Le guste o no a Bush, dependerá cada vez más de Venezuela

Los firmes valores de hidrocarburos y la falta de nuevas reservas importantes tornan la economía norteamericana muy vulnerable. Máxime respecto de abastecimientos venezolanos. Esto desaconseja seguir hostigando políticamente a Hugo Chávez.

15 junio, 2006

Sea por vía directa, sea por intermedio de operadores como Colombia, Perú, Uruguay o sectores conservadores en media Latinoamérica. Un estudio de la oficina federal de responsabilidad fiscal (GAO, agencia encargada de supervisar la ejecución presupuestaria) así lo deja entender.

Su objeto es medir la vulnerabilidad de Estados Unidos ante presuntas interrupciones de suministros venezolanos, en el corto y el largo plazos. Así, estima que, si esa corriente se detiene seis meses, el precio de crudos aumentará en US$ 11 por barril y le costará al país unos US$ 23.000 millones adicionales.

No obstante, semejante perspectiva es poco probable. Amén de ser EE.UU. el principal importador de hidrocarburos venezolanos, sus petrodólares aportan la mitad de los ingresos genuinos que percibe Caracas. Por ende, ambos socios de necesitan y no pueden dejarse llevar por factores políticos ni el humor de George W.Bush o Chávez.

Por supuesto, este trabajo agudiza las inquietudes en Washington acerca de la extrema dependencia de crudos importados, pues “si bien las compañías hacen pingües negocios, la seguridad nacional queda comprometida”. El informe pone énfasis en el abasto a largo plazo.

Aunque cuenta con las mayores reservas cubicadas fuera de Rusia y Levante, la producción venezolana ha ido bajando de 3.100.000 a 2.600.000 barriles diarios, entre 2001 y 2005. Por su parte, Caracas sostiene que esas cifras de inexactas y, aparte, el potencial en la faja del Orinoco puede dar vuelta el panorama. Por supuesto, el estudio de la GAO tiene un sesgo político: a su juicio, “las presiones de Chávez sobre empresas norteamericanas disminuyen su voluntad productiva”.

Sea por vía directa, sea por intermedio de operadores como Colombia, Perú, Uruguay o sectores conservadores en media Latinoamérica. Un estudio de la oficina federal de responsabilidad fiscal (GAO, agencia encargada de supervisar la ejecución presupuestaria) así lo deja entender.

Su objeto es medir la vulnerabilidad de Estados Unidos ante presuntas interrupciones de suministros venezolanos, en el corto y el largo plazos. Así, estima que, si esa corriente se detiene seis meses, el precio de crudos aumentará en US$ 11 por barril y le costará al país unos US$ 23.000 millones adicionales.

No obstante, semejante perspectiva es poco probable. Amén de ser EE.UU. el principal importador de hidrocarburos venezolanos, sus petrodólares aportan la mitad de los ingresos genuinos que percibe Caracas. Por ende, ambos socios de necesitan y no pueden dejarse llevar por factores políticos ni el humor de George W.Bush o Chávez.

Por supuesto, este trabajo agudiza las inquietudes en Washington acerca de la extrema dependencia de crudos importados, pues “si bien las compañías hacen pingües negocios, la seguridad nacional queda comprometida”. El informe pone énfasis en el abasto a largo plazo.

Aunque cuenta con las mayores reservas cubicadas fuera de Rusia y Levante, la producción venezolana ha ido bajando de 3.100.000 a 2.600.000 barriles diarios, entre 2001 y 2005. Por su parte, Caracas sostiene que esas cifras de inexactas y, aparte, el potencial en la faja del Orinoco puede dar vuelta el panorama. Por supuesto, el estudio de la GAO tiene un sesgo político: a su juicio, “las presiones de Chávez sobre empresas norteamericanas disminuyen su voluntad productiva”.

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