Infracciones, delitos y sus efectos siguen desvelando a la SEC

La Securities & Exchange commission, en otro esfuerzo para superar disensos, logró un acuerdo interno. Tema: cuándo aplicarles sanciones pecuniarias a las empresas y cuándo no. La idea es no perjudicar al accionista.

7 enero, 2006

Tras la última reunión, a principios de mes, la comisión federal de valor anunció una multa de US$ 50 millones a McAfee, una firma de software, Maotivo: la firma practiba contabilidad fraudulenta que le permitían financiar fusiones y adquisiciones usando acciones sobrepreciadas. Irónicamente, la SEC arguye que, ahora, la empresa es lo bastante fuerte como para pagar esa penalidad.

La comisión indicó que esos fondos serán distribuidos entre accionistas perjudicados. Pero, en otro caso (Applix, una empresa de software más chica), la SEC estimó que no se había beneficiado mucho de sus propias irregularidades y una multa perjudicaría a los accionistas. Ambas compañías habían llegado a arreglos extrajudiciales, pero algunos ex ejecutivos aún afrontar acciones legales de la autoridad reguladora.

“Este acuerdo es una señal fuerte y unánime”, explicaba a los medios Christopher Cox, presidente de la SEC. “Las multas son parte relevate en nuestro programa de inspección y aplicación. Nos permiten determinar factores esenciales para amparar al accionista”.

Bajo el mandato de William Donaldson, antecesor de Cox, los otros dos miembros republicanos de la comisión a veces diferían del presidente, sosteniendo que las multas altas eran impropias y dañaban a los accionistas. Era y es la típica postura de las sociedades y sus abogados. Eso hacía que las sanciones pecuniarias fuesen aprobadas por tres votos a dos. ¿Por qué? Porque el republicano Donaldson apelaba al apoyo de los dos vocales demócratas.

El disidente más estentóreo es Paul Atkins, un republicano que, hasta hace poco, esperaba que el cambio de timonel en la SEC significase un radical cambio de curso. Tras este acuerdo y con gesto agrio, Atkins aclaró que su voto favorable no implica que sus disensos anteriores hayan sido erróneos.

A la sazón, Cox reveló que esa unanimidad demandó cuarenta horas de discusiones. En ellas, los comisionados y dos funcionarios superiores –el consejero general Giovanni Prezioso, la directora de inspecciones Linda Thomsen- revisaron el historial de leyes y jurisprudencia que ha otorgado a la SEC la facultad de imponer multas a las empresas. Debido a que los principios son genéricos, algunos casos ameritarán sanciones económicas y otros no; por ende, futuros disensos siguen siendo posibles.

Por lo común, la comisión ha sido manejada por el presidente, de quen dependen los principales funcionarios de línea. Por ello, los otros comisionados se quejan de que su participación es casi nula, salvo al momento de votar. Ahora, Cox hace esfuerzos para que sus cuatro colegas se involucren más en las causas, esperando reducir el nivel de disputas y críticas en público.

Tras la última reunión, a principios de mes, la comisión federal de valor anunció una multa de US$ 50 millones a McAfee, una firma de software, Maotivo: la firma practiba contabilidad fraudulenta que le permitían financiar fusiones y adquisiciones usando acciones sobrepreciadas. Irónicamente, la SEC arguye que, ahora, la empresa es lo bastante fuerte como para pagar esa penalidad.

La comisión indicó que esos fondos serán distribuidos entre accionistas perjudicados. Pero, en otro caso (Applix, una empresa de software más chica), la SEC estimó que no se había beneficiado mucho de sus propias irregularidades y una multa perjudicaría a los accionistas. Ambas compañías habían llegado a arreglos extrajudiciales, pero algunos ex ejecutivos aún afrontar acciones legales de la autoridad reguladora.

“Este acuerdo es una señal fuerte y unánime”, explicaba a los medios Christopher Cox, presidente de la SEC. “Las multas son parte relevate en nuestro programa de inspección y aplicación. Nos permiten determinar factores esenciales para amparar al accionista”.

Bajo el mandato de William Donaldson, antecesor de Cox, los otros dos miembros republicanos de la comisión a veces diferían del presidente, sosteniendo que las multas altas eran impropias y dañaban a los accionistas. Era y es la típica postura de las sociedades y sus abogados. Eso hacía que las sanciones pecuniarias fuesen aprobadas por tres votos a dos. ¿Por qué? Porque el republicano Donaldson apelaba al apoyo de los dos vocales demócratas.

El disidente más estentóreo es Paul Atkins, un republicano que, hasta hace poco, esperaba que el cambio de timonel en la SEC significase un radical cambio de curso. Tras este acuerdo y con gesto agrio, Atkins aclaró que su voto favorable no implica que sus disensos anteriores hayan sido erróneos.

A la sazón, Cox reveló que esa unanimidad demandó cuarenta horas de discusiones. En ellas, los comisionados y dos funcionarios superiores –el consejero general Giovanni Prezioso, la directora de inspecciones Linda Thomsen- revisaron el historial de leyes y jurisprudencia que ha otorgado a la SEC la facultad de imponer multas a las empresas. Debido a que los principios son genéricos, algunos casos ameritarán sanciones económicas y otros no; por ende, futuros disensos siguen siendo posibles.

Por lo común, la comisión ha sido manejada por el presidente, de quen dependen los principales funcionarios de línea. Por ello, los otros comisionados se quejan de que su participación es casi nula, salvo al momento de votar. Ahora, Cox hace esfuerzos para que sus cuatro colegas se involucren más en las causas, esperando reducir el nivel de disputas y críticas en público.

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