Otro revés para el Nasdaq en Londres, y van…

Apenas 0,4% del London stock exchange (LSE) aceptó una oferta por US$ 5.300 millones de Nasdaq Stock Markets. Es el cuarto fracaso y se debe en esencia a la capacidad de quienes manejan el LSE para influir sobre los accionistas.

12 febrero, 2007

Cabe señalar que, de todas maneras, el grupo NSM controla ya 28,75% del paquete. No obstante, está lejos del 50% más uno necesario para prevaler sobre el testarudo LSE. Pese a la decadencia de la vieja “área de la esterlina”, la bolsa londinense afirma ser –por boca de su presidente, Christopher Gibson- la mayor de toda Europa. Otros asignan a Fráncfort ese liderazgo, porque negocia más acciones de la economía física.

En realidad, entre el LSE y el NSM hay una puja envenenada. Así lo denota el primero, al sostener que “éstas son propuestas desconsideradas que no translucen el valor real del negocio”. Cuesta creer que sea de ese modo, tratándose de lo que, en el pasado, se conocía como “National association of security dealers´ automated quotations”. De combinar la sigla NASD con el resto surgió “Nasdaq”.

En rigor, ”Nasdaq” representa un grupo de paneles e indicadores, entre los cuales el principal es el compuesto. Hasta hace poco, el NSM se llamaba “Nasdaq group”. Pero el fondo de la polémica es, en verdad, una creciente lucha global entre bolsas físicas y bolsas virtuales, o sea electrónicas.

En el caso actual, el NSM insiste en que los títulos del LSE valen mucho menos de cuanto los ingleses suponen. La clave reside en la disminuida función del recinto como canal para ofertas públicas accionarias (OPA). “Rechazar nuestra oferta deja al LSE en un vacío estratégico”, han reiterado los norteamericanos. Detrás de esto existe una situación potencialmente volátil: la negligencia de la autoridad reguladora británica permitió que Londres fuera copada por fondos que especulan sea con derivativos, sea con compras apalancadas.

Cabe señalar que, de todas maneras, el grupo NSM controla ya 28,75% del paquete. No obstante, está lejos del 50% más uno necesario para prevaler sobre el testarudo LSE. Pese a la decadencia de la vieja “área de la esterlina”, la bolsa londinense afirma ser –por boca de su presidente, Christopher Gibson- la mayor de toda Europa. Otros asignan a Fráncfort ese liderazgo, porque negocia más acciones de la economía física.

En realidad, entre el LSE y el NSM hay una puja envenenada. Así lo denota el primero, al sostener que “éstas son propuestas desconsideradas que no translucen el valor real del negocio”. Cuesta creer que sea de ese modo, tratándose de lo que, en el pasado, se conocía como “National association of security dealers´ automated quotations”. De combinar la sigla NASD con el resto surgió “Nasdaq”.

En rigor, ”Nasdaq” representa un grupo de paneles e indicadores, entre los cuales el principal es el compuesto. Hasta hace poco, el NSM se llamaba “Nasdaq group”. Pero el fondo de la polémica es, en verdad, una creciente lucha global entre bolsas físicas y bolsas virtuales, o sea electrónicas.

En el caso actual, el NSM insiste en que los títulos del LSE valen mucho menos de cuanto los ingleses suponen. La clave reside en la disminuida función del recinto como canal para ofertas públicas accionarias (OPA). “Rechazar nuestra oferta deja al LSE en un vacío estratégico”, han reiterado los norteamericanos. Detrás de esto existe una situación potencialmente volátil: la negligencia de la autoridad reguladora británica permitió que Londres fuera copada por fondos que especulan sea con derivativos, sea con compras apalancadas.

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