crudo y combustibles, no sólo en EE.UU. Por ende, ahora los valores empiezan a aflojar y los especuladores –mercados de futuros, opciones y derivativos- tienen miedo de malvender posiciones.

Los motivos inmediatos de la baja no se discuten. Uno es que, a esta altura del año, la demanda norteamericana suele ceder, tras el aumento estival y antes de que influya el invierno. Por otra parte, hasta el momento los huracanes caribeños no han sido traumáticos para la extracción. Simultáneamente, las presiones de Washington ya no perturban a Irán y, por ende, éste no tiene razones para producir o exportar menos. Además, Tehrán busca ahora hacer de árbitro entre iraquíes shi´’itas y sunnitas, papel inimaginable para George W.Bush.

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Entretanto, la agencia internacional de Energía (AIE) espera un menor aumento de la demanda internacional para el resto de este año y todo 2007. No obstante, los futuros largos –o sea, a doce/dieciocho meses- no ceden de US$ 70 el barril, si bien se trata de una franja más imaginaria que real. A criterio de la AIE, la Opep tiene sólo dos millones de barriles diarios de capacidad, apenas % sobre la demanda global. Ese volumen no alcanzaría a compensar siquiera una eventual crisis en Nigeria (2.300.00 b/d), sumida en una guerra civil interminable, ni huecos en Irak (2.100.000).

Para los bancos, otra incógnita son los fondos especulativos que acompañan a los hidrocarburos. Sus ganancias dependen del mercado mundial y de la diferencia entre contratos de entrega inmediata (15 a 30 días) y contratos a término sobre mediano plazo. Dicho de otro modo, pierde impulso un incentivo para especular en esta franja. Igual ocurre con los precios de petróleo y oro, que solían moverse en sentido contrario a los de las acciones. A juicio de varios analistas financieros, en efecto, acciones y productos primarios han empezado a evolucionar en forma paralela.

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