Mercados de capital: billones en deudas, dólares virtuales y aire

Los mercados de capital y deuda mueven billones en activos mayormente virtuales. Estos flujos internacionales crecen velozmente, vinculando plazas locales en un magma cada vez más integrado y volátil. Pero alejándose de la economía física.

21 junio, 2006

Al respecto, el McKinsey Gobal Institute (MGI) actualizó un estudio y acumuló una amplia base de datos sobre activos financieros y bursátiles en más de cien países, tal como fueron evolucionando de 1980 a 2004/5. Esto redundó en una larga serie de observaciones. Para empezar, “los mercados globales de capital son aparentemente enormes: sus activos (tangibles y virtuales) totalizaban, hace poco más de un año, unos US$ 120 billones –880 veces el producto bruto interno norteamericano- y pueden alcanzar 200 billones hacia 2010. Si las tendencias relevadas hasta 2005 se mantienen”.

Esa masa se multiplica a mayor ritmo que el producto bruto mundial, lo cual señala que se torna más líquida, aunque también más inestable. En efecto, mucho de ese crecimiento refleja la expansión de la deuda pública y privada, amén –como en China- de carteras incobrables. Mientras tanto, se transforman los papeles que desempeñan las principales economías.

Por supuesto, Estados Unidos posee la más grande y mejor organizada plaza financiera, por lo cual atrae emisores de papeles e inversores del exterior. La Eurozona (no confundir con Unión Europea ni, menos, el vago “Europa”) tiende a integrarse más vía fusiones bursátiles. Por su parte, el peso de Japón en el contexto mundial se contrae y China se ha convertido en una fuerza a tener en cuenta; pero está lejos de ser una economía capitalista, pese a lo que tantos imaginan.

El monto total de activos financieros y bursátiles en el planeta –inclusive depósitos bancarios, deuda pública y privada, acciones, derivados- pasó de US$ 12 billones en 1980 a 53 millones en 1993 (+342%) y a 120 billones en 2005 (+900% sobre la primera cifra y +127% sobre la segunda). Al terminar esta década, probablemente alcancen los US$ 200 billones. Por supuesto, se trata de fechas arbitrarias. Hasta 2004, por lo menos, esa expansión fue acompañada por un notable desplazamiento de fondos de los bancos a otros intermediarios (fondos de todo tipo, firmas de valores).

Justamente, apunta el MGI, “esos cambios se evidencian en la disminución de depósitos bancarios, como parte de la masa financiera global, de 45% en 1980 a 28% en 2004”. Sin duda, el fenómeno “se corresponde con la mayor participación en el mercado de instrumentos de deuda, pública y privada. Por consiguiente, ha subido el volumen de títulos y acciones, creando más liquidez y volatilidad”.

En realidad, “mercados globales” quiere decir cuatro áreas que reúnen más de 80% de tenencias bursátiles y financieras. Son EE.UU., la Eurozona, Japòn y Gran Bretaña (en este caso, un anacronismo). Además, esas regiones difieren mucho entre sí. La plaza norteamericana, con US$ 4,2 billones en activos, representa 37% del mundo y está dominada por deuda privada y acciones. En la Eurozona (“los doce”, todavía), los bancos desempeñan un papel más activo. Los mercados de Asia oriental y meridional siguen relativamente aislados entre sí y del mundo, amén de mostrar amplias diferencias.

Japón es la mayor plaza bursátil y cambiaria de oriente (en el segundo caso, también del mundo). Pero persiste allá un estancamiento relativo y, hasta 2005, sólo el gobierno emitía deuda para promover reactivación. Hasta cierto punto, también Londres tiende a declinar.

“Una medida relevante al desarrollo en mercados de riesgo es su fondeo o calado, vale decir la relación entre colocaciones y economía física, en términos de PBI. Dado que los activos bursátiles y financieros trasuntan expectativas a futuro–una forma de especulación-, la masa de deuda y acciones emitida en un país puede superar varias veces el PBI. Así, desde 1980 el valor corriente de esos activos ha subido del equivalente del PB global al triple.

Esa medida tampoco define la salud de un sistema. Verbigracia, Japón muestra profundo calado, pero sus bancos afrontan carteras incobrables (no tanto como en China), en tanto es exigua la emisión de bonos privados y acciones. Burbujas de precios y sobremisión de deuda pública pueden llevar a más problemas de mercado y correcciones desagradables.

Una de las características del duodecenio 1994-2005 es el aumento mundial de deudas. Factor clave era la creciente emisión de deuda privada. Junto con la pública, aportó casi la mitad del impulso a la expansión de operaciones. En verdad, las colocaciones internacionales de deuda privado, todavía relativamente pequeñas, crecían tres veces más rápido que las locales (27 y 7% anual, respectivamente).

El papel de la deuda pública y privada varía por país o área. El aumento de emisiones públicas era clave en Francia, Italia o Japón. A la inversa, las tomas privadas lo eran en Gran Bretaña. Por tanto, el proceso de titulización es fuente dominante en el endeudamiento a mediano y largo plazos. Hacia 2004, EE.UU. encabezaba la tendencia, con US$ 7,3 billones en activos titulizados: 5,5 billones en letras hipotecarias (alimentadas por un mercado inmobiliario que, por entonces, ya acumulaba US$ 10 billones) y 1,8 billones en bonos.

EE.UU. no sólo es el mercado bursátil y financiero más grande del mundo; también es su cúpula y su canal clave. Con la creación del euro, no obstante, el mercado transatlántico va integrándose y ganando participación. Japón y Gran Bretaña pierden peso, China asciende y el resto del planeta –inclusive Singapur o Latinoamérica- no cuenta. La segunda representa 3,7% del PB global y apenas 2% de activos financieros.

Pese a su declinación, el dólar sigue predominando en los mercados, es la divisa más negociada y se lo prefiere para emitir bonos y acciones. Por supuesto, el euro gana terreno entre bancos centrales, pero está lejos de competir con el dólar. En síntesis, el MGI –con pocas excepciones- cree que ya carece de sentido pensar en escala de mercados nacionales. De un modo u otros, están siendo absorbidos.

Hace unos cinco años, por caso, 12% de las tenencias accionarias en EE.UU.. 25% de la deuda privada y 44% de la pública estaban en manos extranjeras. Hacia 1975, esas proporciones eran apenas 4, 1 y 20%. De 1995 a 2003, otro plazo arbitrario, el flujo internacional de capitales se ha más que triplicado y alcanzó los cuatro billones de dólares anuales.

Este movimiento crea nexos más fuertes entre los mercados locales e indica que, pese a las crisis y las reacción sociopolítica contra la globalización especulativa, el capital continúa integrándose y expandiéndose.

Al respecto, el McKinsey Gobal Institute (MGI) actualizó un estudio y acumuló una amplia base de datos sobre activos financieros y bursátiles en más de cien países, tal como fueron evolucionando de 1980 a 2004/5. Esto redundó en una larga serie de observaciones. Para empezar, “los mercados globales de capital son aparentemente enormes: sus activos (tangibles y virtuales) totalizaban, hace poco más de un año, unos US$ 120 billones –880 veces el producto bruto interno norteamericano- y pueden alcanzar 200 billones hacia 2010. Si las tendencias relevadas hasta 2005 se mantienen”.

Esa masa se multiplica a mayor ritmo que el producto bruto mundial, lo cual señala que se torna más líquida, aunque también más inestable. En efecto, mucho de ese crecimiento refleja la expansión de la deuda pública y privada, amén –como en China- de carteras incobrables. Mientras tanto, se transforman los papeles que desempeñan las principales economías.

Por supuesto, Estados Unidos posee la más grande y mejor organizada plaza financiera, por lo cual atrae emisores de papeles e inversores del exterior. La Eurozona (no confundir con Unión Europea ni, menos, el vago “Europa”) tiende a integrarse más vía fusiones bursátiles. Por su parte, el peso de Japón en el contexto mundial se contrae y China se ha convertido en una fuerza a tener en cuenta; pero está lejos de ser una economía capitalista, pese a lo que tantos imaginan.

El monto total de activos financieros y bursátiles en el planeta –inclusive depósitos bancarios, deuda pública y privada, acciones, derivados- pasó de US$ 12 billones en 1980 a 53 millones en 1993 (+342%) y a 120 billones en 2005 (+900% sobre la primera cifra y +127% sobre la segunda). Al terminar esta década, probablemente alcancen los US$ 200 billones. Por supuesto, se trata de fechas arbitrarias. Hasta 2004, por lo menos, esa expansión fue acompañada por un notable desplazamiento de fondos de los bancos a otros intermediarios (fondos de todo tipo, firmas de valores).

Justamente, apunta el MGI, “esos cambios se evidencian en la disminución de depósitos bancarios, como parte de la masa financiera global, de 45% en 1980 a 28% en 2004”. Sin duda, el fenómeno “se corresponde con la mayor participación en el mercado de instrumentos de deuda, pública y privada. Por consiguiente, ha subido el volumen de títulos y acciones, creando más liquidez y volatilidad”.

En realidad, “mercados globales” quiere decir cuatro áreas que reúnen más de 80% de tenencias bursátiles y financieras. Son EE.UU., la Eurozona, Japòn y Gran Bretaña (en este caso, un anacronismo). Además, esas regiones difieren mucho entre sí. La plaza norteamericana, con US$ 4,2 billones en activos, representa 37% del mundo y está dominada por deuda privada y acciones. En la Eurozona (“los doce”, todavía), los bancos desempeñan un papel más activo. Los mercados de Asia oriental y meridional siguen relativamente aislados entre sí y del mundo, amén de mostrar amplias diferencias.

Japón es la mayor plaza bursátil y cambiaria de oriente (en el segundo caso, también del mundo). Pero persiste allá un estancamiento relativo y, hasta 2005, sólo el gobierno emitía deuda para promover reactivación. Hasta cierto punto, también Londres tiende a declinar.

“Una medida relevante al desarrollo en mercados de riesgo es su fondeo o calado, vale decir la relación entre colocaciones y economía física, en términos de PBI. Dado que los activos bursátiles y financieros trasuntan expectativas a futuro–una forma de especulación-, la masa de deuda y acciones emitida en un país puede superar varias veces el PBI. Así, desde 1980 el valor corriente de esos activos ha subido del equivalente del PB global al triple.

Esa medida tampoco define la salud de un sistema. Verbigracia, Japón muestra profundo calado, pero sus bancos afrontan carteras incobrables (no tanto como en China), en tanto es exigua la emisión de bonos privados y acciones. Burbujas de precios y sobremisión de deuda pública pueden llevar a más problemas de mercado y correcciones desagradables.

Una de las características del duodecenio 1994-2005 es el aumento mundial de deudas. Factor clave era la creciente emisión de deuda privada. Junto con la pública, aportó casi la mitad del impulso a la expansión de operaciones. En verdad, las colocaciones internacionales de deuda privado, todavía relativamente pequeñas, crecían tres veces más rápido que las locales (27 y 7% anual, respectivamente).

El papel de la deuda pública y privada varía por país o área. El aumento de emisiones públicas era clave en Francia, Italia o Japón. A la inversa, las tomas privadas lo eran en Gran Bretaña. Por tanto, el proceso de titulización es fuente dominante en el endeudamiento a mediano y largo plazos. Hacia 2004, EE.UU. encabezaba la tendencia, con US$ 7,3 billones en activos titulizados: 5,5 billones en letras hipotecarias (alimentadas por un mercado inmobiliario que, por entonces, ya acumulaba US$ 10 billones) y 1,8 billones en bonos.

EE.UU. no sólo es el mercado bursátil y financiero más grande del mundo; también es su cúpula y su canal clave. Con la creación del euro, no obstante, el mercado transatlántico va integrándose y ganando participación. Japón y Gran Bretaña pierden peso, China asciende y el resto del planeta –inclusive Singapur o Latinoamérica- no cuenta. La segunda representa 3,7% del PB global y apenas 2% de activos financieros.

Pese a su declinación, el dólar sigue predominando en los mercados, es la divisa más negociada y se lo prefiere para emitir bonos y acciones. Por supuesto, el euro gana terreno entre bancos centrales, pero está lejos de competir con el dólar. En síntesis, el MGI –con pocas excepciones- cree que ya carece de sentido pensar en escala de mercados nacionales. De un modo u otros, están siendo absorbidos.

Hace unos cinco años, por caso, 12% de las tenencias accionarias en EE.UU.. 25% de la deuda privada y 44% de la pública estaban en manos extranjeras. Hacia 1975, esas proporciones eran apenas 4, 1 y 20%. De 1995 a 2003, otro plazo arbitrario, el flujo internacional de capitales se ha más que triplicado y alcanzó los cuatro billones de dólares anuales.

Este movimiento crea nexos más fuertes entre los mercados locales e indica que, pese a las crisis y las reacción sociopolítica contra la globalización especulativa, el capital continúa integrándose y expandiéndose.

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