Exceso de bienes sin vender y riesgos para la expansión global

La política de inventarios “justo a tiempo” parece saturar muchas empresas alrededor del planeta. Desde camionetas Dodge hasta celulares Sanyo, hay bienes sin vender y esto puede trabar la economía mundial bajando producción y empleo.

6 diciembre, 2006

En todas partes, señala un análisis de Bloomberg’s, “durante el tercer trimestre las existencias en fábrica han subido por primera vez desde 2001”. Eso revela también un informe de Union des Banques Suisses (UBS, filial Londres). ¿Qué hay detrás del fenómeno? Sin duda, un inesperado retroceso en la demanda del público, especialmente en Estados Unidos. A su vez, ello refleja alzas de combustibles –recién aflojaban en octubre-, desinfle de la burbuja inmobiliaria y deterioro del empleo.

“Reducir tantos excedentes de artículos durables, automotores inclusive, será un proceso doloroso”, señala Giuseppe LaVorgna, analista principal de Deustche Bank Securities (Nueva York). “Cuanto más velozmente las empresas aligeren inventarios, mayor será el impacto en la economía. Esto puede poner en peligro el empleo y, con él, la demanda de bienes”.

Firmas tan diversas como la líder siderúrgica Mittal-Arcelor, el minorista californiano Williams-Sonoma o las fábricas alemanas de juguetes ya han comenzado a disminuir producción, como respuesta a la baja de ventas y el aumento de existencias. En el segundo caso, el management ha cometido errores.

Naturalmente, hay riesgo de que los recortes se retroalimenten, en desmedro de la demanda, la inversión y el crecimiento. Esto ya ocurre en Detroit o en una automotriz como Volkswagen. El despido de trabajadores como recurso para mejorar balances –aunque los analistas miren para otro lado- acaba resintiendo el consumo en las áreas afectadas. Por de pronto, estos días varias ciudades europeas fueron recorridas por manifestaciones contra la política laboral de Volkswagen.

Inclusive expertos adictos al mercado financiero, como Jan Hartzius (Goldman Sachs Group) o Peter Hooper (DB Securities), han reducido pronósticos sobre expansión debido al descenso fabril y la persistencia de inventarios altos. Sin embargo, los grandes bancos centrales sostienen que no pasa nada y los recortes de producción son apenas “autocorrecciones naturales”.

Como se sabe, la Reserva Federal, el Banco central europeo, el Banco de Inglaterra y el de Japón sostienen que los mercados son en esencia perfectos. No es casual que el parámetro de la RF para medir la inflación sea un índice de precios subyacentes sin alimentos, energía ni combustibles. O sea, sin consumidores.

Esta situación de los inventarios tiene su historia. Arranca de hace unos quince años, cuando el management adoptó el sistema de inventarios justo a tiempo (sucesor de la fallida calidad total). Pero “la fórmula nunca consiguió eliminar completamente existencias no deseadas. Eso se torna evidente cuando, como ocurre hoy, se enfrían el crecimiento y la demanda”, apunta la consultoría Global Insight (Boston).

Algo similar sucedió a mediados de 2000. Varias industrias se encontraron con inventarios sobrecargados –mientras colapsaban la burbuja puntocom y el mito de la “nueva economía”-, fruto de menor gasto en bienes de capital y menos exportaciones. Hacia marzo de 2001, Estados Unidos y la Eurozona entraban en una recesión puntualmente negada por los bancos centrales.

En esta nueva coyuntura, el problema parece más agudo en EE.UU., cuyo producto bruto interno pasó de avanzar 5,6% anual en el primer trimestre a sólo 2,2% en el tercero. Resulta irónico que, descontando el alza de inventarios (a US$ 58.000 millones en términos anualizados), ese guarismo no habría pasado de 1,6%.

“Las consecuencias se verán este trimestre y el siguiente, pues las empresas irán eliminando inventarios excesivos”, pronostica la consultoría neoyorquina High Frequency. Roger Kubarych, ex analista de la Reserva Federal, va más lejos. Cree que el arrastre de esos inventarios y su reducción puede “prolongarse todo 2007. Máxime si las materias primas siguen perdiendo el terreno ganado hasta julio de 2006 y, por ende, no hay incentivos para acumular insumos”.

