La plaza financiera local empieza a sentir la crisis

Las declaraciones del gobierno sobre que la crisis subprime no afectaría a la economía nacional son desmentidas por los bancos, que pagan tasas superiores al 15 % y acortan los plazos de financiación. Hay fuga de divisas justo cuando se las necesita para

12 septiembre, 2007

La denominada crisis subprime que sacudió los circuitos financieros mundiales empezó a pegar de lleno en la banca del país, ya que en plena campaña electoral subieron entre tres y cinco puntos las tasas de los créditos para viviendas, lo cual afecta a la clase media.

Las entidades de plaza también sintieron las turbulencias externas, tanto en las ventanillas de plazos fijos, que quedaron desiertas, cuanto en las pérdidas de 30 % que registraron los bonos en pesos ajustables por inflación como consecuencia de la desconfianza en las mediciones que realiza el Indec.

Pero el Banco Central tiene por delante un difícil tránsito para maniobrar la crisis, porque además de la iliquidez que produce la fuga de inversionistas al dólar o a títulos de Estados Unidos, por ejemplo, le recaen los efectos del descenso en el superávit fiscal que tuvo lugar en este año electoral, debido a la política expansiva del gasto que ejecutó el gobierno como estrategia de campaña.

Las arcas fiscales se enderezaron con el traspaso de afiliados de AFJP al régimen estatal de reparto, lo cual permite seguir exhibiendo superávit primario, pero ahora las miradas se dirigen a los $ 14.000 millones pertenecientes al ANSeS cuando el Tesoro trasunta signos de agotamiento.

Los bancos salieron a buscar dinero pagando tasas mayoristas del 15% anual, o sea, el doble que lo ofrecido por los plazos fijos.

Para aliviarles la situación, se los autorizó a enjugar en los balances los quebrantos que recibieron sus carteras de títulos públicos, como consecuencia de la duplicación del riesgo país al desplomarse el mercado de hipotecas norteamericano con sus secuelas en todo el mapa.

Lo cierto es que hay salida neta de dólares por las compras privadas que no cesan, en cantidades que van in crescendo de 700 a 900 millones: en un mes y medio se evaporaron 1.074 millones de dólares de las reservas. El Banco Central sólo se limita a anotar a los grandes compradores y ya no interviene para sostener la paridad, como hacía hace unos meses.

La consecuencia de que sea el propio mercado el que estabilice el tipo de cambio ha permitido frenar la emisión monetaria para, a falta de superávit fiscal, financiar la compra de divisas que ingresan por el comercio exterior.

A la vez, la astringencia que ocasiona la transformación de pesos en dólares hace subir la tasa de interés local, muy a pesar de las instrucciones presidenciales para que ello no suceda en medio de la campaña electoral de su esposa.

Festival de bonos internos

Así entran en escena el festival de bonos internos, ahora depreciados, con los que el BCRA venía regulando el mercado: ocupan 35 % de los depósitos en los bancos y 44% de las reservas.

El desinfle de estos instrumentos de deuda ha obligado al BCRA a subir la tasa que paga por las letras y notas ajustables, y en casos como la Nobac, reconocer 18% anual.

Las inyecciones de liquidez que dio no fueron suficientes para impedir que el call money esté encima de 16%.

Ya es un hecho el encarecimiento del crédito. La escasez de dinero arrojará sombras sobre la economía, como la energética afectó la producción industrial.

Además, tanto en el financiamiento corporativo cuanto en el personal, la reacción de los agentes del mercado fue acortar los plazos y subir las tasas. Tal es así que las tarjetas de crédito resolvieron suspender las financiaciones mayores a las tres cuotas hasta que se establezcan los nuevos parámetros.

Y empresas como Arcor y Edenor suspendieron la emisión de deuda que tenían prevista. El mes pasado se colocó apenas 5% de las obligaciones negociables de julio último.

Vencimientos

Este panorama complejo que presentan las finanzas nacionales se complica con los vencimientos de deuda externa venideros. Hasta fin de año caen 1.150 millones de dólares y el año próximo se esperan 6.050 millones más.

De ahí la urgencia del gobierno de Néstor Kirchner por allanar el camino a su eventual sucesora Cristina al acceso al circuito financiero.

Como adelantáramos desde estas páginas, las conversaciones que mantuvieron en Buenos Aires el casi seguro director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, y el presidente Néstor Kirchner, abordaron el requisito del aval necesario del organismo multinacional a cualquier negociación con el Club de París, eludiendo la cancelación total de la deuda de 6.500 millones de dólares y el regreso de las auditorías.

El gobierno no puede disponer de esa cifra de las reservas para el pago cash ni tampoco políticamente dar un giro de 180 grados y flanquearle la entrada al FMI, con lo cual la última alternativa posible sería obtener una dispensa general, mediante la cual se reciba un aval técnico general a las políticas que ejecuta Argentina en materia de crecimiento, superávit fiscal y medidas anticrisis para el sistema financiero.

En el Ministerio de Economía se estuvieron preparando borradores de negociación con el Club de París contando con la salvaguarda del FMI, que arrancarían de efectuar un pago de 1.500 millones aproximadamente y reestructurar el resto a tres años.

