Oro: un fin de año muy volátil e incertidumbres para 2006

En Londres, la onza de oro ha subido en 2005 de US$ 455 a 526,40 (16%, día 9), para ceder a 493 y rebotar a 508. En verdad, el avance se inició a fines de 2000, cuando estaba en apenas 280, y acumuló 86,7% en casi cinco años. Ahora, vacila.

28 diciembre, 2005

Resulta irónico que Union des Banques Suisses vislumbre ahora riesgos de volatilidad en el metal áureo, viejo amor de los hélvetas. En efecto, UBS, Wall Street y la City temen que el alto precio coyuntural (primera mutad de diciembre) ponga en peligro acciones, bonos públicos y privados, etcétera, por dos caminos: presiones inflacionarias y freno al moderado crecimiento de la economía norteamericana.

Existe un tercer ángulo: el estancamiento en la producción del metal y el riesgo de que los bancos centrales (los mismos que vendieron casi todas sus tenencias durante los años 90) sigan recomprando. Ya lo han hecho Brasil, Rusia, Sudáfrica, Argentina y otros, en una reacción tan típica como poco aconsejable: colocarse en un activo cuando sube. En verdad, esa tendencia se frenó durante la tercera semana.

Como muchos expertos han señalado, este auge dorado no es –por ahora- como los anteriores a 1980. Primero, por la ausencia de proyecciones unívocas. Contra UBS, que augura hasta US$ 600, Deutsche Bank estima que el promedio al contado en 2006 no pasará de US$ 490 y recién volverá a más de 500 en 2007.

En segundo lugar, los grandes intermediarios creen que los inversores –inviduales e institucionales reflejan la sostenida demanda en la actividad joyera. También, suponen que la inflación irá trepando en Estados Unidos, cuya moneda volverá a deteriorarse ante divisas rivales (hoy sucede lo contrario). Ergo, piensan en el metal de nueva como refugio “duro”.

Por supuesto, el oro sigue lejos del precio nominal más alto en la historia, US$ 850, registrado el 20 de enero de 1980. En verdad, a dólares constantes, hoy debiera rozar 1.300 para igualar aquel valor. Sea como fuere, el papel del metal como refugio en caso de guerras, catástrofes y corridas fue atenuándose desde ese máximo. Así, la crisis petrolera de 1973/5 lo hizo subir 55%, mientras el Standard&Poor’s 500 se desplomaba 43,5%. Pero la violenta alza de crudos experimentada desde octubre de 2004 hasta mediados de 2005 no tuvo ni de lejos aquellos efectos en el oro.

Resulta irónico que Union des Banques Suisses vislumbre ahora riesgos de volatilidad en el metal áureo, viejo amor de los hélvetas. En efecto, UBS, Wall Street y la City temen que el alto precio coyuntural (primera mutad de diciembre) ponga en peligro acciones, bonos públicos y privados, etcétera, por dos caminos: presiones inflacionarias y freno al moderado crecimiento de la economía norteamericana.

Existe un tercer ángulo: el estancamiento en la producción del metal y el riesgo de que los bancos centrales (los mismos que vendieron casi todas sus tenencias durante los años 90) sigan recomprando. Ya lo han hecho Brasil, Rusia, Sudáfrica, Argentina y otros, en una reacción tan típica como poco aconsejable: colocarse en un activo cuando sube. En verdad, esa tendencia se frenó durante la tercera semana.

Como muchos expertos han señalado, este auge dorado no es –por ahora- como los anteriores a 1980. Primero, por la ausencia de proyecciones unívocas. Contra UBS, que augura hasta US$ 600, Deutsche Bank estima que el promedio al contado en 2006 no pasará de US$ 490 y recién volverá a más de 500 en 2007.

En segundo lugar, los grandes intermediarios creen que los inversores –inviduales e institucionales reflejan la sostenida demanda en la actividad joyera. También, suponen que la inflación irá trepando en Estados Unidos, cuya moneda volverá a deteriorarse ante divisas rivales (hoy sucede lo contrario). Ergo, piensan en el metal de nueva como refugio “duro”.

Por supuesto, el oro sigue lejos del precio nominal más alto en la historia, US$ 850, registrado el 20 de enero de 1980. En verdad, a dólares constantes, hoy debiera rozar 1.300 para igualar aquel valor. Sea como fuere, el papel del metal como refugio en caso de guerras, catástrofes y corridas fue atenuándose desde ese máximo. Así, la crisis petrolera de 1973/5 lo hizo subir 55%, mientras el Standard&Poor’s 500 se desplomaba 43,5%. Pero la violenta alza de crudos experimentada desde octubre de 2004 hasta mediados de 2005 no tuvo ni de lejos aquellos efectos en el oro.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades