Londres encuentra un obstáculo para absorber Milán

Por un lado, crece la ofensiva larvada de Nicolas Sarkozy contra el Banco central europeo. Por el otro, el Nasdaq group bloquea desde adentro la fusión Londres-Milán, una idea apoyada por el BCE pero no por París.

12 julio, 2007

La sociedad neoyorquina es realmente una mutación de la National association of security dealers y su panel de cotizaciones automáticas. Juntos, constituyen la sigla NASDaq.

Sucede que el Nasdaq group controla 30% de la London stock exchange (bolsa londinense) y, desde el martes, lo usa para frenar la incorporación de la bolsa milanesa a la LSE. Ambas entidades quedan en posición deslucida, pues ya habían aprobado el matrimonio entre bombos y platillos.

En rigor, el NG convocó a asamblea extraordinaria en Manhattan para rechazar la ampliación del paquete accionario londinense. En lo formal, se niega a emitir más títulos LSE, necesarios para cristalizar el trueque con los de la bolsa de Milán. De paso, este gesto traba la futura conversión de Milán en “bolsa italiana”, al estilo de Fráncfort (deutsche Börse).

Existe un motivo que explica la resistencia: la parte de Nasdaq group en la bolsa londinense bajaría a 22% en caso de emitir nuevas acciones. Como la actual conducción de la LSE había desestimado ya dos intentos de NG para adquirirla, la presente actitud huele a represalia. Sin embargo, analistas alemanes y suizos sospechan que el objetivo real de los neoyorquinos es forzar una renegociación.

Pero el cuadro tal vez sea más complejo. Un francés, Jean-Claude Trichet, fogonea desde el BCE la fusión Londres-Milán, presumeindo que “europeizará” a la LSE. Otro francés, Sarkozy –hostil a Trichet en varias cosas-, la ve como una injerencia británica en las plaza bursátil de la Eurozona. Todo ello sin contar con las luces amarillas emanadas de tres frentes en Estados Unidos (malas hipotecas, compras apalancadas, especulaciones con derivados), preocupantes para el negocio bursátil en general.

La sociedad neoyorquina es realmente una mutación de la National association of security dealers y su panel de cotizaciones automáticas. Juntos, constituyen la sigla NASDaq.

Sucede que el Nasdaq group controla 30% de la London stock exchange (bolsa londinense) y, desde el martes, lo usa para frenar la incorporación de la bolsa milanesa a la LSE. Ambas entidades quedan en posición deslucida, pues ya habían aprobado el matrimonio entre bombos y platillos.

En rigor, el NG convocó a asamblea extraordinaria en Manhattan para rechazar la ampliación del paquete accionario londinense. En lo formal, se niega a emitir más títulos LSE, necesarios para cristalizar el trueque con los de la bolsa de Milán. De paso, este gesto traba la futura conversión de Milán en “bolsa italiana”, al estilo de Fráncfort (deutsche Börse).

Existe un motivo que explica la resistencia: la parte de Nasdaq group en la bolsa londinense bajaría a 22% en caso de emitir nuevas acciones. Como la actual conducción de la LSE había desestimado ya dos intentos de NG para adquirirla, la presente actitud huele a represalia. Sin embargo, analistas alemanes y suizos sospechan que el objetivo real de los neoyorquinos es forzar una renegociación.

Pero el cuadro tal vez sea más complejo. Un francés, Jean-Claude Trichet, fogonea desde el BCE la fusión Londres-Milán, presumeindo que “europeizará” a la LSE. Otro francés, Sarkozy –hostil a Trichet en varias cosas-, la ve como una injerencia británica en las plaza bursátil de la Eurozona. Todo ello sin contar con las luces amarillas emanadas de tres frentes en Estados Unidos (malas hipotecas, compras apalancadas, especulaciones con derivados), preocupantes para el negocio bursátil en general.

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