Fiat SpA sacude la bolsa de Milán y GM tiene problemas de dinero

Mientras el grupo confirmaba la conversión de opciones, factores adversos golpearon sus papeles y el mercado. Entre ellos, temores por las tres grandes economías (Unión Europea, EE.UU., Japón), crisis política en Italia e iliquidez en GM.

19 abril, 2005

Una suspensión de transacciones en un título bursátil siempre es noticia, mucho más si se trata de Fiat, que dejó de cotizar porque bajaba demasiado. (11%). Además, durante la primera parte de la rueda, el lunes 18, cambiaron de manos 64 millones de acciones ordinarias, o sea 8% del paquete. Lo malo es que, amén de razones “internas”, la caída formaba parte de un fenómeno extendido a Milán y varias plazas de Europa occidental.

El contexto general estaba dominado por temores sobre desaceleración con algo de inflación en Estados Unidos (segunda economía del mundo) y la Unión Europea (primera). A ello se añadían el escaso crecimiento en Japón (tercera) y la crisis política desatada por Silvio Berlusconi, cuya mala gestión fiscal también pesa.

Volviendo a Fiat, de pronto el clima se recalentó por la mora de General Motors en pagar la última cuota de arreglo de divorcio, que asciende a € 550 millones. Acá surgíó un síntoma alarmante también para Wall Street: se dice que esa cuota no se cubrió en febrero porque GM no tenía liquidez suficiente. Normalmente, el gigante no tendría problemas para afrontar un vencimiento por algo más de US$ 715 millones.

Reanudados los negocios, el papel recortó pérdidas a 4,1%. Poco antes, quedaba ratificado el cronograma para canje de opciones por accioners, que se inicia en mayo y terminará en septiembre. Ello modificará en gran medida la composición del paquete del holding Fiat SpA, al ingresar los ocho bancos que salvaron a la firma con un empréstito por € 3.000 millones en mayo de 2002.

La nómina de entidades “bonistas” explica las complicaciones preivisibles. Son Intesa, Unicredito, Capitalia, San Paolo-IMI, Monte del Paschi di Siena, BNP Paribas, BNL y ABN Amro. Los primeros cuatro bancos quedaron involucrados en el escándalo Parmalat (2003). El último pelea por comprar una banca italiana (AntonVeneta) y el penúltimo será adquirido por el español BBVA.

Basta pensar qué puede ocurrir cuando el consorcio “de facto” controle 30% del paquete Fiat, o sea más que los Agnelli. En la composición actual, el accionista dominante es Giovanni Agnelli e Cia. (caja fuerte familiar, cuyo nombre legalmente no debiera ser el de un fallecido; 30,4%). La siguen el fondo británico Tiaa-Cref (3,6%), Assicurazioni Generali (2,9%), Libyan Arab SA (2,4%) y Mediobanca (2,2%).

Hacia septiembre, las modificaciones productos de la conversión achicarán notablemente la parte de los Agnelli y el poder de su “representante”, Sergio Marchionne. Entonces, cortarán el bacalao Corrado Passera (Intesa), Alessandrp Profumo (Unicredito), Enrico Salza (San Paolo-IMI) y Matteo Arpe (Capitalia). Si es que, entretanto, algún banco grande de afuera no se queda con otro futuro accionista.

Una suspensión de transacciones en un título bursátil siempre es noticia, mucho más si se trata de Fiat, que dejó de cotizar porque bajaba demasiado. (11%). Además, durante la primera parte de la rueda, el lunes 18, cambiaron de manos 64 millones de acciones ordinarias, o sea 8% del paquete. Lo malo es que, amén de razones “internas”, la caída formaba parte de un fenómeno extendido a Milán y varias plazas de Europa occidental.

El contexto general estaba dominado por temores sobre desaceleración con algo de inflación en Estados Unidos (segunda economía del mundo) y la Unión Europea (primera). A ello se añadían el escaso crecimiento en Japón (tercera) y la crisis política desatada por Silvio Berlusconi, cuya mala gestión fiscal también pesa.

Volviendo a Fiat, de pronto el clima se recalentó por la mora de General Motors en pagar la última cuota de arreglo de divorcio, que asciende a € 550 millones. Acá surgíó un síntoma alarmante también para Wall Street: se dice que esa cuota no se cubrió en febrero porque GM no tenía liquidez suficiente. Normalmente, el gigante no tendría problemas para afrontar un vencimiento por algo más de US$ 715 millones.

Reanudados los negocios, el papel recortó pérdidas a 4,1%. Poco antes, quedaba ratificado el cronograma para canje de opciones por accioners, que se inicia en mayo y terminará en septiembre. Ello modificará en gran medida la composición del paquete del holding Fiat SpA, al ingresar los ocho bancos que salvaron a la firma con un empréstito por € 3.000 millones en mayo de 2002.

La nómina de entidades “bonistas” explica las complicaciones preivisibles. Son Intesa, Unicredito, Capitalia, San Paolo-IMI, Monte del Paschi di Siena, BNP Paribas, BNL y ABN Amro. Los primeros cuatro bancos quedaron involucrados en el escándalo Parmalat (2003). El último pelea por comprar una banca italiana (AntonVeneta) y el penúltimo será adquirido por el español BBVA.

Basta pensar qué puede ocurrir cuando el consorcio “de facto” controle 30% del paquete Fiat, o sea más que los Agnelli. En la composición actual, el accionista dominante es Giovanni Agnelli e Cia. (caja fuerte familiar, cuyo nombre legalmente no debiera ser el de un fallecido; 30,4%). La siguen el fondo británico Tiaa-Cref (3,6%), Assicurazioni Generali (2,9%), Libyan Arab SA (2,4%) y Mediobanca (2,2%).

Hacia septiembre, las modificaciones productos de la conversión achicarán notablemente la parte de los Agnelli y el poder de su “representante”, Sergio Marchionne. Entonces, cortarán el bacalao Corrado Passera (Intesa), Alessandrp Profumo (Unicredito), Enrico Salza (San Paolo-IMI) y Matteo Arpe (Capitalia). Si es que, entretanto, algún banco grande de afuera no se queda con otro futuro accionista.

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