El proceso ya perjudica al empleo: sólo en octubre, la industrias eliminó 39.000 puestos laborales. “Esta tendencia se mantiene”, afirma Hatzius, que acaba de bajar de 2,5 a 2% anual su pronóstico sobre el PBI en este cuarto final del año.

En todas partes, señala un análisis de Bloomberg’s, “durante el tercer trimestre las existencias en fábrica han subido por primera vez desde 2001”. Eso revela también un informe de Union des Banques Suisses (UBS, filial Londres). ¿Qué hay detrás del fenómeno? Sin duda, un inesperado retroceso en la demanda del público, especialmente en Estados Unidos. A su vez, ello refleja alzas de combustibles –recién aflojaban en octubre-, desinfle de la burbuja inmobiliaria y deterioro del empleo.

“Reducir tantos excedentes de artículos durables, automotores inclusive, será un proceso doloroso”, señala Giuseppe LaVorgna, analista principal de Deustche Bank Securities (Nueva York). “Cuanto más velozmente las empresas aligeren inventarios, mayor será el impacto en la economía. Esto puede poner en peligro el empleo y, con él, la demanda de bienes”.

Firmas tan diversas como la líder siderúrgica Mittal-Arcelor, el minorista californiano Williams-Sonoma o las fábricas alemanas de juguetes ya han comenzado a disminuir producción, como respuesta a la baja de ventas y el aumento de existencias. En el segundo caso, el management ha cometido errores.

Naturalmente, hay riesgo de que los recortes se retroalimenten, en desmedro de la demanda, la inversión y el crecimiento. Esto ya ocurre en Detroit o en una automotriz como Volkswagen. El despido de trabajadores como recurso para mejorar balances –aunque los analistas miren para otro lado- acaba resintiendo el consumo en las áreas afectadas. Por de pronto, estos días varias ciudades europeas fueron recorridas por manifestaciones contra la política laboral de Volkswagen.

Inclusive expertos adictos al mercado financiero, como Jan Hartzius (Goldman Sachs Group) o Peter Hooper (DB Securities), han reducido pronósticos sobre expansión debido al descenso fabril y la persistencia de inventarios altos. Sin embargo, los grandes bancos centrales sostienen que no pasa nada y los recortes de producción son apenas “autocorrecciones naturales”.

Como se sabe, la Reserva Federal, el Banco central europeo, el Banco de Inglaterra y el de Japón sostienen que los mercados son en esencia perfectos. No es casual que el parámetro de la RF para medir la inflación sea un índice de precios subyacentes sin alimentos, energía ni combustibles. O sea, sin consumidores.

Esta situación de los inventarios tiene su historia. Arranca de hace unos quince años, cuando el management adoptó el sistema de inventarios justo a tiempo (sucesor de la fallida calidad total). Pero “la fórmula nunca consiguió eliminar completamente existencias no deseadas. Eso se torna evidente cuando, como ocurre hoy, se enfrían el crecimiento y la demanda”, apunta la consultoría Global Insight (Boston).

Algo similar sucedió a mediados de 2000. Varias industrias se encontraron con inventarios sobrecargados –mientras colapsaban la burbuja puntocom y el mito de la “nueva economía”-, fruto de menor gasto en bienes de capital y menos exportaciones. Hacia marzo de 2001, Estados Unidos y la Eurozona entraban en una recesión puntualmente negada por los bancos centrales.

En esta nueva coyuntura, el problema parece más agudo en EE.UU., cuyo producto bruto interno pasó de avanzar 5,6% anual en el primer trimestre a sólo 2,2% en el tercero. Resulta irónico que, descontando el alza de inventarios (a US$ 58.000 millones en términos anualizados), ese guarismo no habría pasado de 1,6%.

“Las consecuencias se verán este trimestre y el siguiente, pues las empresas irán eliminando inventarios excesivos”, pronostica la consultoría neoyorquina High Frequency. Roger Kubarych, ex analista de la Reserva Federal, va más lejos. Cree que el arrastre de esos inventarios y su reducción puede “prolongarse todo 2007. Máxime si las materias primas siguen perdiendo el terreno ganado hasta julio de 2006 y, por ende, no hay incentivos para acumular insumos”.

El proceso ya perjudica al empleo: sólo en octubre, la industrias eliminó 39.000 puestos laborales. “Esta tendencia se mantiene”, afirma Hatzius, que acaba de bajar de 2,5 a 2% anual su pronóstico sobre el PBI en este cuarto final del año.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades