Inesperada señal de acercamiento emitió el FMI

La entidad multilateral “se sentiría muy feliz de recibir una propuesta argentina”. Así señaló el vocero de prensa, Thomas Dawson, otrora activo operador contra el canje de la deuda y en favor de los fondos buitres.

17 noviembre, 2005

En obvio intento de calmar ánimos de Buenos Aires, donde ya se hablaba de suspender “sine die” las eternas negociaciones –ahora por la deuda argentina con el propio FMI- y hasta de abandonar una institución que ya no tiene el poder ni el prestigio de años atrás.

En términos formales, lo que sigue pendiente es un nuevo acuerdo contingente. El anterior, suscripto en 2002, fue desconocido por el propio Fondo en 2003, al retacear aprobación a la tercer revisión trimestral, aunque las metas hubiesen sido sobrecumplidas. Llama la atención que la alianza política conservadora –cuyos medios difunden las especies sobre rompimiento- no tenga en cuenta ese antecedente.

En oblicua alusión a expresiones de Roberto Lavagna (“podríamos sortear 2006 sin llegaraun acuerdo”), que replicaban a esas publicaciones, Dawson se preocupó de recalcar que “mantenemos relaciones normales”. Pero el espectro de Malasia y Tailandia sobrevolaba la sede del organismo.

En cuanto a plazos, Dawson recordó que el gobierno argentino había indicado al FMI que preferían esperar hasta después de las elecciones de octubre para reanudar las negociaciones. Otro factor que explica el cambio de tono es Washington, de donde provenían discretas sugerencias al Fondo para calafatear las relaciones con Buenos Aires.

Contrariamente a lo que se publica en el Río de la Plata, George W.Bush no se ha enfriado respecto de Argentina. Por el contrario, la depreciación política del mejicano Vicente Fox (su PAN tiene escasas posibilidades electorales en 2006), la actitud algo patotera de Venezuela y la crisis en el gobierbno brasileño dejan apenas dos aliados independientes “útiles”: Chile y Argentina.

En obvio intento de calmar ánimos de Buenos Aires, donde ya se hablaba de suspender “sine die” las eternas negociaciones –ahora por la deuda argentina con el propio FMI- y hasta de abandonar una institución que ya no tiene el poder ni el prestigio de años atrás.

En términos formales, lo que sigue pendiente es un nuevo acuerdo contingente. El anterior, suscripto en 2002, fue desconocido por el propio Fondo en 2003, al retacear aprobación a la tercer revisión trimestral, aunque las metas hubiesen sido sobrecumplidas. Llama la atención que la alianza política conservadora –cuyos medios difunden las especies sobre rompimiento- no tenga en cuenta ese antecedente.

En oblicua alusión a expresiones de Roberto Lavagna (“podríamos sortear 2006 sin llegaraun acuerdo”), que replicaban a esas publicaciones, Dawson se preocupó de recalcar que “mantenemos relaciones normales”. Pero el espectro de Malasia y Tailandia sobrevolaba la sede del organismo.

En cuanto a plazos, Dawson recordó que el gobierno argentino había indicado al FMI que preferían esperar hasta después de las elecciones de octubre para reanudar las negociaciones. Otro factor que explica el cambio de tono es Washington, de donde provenían discretas sugerencias al Fondo para calafatear las relaciones con Buenos Aires.

Contrariamente a lo que se publica en el Río de la Plata, George W.Bush no se ha enfriado respecto de Argentina. Por el contrario, la depreciación política del mejicano Vicente Fox (su PAN tiene escasas posibilidades electorales en 2006), la actitud algo patotera de Venezuela y la crisis en el gobierbno brasileño dejan apenas dos aliados independientes “útiles”: Chile y Argentina.

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