¿Hasta qué punto soportará Wall Street el alza de crudos?

El barril de tejano liviano ronda los US$ 50. Pero gurúes y funcionarios –no sólo en Estados Unidos- sostienen que no es un problema serio. Pero ¿qué pasará si el petróleo llega a los 80 o más que presumen algunos análisis?

23 agosto, 2004

Obviamente, algo tendrá que ocurrir. El tono entre firme y sostenido de algunas bolsas –no todas, como la neoyorquina, en plena campaña relectoral- ya generan pronósticos rosas sobre los balances del actual trimestre. Se habla de utilidades creciendo hasta 15% y apuntalando a George W.Bush en las encuestas, Irak o no Irak.

Aun un sector tan castigado por el alza de combustibles, como los transportes, imagina hasta 42% de mayores ganancias en todo 2004. Al menos la consultora Thomson Financial apuesta a esos números. Al parecer, US$ 50 nominales seguirán siendo un precio bajo para algo que, pasando a dólares constantes el récord de US$ 73 en 1981, debiera llegar a US$ 113 para empardarlo.

No obstante, el impulso registrado durante la tercera semana del mes (6% de avance, tomando máximos) empieza a sembrar dudas. ¿Qué acaecerá si el petróleo sigue subiendo hasta ser caro a valores constantes? ¿Qué pasará si la ilusión de esos US$ 113 estimulan las especulación de los mercados, sean cuales fueren los factores reales?… Por de pronto, las acciones vinculadas a hidrocarburos y derivados muestran un comportamiento extraño.

El índice secundario Dow Jones para el sector (excluye empresas integradas, tipo British Petroleum, ExxonMobil o ChevronTexaco) cedía 5,1% mientras los precios de crudos ascendían 10% en las primeras semanas de agosto. En igual lapso, otro indicador subsectorial, que refleja exploración, equipos y servicios, bajaba 6,3%. A juicio de expertos independientes, son síntomas de que, finalmente, los precios empezarán a ceder este mismo año (eso explicaría el optimismo de Washington)l. También denotan menor actividad exploratoria que, en el futuro, redundará en menos reservas disponibles.

Por supuesto, nadie imagina ya que el nivel vuelva a los US$ 20/23 de hace no muchos años y pocos esperan que regrese a la gama US$ 28-33 que dicen desear ciertos gigantes petroleros y sus aliados, los jeques árabes. A la inversa, la mayoría de los analistas cree que el equilibrio oferta-demanda continuará rígido, sin posibilidades de flexibilizarse en corto plazo. Entretanto, la especulación pura y el temor a substitutos –mejor dicho, a su promoción por parte de potencias importadoras- son variables tan opuestas como influyentes.

Por el momento, domina la especulación. Tanto que, admiten directivos de las propias compañías, el factor añade de cuatro a nueve dólares por barril a los niveles cotidianos. Sin eso, los US$ 49,40 del viernes 20 no habrían pasado de 40,40/45,40. Pero nada es seguro. “Existe una cota máxima, mas ignoramos si será, finalmente, US$ 45, 50 ó 75”, confesaba Tobias Levkovich, director estratégico de Smith Barney, firma de valores controlada por Citigroup.

Admitiendo picos superiores a US$ 50-75 el barril, el optimismo especulativo se limitará a Nueva York y Londres (donde las cotizaciones petroleras pesan en los paneles). Pero la Unión Europea, Japón y las economías emergentes o en desarrollo serán muy perjudicadas. No sólo por los precios de combustibles, sino también por sus efectos inflacionarios y un dólar eventualmente más caro.

Sin la menor duda, como reconocen paladines mercantilistas como el “Financial Times” o el “Wall Street Journal”, el petróleo es hoy objeto favorito de especulación. Inversores, fondos de riesgo, ahorristas y hasta gobiernos están apostando sobre el tapete. Tanta actividad, claro, retroalimenta la ola de aumentos: todos compran y nadie sabe bien cuándo será hora de salirse y tomar ganancias. Inclusive las grande firmas bursátiles o las mayores bancas están en la calesita.

