Hay crecimiento, pero no como se auguraba

El crecimiento económico no llega ni en los tiempos, ni en la magnitud, ni en la calidad que el gobierno esperaba. En el segundo trimestre del año la actividad apunta a un crecimiento cercano a +2,6% interanual, y posiblemente se mantenga arriba de +3,0% hasta las elecciones.  

28 mayo, 2017

Las proyecciones privadas para 2017 se recienten a la baja luego de un primer trimestre más flojo de lo esperado. En lo que va del segundo trimestre se sumaron fuertes precipitaciones que dañaron y demoraron la cosecha, el renovado impulso inflacionario, y la reciente eclosión de una nueva crisis política en Brasil.

La consultora Econométrica centra el análisis en estas tres características:

• El crecimiento no llega en los tiempos esperados por el Gobierno, que machacó con la idea que la economía rebotaría en el segundo semestre del año pasado. Si bien es cierto que la economía dejó de caer para mitad del año pasado, también lo es que no logró despegar, cerrando el 2016 con una caída del -2,3% del PBI. El dato no es malo si se contrasta con lo que pudo ser el cuarto colapso de la historia argentina reciente (Rodrigazo de los 70, la hiper de los 80, el corralito de los 90 y el populismo del 2000). Pero en vez de discutir si se logró apagar el incendio macroeconómico heredado, o sólo se postergó con deuda (teniendo a Santa Cruz de testigo), el Gobierno prefirió eludir el debate imponiendo el mentado segundo semestre.

• El crecimiento tampoco llega en la magnitud esperada por el Gobierno. En el primer trimestre estimamos que la economía descendió un -0.7% respecto a igual periodo del año anterior. En el segundo trimestre estimamos que la economía ya se puso en terreno positivo, dejando atrás las señales mixtas. Estimamos que presentará un crecimiento superior al +1,2% en términos desestacionalizados y del +2,6% interanual. La reactivación se muestra liderada por una cosecha récord pese a las lluvias y el sector de la construcción. Más atrás llega el consumo tras el cierre de paritarias, dejando margen para la recuperación del salario real ante una inflación que desacelera al 22% interanual para el mes de julio, pese a su renovado impulso.

• Por último y el más importante, el rebote económico tampoco llega con la calidad esperada por el Gobierno. Para esta fecha la idea oficial original era tener una economía traccionada por la inversión privada desde el segundo semestre del año pasado.

Si bien la inversión reacciona desde marzo de este año a tasas de dos dígitos, lo hace desde niveles tan bajos que no tiene la fuerza para arrastrar el crecimiento de toda la macro. Recordamos que la inversión parte de sólo 15% del PBI, que se hereda de los tiempos que Argentina consumía su futuro.

Como la inversión privada no alcanza y la extranjera no llega, el gobierno inició un notorio incremento en las obras públicas por todo el país que permita sostener la actividad, dejando de lado los objetivos fiscales inicialmente planteados.

En definitiva, el crecimiento de la economía no está apoyado en la inversión privada como era la idea original del gobierno en su “lluvia de inversiones”. Si bien acompaña por primera vez en años, el consumo muestra su peso en una economía que estuvo cerrada tantos años. La inversión pública tracciona en el arranque, y la baja de la inflación permite sumar al consumo privado tras el cierre de paritarias. Pero es sabido que la inversión privada necesita más protagonismo para sostener el crecimiento.

 

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