En esa dirección se ha puesto la proa al encarpetar una decisión que anticipáramos ayer, de devaluar aún más la moneda, antes de diciembre, para obtener más recursos fiscales provenientes de las retenciones.

La denominada crisis subprime que sacudió los circuitos financieros mundiales empezó a pegar de lleno en la banca del país, ya que en plena campaña electoral subieron entre tres y cinco puntos las tasas de los créditos para viviendas, lo cual afecta a la clase media.

Las entidades de plaza también sintieron las turbulencias externas, tanto en las ventanillas de plazos fijos, que quedaron desiertas, cuanto en las pérdidas de 30 % que registraron los bonos en pesos ajustables por inflación como consecuencia de la desconfianza en las mediciones que realiza el Indec.

Pero el Banco Central tiene por delante un difícil tránsito para maniobrar la crisis, porque además de la iliquidez que produce la fuga de inversionistas al dólar o a títulos de Estados Unidos, por ejemplo, le recaen los efectos del descenso en el superávit fiscal que tuvo lugar en este año electoral, debido a la política expansiva del gasto que ejecutó el gobierno como estrategia de campaña.

Las arcas fiscales se enderezaron con el traspaso de afiliados de AFJP al régimen estatal de reparto, lo cual permite seguir exhibiendo superávit primario, pero ahora las miradas se dirigen a los $ 14.000 millones pertenecientes al ANSeS cuando el Tesoro trasunta signos de agotamiento.

Los bancos salieron a buscar dinero pagando tasas mayoristas del 15% anual, o sea, el doble que lo ofrecido por los plazos fijos.

Para aliviarles la situación, se los autorizó a enjugar en los balances los quebrantos que recibieron sus carteras de títulos públicos, como consecuencia de la duplicación del riesgo país al desplomarse el mercado de hipotecas norteamericano con sus secuelas en todo el mapa.

Lo cierto es que hay salida neta de dólares por las compras privadas que no cesan, en cantidades que van in crescendo de 700 a 900 millones: en un mes y medio se evaporaron 1.074 millones de dólares de las reservas. El Banco Central sólo se limita a anotar a los grandes compradores y ya no interviene para sostener la paridad, como hacía hace unos meses.

La consecuencia de que sea el propio mercado el que estabilice el tipo de cambio ha permitido frenar la emisión monetaria para, a falta de superávit fiscal, financiar la compra de divisas que ingresan por el comercio exterior.

A la vez, la astringencia que ocasiona la transformación de pesos en dólares hace subir la tasa de interés local, muy a pesar de las instrucciones presidenciales para que ello no suceda en medio de la campaña electoral de su esposa.

Festival de bonos internos

Así entran en escena el festival de bonos internos, ahora depreciados, con los que el BCRA venía regulando el mercado: ocupan 35 % de los depósitos en los bancos y 44% de las reservas.

El desinfle de estos instrumentos de deuda ha obligado al BCRA a subir la tasa que paga por las letras y notas ajustables, y en casos como la Nobac, reconocer 18% anual.

Las inyecciones de liquidez que dio no fueron suficientes para impedir que el call money esté encima de 16%.

Ya es un hecho el encarecimiento del crédito. La escasez de dinero arrojará sombras sobre la economía, como la energética afectó la producción industrial.

Además, tanto en el financiamiento corporativo cuanto en el personal, la reacción de los agentes del mercado fue acortar los plazos y subir las tasas. Tal es así que las tarjetas de crédito resolvieron suspender las financiaciones mayores a las tres cuotas hasta que se establezcan los nuevos parámetros.

Y empresas como Arcor y Edenor suspendieron la emisión de deuda que tenían prevista. El mes pasado se colocó apenas 5% de las obligaciones negociables de julio último.

Vencimientos

Este panorama complejo que presentan las finanzas nacionales se complica con los vencimientos de deuda externa venideros. Hasta fin de año caen 1.150 millones de dólares y el año próximo se esperan 6.050 millones más.

De ahí la urgencia del gobierno de Néstor Kirchner por allanar el camino a su eventual sucesora Cristina al acceso al circuito financiero.

Como adelantáramos desde estas páginas, las conversaciones que mantuvieron en Buenos Aires el casi seguro director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, y el presidente Néstor Kirchner, abordaron el requisito del aval necesario del organismo multinacional a cualquier negociación con el Club de París, eludiendo la cancelación total de la deuda de 6.500 millones de dólares y el regreso de las auditorías.

El gobierno no puede disponer de esa cifra de las reservas para el pago cash ni tampoco políticamente dar un giro de 180 grados y flanquearle la entrada al FMI, con lo cual la última alternativa posible sería obtener una dispensa general, mediante la cual se reciba un aval técnico general a las políticas que ejecuta Argentina en materia de crecimiento, superávit fiscal y medidas anticrisis para el sistema financiero.

En el Ministerio de Economía se estuvieron preparando borradores de negociación con el Club de París contando con la salvaguarda del FMI, que arrancarían de efectuar un pago de 1.500 millones aproximadamente y reestructurar el resto a tres años.

En esa dirección se ha puesto la proa al encarpetar una decisión que anticipáramos ayer, de devaluar aún más la moneda, antes de diciembre, para obtener más recursos fiscales provenientes de las retenciones.

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