Henry Kaufman apuesta todo por el “dólar imperial”

Siguiendo la nueva teoría de la Casa Blanca, un ex ícono de Wall Street resta importancia a los déficit de comercio, presupuesto y pagos externos. Se trata de Henry Kaufman, retirado cuando Salomon Brothers fue absorbida por Citigroup.

1 marzo, 2005

“Los temores de que el dólar caiga por efectos de los déficit combinados son exagerados. La economía norteamericana ha sido, es y será sólida”. Así sostiene quien, durante los 90, era famoso por su pesimismo respecto de la bolsa y el dólar. A los 77, es consultor independiente, asesor de directorio en Lehman Brothers y un notable optimista.

Inquirido por ese cambio de actitud, Kaufman reitera que, a su criterio, no existe la menor posibilidad de que el dólar deje de ser divisa referencial para tarifas y reservas. Dos días antes, Surcorea había anunciado intenciones de diversificar su cartera de tenencias en monedas extranjeras.

Pero los fundamentos que esgrime son más bien políticos, al igual que los empleados por los neoconservadores en torno de George W.Bush: “Estados Unidos es potencia hegemónica, su economía es líder y, por tanto, su moneda también lo es”. No obstante, según estadísticas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, la primera economía del momento –en términos de producto bruto interno- es la Unión Europea. Pero el euro es de circulación exclusiva sólo en doce de sus veinticinco miembros.

“Otros tres imperios, el británico, el holandés y el español, han sido los únicos en imponer su moneda al resto”, asevera. Pero los holandeses nunca lograron extender el florín más allá de algunas colonias. En cuanto a España, su moneda valía no por el poder del imperio, sino por su contenido en oro o plata (como ocurriría luego con las piezas mejicanas).

Un tercer punto recalcado por el ex gurú tiene mayor asidero. “Nuestra economía se desempeña mucho mejor que las de otros países avanzados. Los márgenes locales de ganancia son más altos y las tasas compiten muy bien”. En lo atinente a los enormes déficit norteamericanos, tampoco vislumbra problemas serios.

“¿Quién financiará el rojo fiscal? Veamos, Japón -explica-
seguirá comprándonos deuda a razón de US$ 200.000 millones anuales, porque tiene un alto superávit comercial con nosotros. Por lo mismo, China nos comprará bonos por unos US$ 100.000 millones cada año”.

En cuarto lugar, arguye con una imaginación que asombraría al propio Alan Greesnpan, “la Reserva Federal compra letras por razones de política monetaria. Este canal significa de US$ 50.000 a 75.000 millones. También están los países petroleros, muy líquidos por el alza de precios e incapaces de gastar tanto dinero”.

Ese grupo añadiría lo mismo que la Reserva Federal. En síntesis, la aritmética de Kaufman da la impresión de que los déficit combinados no existen o, a lo sumo, carecen de relevancia. A tal punto que, en su visión, “es peligroso que Washington nos haga suponer que un dólar barato promovería las exportaciones norteamericanas y reduciría nuestra deuda externa”.

Por el contrario, jugar a la baja de la divisa “es un riesgo para los países que la emplean como moneda de reserva y los que han acumulado bonos y otros activos en dólares”. Por eso, el analista apoya las esporádicas promesas de Bush y su secretario de Hacienda, en cuanto a un “dólar fuerte”.

Casi por casualidad, la semana pasada Richard Cheney, vicepresidente e ideólogo de Bush, tornó explícita la nueva bajada de línea ultraconservadora: “los déficit no importan”. Kaufman opina que la frase es sólo técnicamente incorrecta, pues debiera haber discriminado entre el corto plazo –donde en verdad no son relevantes- y el largo o entre déficit fiscal y los otros.

“Cheney parece suponer que los rojos fiscales tampoco pesan a largo plazo. Pero lo hacen, sobre todo si –en determinado punto de un ciclo de negocios, o sea corto- el fisco empieza a competir por fondos con el sector privado y aumenta las tasas”.

En lo que hace al comercio, Kaufman no cree que un dólar barato o muy barato estimule las exportaciones estadounidenses. ¿Por qué? “Porque le llevara mucho tiempo al descenso tener efectos significativos en el comercio exterior. Tangencialmente, califica de “positiva” la exportación de empleos vía tercerización en países de menores costos.

Entonces ¿qué podría convertir los actuales desequilibrio en un desastre económico para EE.UU.? “Crudos a más de US$ 100 el barril, un masivo ataque terrorista en nuestro territorio o un fuerte repunte en la UE y Japón” . Como se ve, Kaufman parangona la prosperidad de grandes economías rivales con un ataque terrorista.

“Los temores de que el dólar caiga por efectos de los déficit combinados son exagerados. La economía norteamericana ha sido, es y será sólida”. Así sostiene quien, durante los 90, era famoso por su pesimismo respecto de la bolsa y el dólar. A los 77, es consultor independiente, asesor de directorio en Lehman Brothers y un notable optimista.

Inquirido por ese cambio de actitud, Kaufman reitera que, a su criterio, no existe la menor posibilidad de que el dólar deje de ser divisa referencial para tarifas y reservas. Dos días antes, Surcorea había anunciado intenciones de diversificar su cartera de tenencias en monedas extranjeras.

Pero los fundamentos que esgrime son más bien políticos, al igual que los empleados por los neoconservadores en torno de George W.Bush: “Estados Unidos es potencia hegemónica, su economía es líder y, por tanto, su moneda también lo es”. No obstante, según estadísticas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, la primera economía del momento –en términos de producto bruto interno- es la Unión Europea. Pero el euro es de circulación exclusiva sólo en doce de sus veinticinco miembros.

“Otros tres imperios, el británico, el holandés y el español, han sido los únicos en imponer su moneda al resto”, asevera. Pero los holandeses nunca lograron extender el florín más allá de algunas colonias. En cuanto a España, su moneda valía no por el poder del imperio, sino por su contenido en oro o plata (como ocurriría luego con las piezas mejicanas).

Un tercer punto recalcado por el ex gurú tiene mayor asidero. “Nuestra economía se desempeña mucho mejor que las de otros países avanzados. Los márgenes locales de ganancia son más altos y las tasas compiten muy bien”. En lo atinente a los enormes déficit norteamericanos, tampoco vislumbra problemas serios.

“¿Quién financiará el rojo fiscal? Veamos, Japón -explica-
seguirá comprándonos deuda a razón de US$ 200.000 millones anuales, porque tiene un alto superávit comercial con nosotros. Por lo mismo, China nos comprará bonos por unos US$ 100.000 millones cada año”.

En cuarto lugar, arguye con una imaginación que asombraría al propio Alan Greesnpan, “la Reserva Federal compra letras por razones de política monetaria. Este canal significa de US$ 50.000 a 75.000 millones. También están los países petroleros, muy líquidos por el alza de precios e incapaces de gastar tanto dinero”.

Ese grupo añadiría lo mismo que la Reserva Federal. En síntesis, la aritmética de Kaufman da la impresión de que los déficit combinados no existen o, a lo sumo, carecen de relevancia. A tal punto que, en su visión, “es peligroso que Washington nos haga suponer que un dólar barato promovería las exportaciones norteamericanas y reduciría nuestra deuda externa”.

Por el contrario, jugar a la baja de la divisa “es un riesgo para los países que la emplean como moneda de reserva y los que han acumulado bonos y otros activos en dólares”. Por eso, el analista apoya las esporádicas promesas de Bush y su secretario de Hacienda, en cuanto a un “dólar fuerte”.

Casi por casualidad, la semana pasada Richard Cheney, vicepresidente e ideólogo de Bush, tornó explícita la nueva bajada de línea ultraconservadora: “los déficit no importan”. Kaufman opina que la frase es sólo técnicamente incorrecta, pues debiera haber discriminado entre el corto plazo –donde en verdad no son relevantes- y el largo o entre déficit fiscal y los otros.

“Cheney parece suponer que los rojos fiscales tampoco pesan a largo plazo. Pero lo hacen, sobre todo si –en determinado punto de un ciclo de negocios, o sea corto- el fisco empieza a competir por fondos con el sector privado y aumenta las tasas”.

En lo que hace al comercio, Kaufman no cree que un dólar barato o muy barato estimule las exportaciones estadounidenses. ¿Por qué? “Porque le llevara mucho tiempo al descenso tener efectos significativos en el comercio exterior. Tangencialmente, califica de “positiva” la exportación de empleos vía tercerización en países de menores costos.

Entonces ¿qué podría convertir los actuales desequilibrio en un desastre económico para EE.UU.? “Crudos a más de US$ 100 el barril, un masivo ataque terrorista en nuestro territorio o un fuerte repunte en la UE y Japón” . Como se ve, Kaufman parangona la prosperidad de grandes economías rivales con un ataque terrorista.

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