Londres rechaza oferta del Nasdaq e interviene Bruselas

Los US$ 4.100 millones de la National Association of Security Dealers (NASD) fueron estimados exiguos. Era el tercer intento, en un año, sobre ese mercado. Poco después, la Comisión Europea calificaba de costosa la abundancia de bolsas.

13 marzo, 2006

En rigor, el panel de cotizaciones automáticas (“aq”, sumada a la sigla de la entidad, forma “Nasdaq”), ofrecía £ 1,09 por acción del London stock exchange (LSE), 8% sobre el precio al cerrar la semana pasada. La NASD no ha retirado la propuesta, a diferencia de Deutsche Börse (Fráncfort) y el Macquarie Bank (Australia), los aspirantes durante 2005.

Pero el caso actual es muy distinto, debido al detonante inmediato: hace pocos días, la Bolsa de Nueva York (NYSE) pasaba a cotizar en su propio panel, tras 213 años de existencia, con lo cual será el mayor del mundo en la categorìa y dejará de tener piso fìsico. En ello, se plegará al propio Nasdaq. Ahora bien, si cuaja la fusión de éste con el LSE , el volumen resultante se acercará al del NYSE. Con un atractivo interesante: será clave para negociar papeles de Microsoft, Cisco, Google, IBM, Intel y otras estrellas de la tecnologìa informática.

El rechazo a la oferta por baja, no por incompatible –caso Fráncfort- o poco plausible (caso australiano), deja abiertas algunas posibilidades. Una sería que la mismìsima NYSE compitiera con la NASD. Pero eso dejaría al LSE en la mira de la Comisión Europea.

¿Por qué? Porque, entretanto, en Bruselas el comisario de Finanzas, Charles McCreevy, se reunía con grandes bolsas de la Unión Europea y con Euronext, para plantearles una inequietud convergente. Tras recordar frustraciones y demoras en el proyecto de una eurobolsa plena –data de 1999-, calificó de “costosa” la yuxtaposición de tantos mercados.

La ampliación de la UE, por cierto, aumentó su número, aunque sin aportar plazas significativas. Sin duda, las bolsas relevantes continúan siendo Londres, Fráncfort, Amsterdam, Milán y París. Pero, en este momento, las dos últimas y Madrid están embretadas en el “brote de nacionalismo” provocado por un conflicto relativo a fusiones y adquisiciones –o intentos- indeseables para los gobiernos francés, italiano, español y polaco.

En rigor, el panel de cotizaciones automáticas (“aq”, sumada a la sigla de la entidad, forma “Nasdaq”), ofrecía £ 1,09 por acción del London stock exchange (LSE), 8% sobre el precio al cerrar la semana pasada. La NASD no ha retirado la propuesta, a diferencia de Deutsche Börse (Fráncfort) y el Macquarie Bank (Australia), los aspirantes durante 2005.

Pero el caso actual es muy distinto, debido al detonante inmediato: hace pocos días, la Bolsa de Nueva York (NYSE) pasaba a cotizar en su propio panel, tras 213 años de existencia, con lo cual será el mayor del mundo en la categorìa y dejará de tener piso fìsico. En ello, se plegará al propio Nasdaq. Ahora bien, si cuaja la fusión de éste con el LSE , el volumen resultante se acercará al del NYSE. Con un atractivo interesante: será clave para negociar papeles de Microsoft, Cisco, Google, IBM, Intel y otras estrellas de la tecnologìa informática.

El rechazo a la oferta por baja, no por incompatible –caso Fráncfort- o poco plausible (caso australiano), deja abiertas algunas posibilidades. Una sería que la mismìsima NYSE compitiera con la NASD. Pero eso dejaría al LSE en la mira de la Comisión Europea.

¿Por qué? Porque, entretanto, en Bruselas el comisario de Finanzas, Charles McCreevy, se reunía con grandes bolsas de la Unión Europea y con Euronext, para plantearles una inequietud convergente. Tras recordar frustraciones y demoras en el proyecto de una eurobolsa plena –data de 1999-, calificó de “costosa” la yuxtaposición de tantos mercados.

La ampliación de la UE, por cierto, aumentó su número, aunque sin aportar plazas significativas. Sin duda, las bolsas relevantes continúan siendo Londres, Fráncfort, Amsterdam, Milán y París. Pero, en este momento, las dos últimas y Madrid están embretadas en el “brote de nacionalismo” provocado por un conflicto relativo a fusiones y adquisiciones –o intentos- indeseables para los gobiernos francés, italiano, español y polaco.

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