Michael Bloomberg a favor de Goldman Sachs

Se entiende que el alcalde de Nueva York y dueño de la agencia homónima (experta en información bursátil) salga a la palestra para batirse por Lloyd Craig Blankfein, capitoste de GS. “La compañía es una gran accionista de la metrópolis”, sostiene.

18 marzo, 2012

<p>Por otra parte GS est&aacute; levantando una sede de US$ 2.400 millones en pleno centro de Manhattan. No obstante, la determinaci&oacute;n que trasunta el intendente neoyorquino en su cruzada personal &ndash;v&iacute;a New York Times, no Wall Street Journal- ha dejado perplejos a analistas, operadores y dirigentes pol&iacute;ticos de ambos partidos.<br />
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La propia c&uacute;pula de GS qued&oacute; azorada el viernes, cuando Bloomberg irrumpi&oacute; en los salones de la banca de inversi&oacute;n estrechando manos, palmeando jerarcas y reuni&eacute;ndose con Blankfein. En general, el director ejecutivo de la firma es poco dado a este tipo de espect&aacute;culos.<br />
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Todo empez&oacute; cuando el New York Times sac&oacute; una columna de opini&oacute;n firmada por Gregory Smith, donde explicaba su renuncia despu&eacute;s de doce a&ntilde;os en la compa&ntilde;&iacute;a. Seg&uacute;n el dimitente, la banca de inversi&oacute;n promueve &ldquo;una cultura t&oacute;xica y delet&eacute;rea&rdquo;.<br />
El m&oacute;vil de Goldman Sachs consiste en &ldquo;colocar las utilidades por encima de todos, burlando los genuinos intereses de los clientes&rdquo;. El duro ataque fue inmediatamente replicado por la compa&ntilde;&iacute;a. Pero era tarde: el asunto volaba por redes y medios sociales, en particular Twitter y Facebook.<br />
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Entre otras revelaciones, Smith se&ntilde;alaba que altas autoridades de la firma discut&iacute;an sin tapujos formas seguras de estafar a los clientes. En sus correos electr&oacute;nicos, se los motejaba de &ldquo;muppets&rdquo;. A juicio del ex operador, &ldquo;cuando se escriba la historia del GS, se dir&aacute; que Blankfein y el presidente de junta, Gary Cohn, perdieron el control de su personal y sucumbieron a las tentaciones de su cultura t&oacute;xica&rdquo;. Ahora, la conducta impulsiva de Michael Bloomberg lo pone en un plan similar y puede serle pol&iacute;ticamente da&ntilde;ino.</p>
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