Italia: su sector bancario vive una fiebre de fusiones y adquisiciones

Esta vez, los analistas apuntan a dos líderes autóctonos, Intesa y Capitalia. Entretanto, BNP-Paribas apunta a la traqueteada Banca Nazionale del Lavoro. En Polonia, UniCredit -entidad ítalogermana- afronta presiones del gobierno local.

21 marzo, 2006

En relación con el resto de Europa occidental, la plaza financiera italiana muestra alta fragmentación. Como lo subrayaban escándalos y pujas en torno de Banca Antoniana Popolare Veneta o BNL –para mencionar sólo casos recientes-, nepotismo o trenzas internas y nexos políticos pueden promover o bloquear fusiones y adquisiciones (F&A).

El intento casi mafioso de la aseguradora Unipol sobre BNL acabó con la carrera de Antonio Fazio al frente de Banca d’Italia (central). Hombre demasiado próximo al Vaticano y al catolicismo ultramontano, Fazio cayó por sus interferencias en aras de preservar la “italianidad” del sistema. Pero, en todo caso, era un ejemplo que remitía a la tortuosa historia de la banca italiana desde 1874

En la fase actual, bancos y sociedades de la península se han metido en conflictos creados por brotes de nacionalismo francés, español y polaco. Así, Banque Nationale de París/Banque de Paris et des Pays Bas (BNP-Paribas) se ha lanzado sobre BNL. Pero, como en el choque entre el italiano Enel y el gobierno galo -éste bloqueó la compra de Suez (privada) y forzó la fusión con Gaz de France (estatal)-, BNP-Paribas incluye a ese mismo estado como accionista.

Dentro de Italia, empero, la atención ha sido monopolizada por los contactos entre Giovanni Bazoli (Intesa) y Cesare Geronzi (Capitalia), abiertos a mediados de febrero. Si cristalizasen las negociaciones, sería una “fusión perfecta”, pues Intesa es fuerte en el norte y Capitalia en el centro y el sur. La entidad resultante representaría casi 20% de los depósitos totales y 18% de los créditos. Aparte de reducir el grado de fragmentación financiera, las sinergias agregarían unos € 1.000 millones anuales a las utilidades.

Hay otro detalle interesante: Capitalia no es un banco típico. Vale decir, no está controlado ni dominado por contubernios entre accionistas, clanes familiares, fundaciones o mutuales. No obstante, falta cohesión entre los accionistas de Capitalia, que representa € 18.000 millones en capitalización bursátil. En otro plano, la cercanía de elecciones generales dificulta este tipo de negociaciones, algo que un alemán, un inglés o un holandés no podrían entender.

Los problemas no paran ahí. Sucede que Crédit Agricole (banco francés donde París tiene acciones) posee 18% de Intesa y es el mayor accionista individual. Por tanto, Intesa no puede adoptar ciertas decisiones sin consultar, indirectamente, al gobierno francés. Desde hace tiempo, se sabe que CA se interesa por controlar Intesa, algo que quizá logre hacer sin obstáculos en 2008, cuando expire un convenio entre accionistas que congela hasta entonces la composición del paquete.

Ahora bien, también hay factores políticos. Capitalia es el segundo banco del país y tiene nexos con la alianza derechista que sostiene al tambaleante Silvio Berlusconi. Intesa, el primero, los tiene con la unión de centroizquierda. Igual que la tercera entidad, San Paolo IMI. Por ende, es difícil que haya novedades en las conversaciones hasta después de los comicios, programados para el 9 y el 10 de abril.

En relación con el resto de Europa occidental, la plaza financiera italiana muestra alta fragmentación. Como lo subrayaban escándalos y pujas en torno de Banca Antoniana Popolare Veneta o BNL –para mencionar sólo casos recientes-, nepotismo o trenzas internas y nexos políticos pueden promover o bloquear fusiones y adquisiciones (F&A).

El intento casi mafioso de la aseguradora Unipol sobre BNL acabó con la carrera de Antonio Fazio al frente de Banca d’Italia (central). Hombre demasiado próximo al Vaticano y al catolicismo ultramontano, Fazio cayó por sus interferencias en aras de preservar la “italianidad” del sistema. Pero, en todo caso, era un ejemplo que remitía a la tortuosa historia de la banca italiana desde 1874

En la fase actual, bancos y sociedades de la península se han metido en conflictos creados por brotes de nacionalismo francés, español y polaco. Así, Banque Nationale de París/Banque de Paris et des Pays Bas (BNP-Paribas) se ha lanzado sobre BNL. Pero, como en el choque entre el italiano Enel y el gobierno galo -éste bloqueó la compra de Suez (privada) y forzó la fusión con Gaz de France (estatal)-, BNP-Paribas incluye a ese mismo estado como accionista.

Dentro de Italia, empero, la atención ha sido monopolizada por los contactos entre Giovanni Bazoli (Intesa) y Cesare Geronzi (Capitalia), abiertos a mediados de febrero. Si cristalizasen las negociaciones, sería una “fusión perfecta”, pues Intesa es fuerte en el norte y Capitalia en el centro y el sur. La entidad resultante representaría casi 20% de los depósitos totales y 18% de los créditos. Aparte de reducir el grado de fragmentación financiera, las sinergias agregarían unos € 1.000 millones anuales a las utilidades.

Hay otro detalle interesante: Capitalia no es un banco típico. Vale decir, no está controlado ni dominado por contubernios entre accionistas, clanes familiares, fundaciones o mutuales. No obstante, falta cohesión entre los accionistas de Capitalia, que representa € 18.000 millones en capitalización bursátil. En otro plano, la cercanía de elecciones generales dificulta este tipo de negociaciones, algo que un alemán, un inglés o un holandés no podrían entender.

Los problemas no paran ahí. Sucede que Crédit Agricole (banco francés donde París tiene acciones) posee 18% de Intesa y es el mayor accionista individual. Por tanto, Intesa no puede adoptar ciertas decisiones sin consultar, indirectamente, al gobierno francés. Desde hace tiempo, se sabe que CA se interesa por controlar Intesa, algo que quizá logre hacer sin obstáculos en 2008, cuando expire un convenio entre accionistas que congela hasta entonces la composición del paquete.

Ahora bien, también hay factores políticos. Capitalia es el segundo banco del país y tiene nexos con la alianza derechista que sostiene al tambaleante Silvio Berlusconi. Intesa, el primero, los tiene con la unión de centroizquierda. Igual que la tercera entidad, San Paolo IMI. Por ende, es difícil que haya novedades en las conversaciones hasta después de los comicios, programados para el 9 y el 10 de abril.

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