Japón retoma el uso de ciertas trabas al capital especulativo

Al cabo de varios años de ”apertura”, la tercera economía del mundo –tras la Unión Europea y Estados Unidos- torna a levantar algunas barreras. En realidad, se trata de restringir ofertas accionarias hostiles y compras apalancadas.

3 mayo, 2008

Un grupo creciente de empresas teme que sus títulos bajen demasiado y lo exponga a tomas no deseadas. Por lo mismo, emplean las “píldoras envenenadas”, un recurso que licúa la participación de accionistas que puedan montar ofensivas.

Bien vistas, estas iniciativas representan una especie de “proteccionista bursátil” que el “Wall Street journal” considera “limitaciones a la inversión externa”. A este medio le preocupa que el gobierno de Tokio apoye esos esquemas que, de todos modo, no comprometen la apertura económica, sino el ingreso de fondos especulativos hoy en decadencia en Estados Unidos y Gran Bretaña.

Sin duda, medios anglosajones apegados al negocio de compras apalancadas están molestos por un reciente episodio. En marzo, el ministerio imperial de economía dictaminó que The Children’s Investment TCI), un fondo inglés que especulado con derivados, no puede elevar participación en Electric Power Development más allá de 9,9%.

En 2007, este fondo especulativo (su nombre es ya una tomada de pelo: “inversiones en niños”) intentó embarrar la venta de ABN Amro Bank. Irritados, el WSJ y el “Financial times” calificaron la resistencia del gobierno como “duro revés para Japón”. Por el contrario, cualquier medida contra TIC u otros operadores de su laya resulta saludables.

Tampoco es razonable cuestionar ese tipo de limitaciones a la apertura nipona. En unos quince años, Tokio permitió la internacionalización de Nissan Motor, Shinsei Bank, etc. Como lo subraya una serie televisual de la NHK (“Buitre”), los villanos reales son TCI, Texas Pacific group, Kohlberg Kravis Roberts, Blackstone y sus colegas.

Un grupo creciente de empresas teme que sus títulos bajen demasiado y lo exponga a tomas no deseadas. Por lo mismo, emplean las “píldoras envenenadas”, un recurso que licúa la participación de accionistas que puedan montar ofensivas.

Bien vistas, estas iniciativas representan una especie de “proteccionista bursátil” que el “Wall Street journal” considera “limitaciones a la inversión externa”. A este medio le preocupa que el gobierno de Tokio apoye esos esquemas que, de todos modo, no comprometen la apertura económica, sino el ingreso de fondos especulativos hoy en decadencia en Estados Unidos y Gran Bretaña.

Sin duda, medios anglosajones apegados al negocio de compras apalancadas están molestos por un reciente episodio. En marzo, el ministerio imperial de economía dictaminó que The Children’s Investment TCI), un fondo inglés que especulado con derivados, no puede elevar participación en Electric Power Development más allá de 9,9%.

En 2007, este fondo especulativo (su nombre es ya una tomada de pelo: “inversiones en niños”) intentó embarrar la venta de ABN Amro Bank. Irritados, el WSJ y el “Financial times” calificaron la resistencia del gobierno como “duro revés para Japón”. Por el contrario, cualquier medida contra TIC u otros operadores de su laya resulta saludables.

Tampoco es razonable cuestionar ese tipo de limitaciones a la apertura nipona. En unos quince años, Tokio permitió la internacionalización de Nissan Motor, Shinsei Bank, etc. Como lo subraya una serie televisual de la NHK (“Buitre”), los villanos reales son TCI, Texas Pacific group, Kohlberg Kravis Roberts, Blackstone y sus colegas.

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