Habrá que seguir el dólar futuro y las tasas

Según cómo el BCRA se vaya manejando con el dólar oficial a término y cuánto suba la tasa de interés en la licitación semanal de deuda podría llegar a inferirse si los últimos sucesos cambiarios son el inicio de una estrategia.

28 enero, 2014

Una lectura optimista de los últimos sucesos cambiarios sería que el BCRA aceleró la depreciación del peso temporariamente para estabilizarla más tarde por debajo de la tasa de interés. Pero la elevada inflación y el financiamiento del déficit con emisión vuelven esta estrategia riesgosa, reflexiona el director de abeceb.com, Dante Sica, en su comentario de ayer.

 

Recuerda que durante la jornada del miércoles, el tipo de cambio escaló casi 24 centavos (+3,4% en sólo un día). Y ayer (23/01) esta tendencia se aceleró notablemente, con una suba de 1,19 pesos en apenas tres horas de operaciones para luego cerrar con un avance intradiario de 89 centavos (hasta cerrar en AR$/USD 8,01).

 

De este modo, pondera que en el promedio de enero el dólar acumula una suba de nada menos que 22,8% en lo que va de 2014, y de 37,5% interanual, mientras el paralelo anotó, en este contexto, un nuevo récord alcanzar un nivel alrededor de los $/US$ 13,00, mostrando un incremento de 27,8% en lo que va del año, y de 52,2% interanual. A lo cual suma el anuncio del jefe de Gabinete y el ministro de Economía de esta mañana, en el que se determinó una flexibilización del cepo cambiario, dando lugar –nuevamente, como se había dispuesto previo a su prohibición en julio de 2012- al atesoramiento de dólares para personas físicas según su “capacidad contributiva” al tipo de cambio oficial más el adelanto del pago de impuestos del 20%. Los últimos sucesos en el mercado cambiario despiertan, a la vez, sorpresa y preocupación. Es que no queda claro cuál es la estrategia que estaría siguiendo la autoridad monetaria en las últimas jornadas, primero al permitir una suba abrupta del tipo de cambio, y luego flexibilizando el cepo.

 

Obviamente una razón de peso para dejar flotar el dólar es morigerar el continuo drenaje de reservas: al 21 de enero las mismas ya se ubicaban por debajo de los US$ 30.000 millones, mostrando una caída de más de US$ 1.000 millones en lo que va del mes.

 

Pero el problema es que los efectos de esta estrategia podrían ser muy nocivos en el contexto actual de inflación elevada y dominancia fiscal de la política monetaria.  Es que, en primer lugar, la aceleración de la tasa de depreciación ciertamente tendrá un traspaso a precios, que puede esperarse sea bastante alta en el escenario actual de elevada inercia inflacionaria, y de ausencia de un ancla nominal de las expectativas.

 

Esto cobra particular relevancia en estos días, dado que la inflación ha mostrado una aceleración en el pasado reciente de la mano de los incrementos en alimentos y bebidas, combustibles y transporte (en este sentido, cabe preguntarse sobre la viabilidad del acuerdo acuerdos de precios en un escenario de devaluación de esta magnitud), y sobre todo teniendo en cuenta que en las próximas semanas comenzarán a negociarse los incrementos salariales de 2014.  Pero además, la mayor devaluación seguramente tendrá un efecto negativo sobre las cuentas públicas, dado que si bien mejoraría el valor de las exportaciones, esto sería más que compensado por el incremento en el costo de las importaciones energéticas, el encarecimiento de la deuda pública (nacional y provincial) en dólares (o atada a su valor), y las mayores demandas salariales.

 

Y, dado el régimen de dominancia fiscal en que se encuentra inmersa la política económica, el mayor déficit fiscal se traducirá en una mayor emisión para financiarlo. Con lo que la presión sobre el mercado cambiario (oficial por las vías permitidas, pero también paralelo) y sobre la inflación permanecerán.  En este sentido, una posible interpretación (optimista) de los hechos recientes sería que el BCRA ha decidido acelerar la depreciación del peso temporariamente, con el objetivo de estabilizarla más tarde en ritmos inferiores (en particular, por debajo de la tasa de interés).

 

Es que en los pasados meses, la autoridad monetaria había sostenido en forma sistemática un ritmo de debilitamiento del peso muy superior a la tasa de interés, generando incentivos para que los exportadores demoren la liquidación de sus ventas externas, y para que los importadores adelanten las compras antes de que suba la cotización.

 

En este marco, una depreciación más abrupta, y su posterior estabilización por debajo de la tasa de interés parecería una estrategia preferible, dado que reduciría estos incentivos. Sin embargo, aún no es posible afirmar con certeza que los sucesos de los pasados días forman parte de una estrategia cambiaria deliberada de parte del Central.

 

Para confirmarlo (o no), habrá que estar atentos a los próximos pasos que dé la autoridad monetaria.

 

En primer lugar, en el mercado cambiario oficial a término y futuro en los próximos días, donde habrá que monitorear si se está dispuesto para defender un determinado precio, y reducir la curva de futuros.

 

En otras palabras, en algún momento no muy lejano, el BCRA deberá convencer al mercado de que la depreciación que vimos fue la última, y no la primera de muchas más.

 

Y en segundo lugar, habrá que monitorear lo que suceda en la licitación semanal de deuda (LEBACs y NOBACs) del próximo martes, donde la autoridad monetaria deberá dar una señal contundente en materia de tasas de interés, de manera de mostrarse firme en su objetivo de desacelerar el ritmo de expansión monetaria en 2014. En cualquier caso, incluso siendo optimistas sobre el rumbo futuro de la política monetaria/cambiaria, hay que tener en cuenta que en la medida que persista la actual descoordinación de la política económica, y en especial la dominancia fiscal de la política monetaria, el BCRA sólo podrá comprar -en el mejor de los casos- algo de tiempo.

 

Pero mientras no se corrija el déficit fiscal (de la mano de una corrección del precio relativo de la energía), los desbalances macro continuarán in crescendo.

 

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