Obviamente, algo tendrá que ocurrir. El tono entre firme y sostenido de algunas bolsas –no todas, como la neoyorquina, en plena campaña relectoral- ya generan pronósticos rosas sobre los balances del actual trimestre. Se habla de utilidades creciendo hasta 15% y apuntalando a George W.Bush en las encuestas, Irak o no Irak.

Aun un sector tan castigado por el alza de combustibles, como los transportes, imagina hasta 42% de mayores ganancias en todo 2004. Al menos la consultora Thomson Financial apuesta a esos números. Al parecer, US$ 50 nominales seguirán siendo un precio bajo para algo que, pasando a dólares constantes el récord de US$ 73 en 1981, debiera llegar a US$ 113 para empardarlo.

No obstante, el impulso registrado durante la tercera semana del mes (6% de avance, tomando máximos) empieza a sembrar dudas. ¿Qué acaecerá si el petróleo sigue subiendo hasta ser caro a valores constantes? ¿Qué pasará si la ilusión de esos US$ 113 estimulan las especulación de los mercados, sean cuales fueren los factores reales?… Por de pronto, las acciones vinculadas a hidrocarburos y derivados muestran un comportamiento extraño.

El índice secundario Dow Jones para el sector (excluye empresas integradas, tipo British Petroleum, ExxonMobil o ChevronTexaco) cedía 5,1% mientras los precios de crudos ascendían 10% en las primeras semanas de agosto. En igual lapso, otro indicador subsectorial, que refleja exploración, equipos y servicios, bajaba 6,3%. A juicio de expertos independientes, son síntomas de que, finalmente, los precios empezarán a ceder este mismo año (eso explicaría el optimismo de Washington)l. También denotan menor actividad exploratoria que, en el futuro, redundará en menos reservas disponibles.

Por supuesto, nadie imagina ya que el nivel vuelva a los US$ 20/23 de hace no muchos años y pocos esperan que regrese a la gama US$ 28-33 que dicen desear ciertos gigantes petroleros y sus aliados, los jeques árabes. A la inversa, la mayoría de los analistas cree que el equilibrio oferta-demanda continuará rígido, sin posibilidades de flexibilizarse en corto plazo. Entretanto, la especulación pura y el temor a substitutos –mejor dicho, a su promoción por parte de potencias importadoras- son variables tan opuestas como influyentes.

Por el momento, domina la especulación. Tanto que, admiten directivos de las propias compañías, el factor añade de cuatro a nueve dólares por barril a los niveles cotidianos. Sin eso, los US$ 49,40 del viernes 20 no habrían pasado de 40,40/45,40. Pero nada es seguro. “Existe una cota máxima, mas ignoramos si será, finalmente, US$ 45, 50 ó 75”, confesaba Tobias Levkovich, director estratégico de Smith Barney, firma de valores controlada por Citigroup.

Admitiendo picos superiores a US$ 50-75 el barril, el optimismo especulativo se limitará a Nueva York y Londres (donde las cotizaciones petroleras pesan en los paneles). Pero la Unión Europea, Japón y las economías emergentes o en desarrollo serán muy perjudicadas. No sólo por los precios de combustibles, sino también por sus efectos inflacionarios y un dólar eventualmente más caro.

Sin la menor duda, como reconocen paladines mercantilistas como el “Financial Times” o el “Wall Street Journal”, el petróleo es hoy objeto favorito de especulación. Inversores, fondos de riesgo, ahorristas y hasta gobiernos están apostando sobre el tapete. Tanta actividad, claro, retroalimenta la ola de aumentos: todos compran y nadie sabe bien cuándo será hora de salirse y tomar ganancias. Inclusive las grande firmas bursátiles o las mayores bancas están en la calesita.

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