En España, arrecia la campaña contra Argentina
La inusual franqueza de Néstor Kirchner continúa irritando a empresarios, ejecutivos y entre bambalinas- funcionarios españoles. Ahora, un vicepresidente de Repsol habla de oportunismo político.
Para los intereses hispánicos en el país, éste es visto “como
una excepción, donde ocurrieron todas las cosas malas posibles en los dos
últimos años y aún no se ve claro el rumbo futuro”.
Confundiendo fechas, Ramón Blanco -vicepresidente “corporativo”
de Repsol YPF- fue más allá este fin de semana: “Algunos políticos
descubrieron que cargar contra el inversor extranjero sirve para ganar votos”.
Según despachos originados en la península, a Blanco le molestó
una pregunta sobre la reticencia de su grupo a explorar reservas, en tanto explota
las cubicadas años atrás por YPF cuando era estatal. Tampoco le
gustó una comparación desfavorable con Petrobrás, que hace
lo contrario.
“Las privatizaciones tienen mala imagen en Latinoamérica y Kirchner
aprovechó eso”, comentaba al respecto un columnista madrileño
de derechas. Al parecer, ni él ni Blanco saben que la tecnocracia del
Banco Mundial también abriga dudas sobre las bondades de la privatización
o la malventa de activos de países periféricos. En el caso de
YPF, para “abaratarla” se asentaban como gastos ordinarios las inversiones
de capital; precisamente, en exploración.
Ya desatado, el directivo ibérico criticó a Techint por comprarle
gas en pesos pero “cobrarme en dólares sus tubos de acero”.
Comparó al grupo italiano con los hoteles argentinos que tarifan en dólares
pero pagan el combustible en pesos (ahí no le falta algo de razón).
Menos cauto que Carlos Solchaga -ministro de Economía en el gobierno
socialista y hoy en un “lobby” empresario- o Enrique Iglesias (jefe
del BID, afín a Washington), Blanco suena bastante más agresivo
en el problema de tarifas y afirma, en relación con el gobierno argentino:
“El riesgo político y el oportunismo pueden afectar decisiones de
inversión”.
Para los intereses hispánicos en el país, éste es visto “como
una excepción, donde ocurrieron todas las cosas malas posibles en los dos
últimos años y aún no se ve claro el rumbo futuro”.
Confundiendo fechas, Ramón Blanco -vicepresidente “corporativo”
de Repsol YPF- fue más allá este fin de semana: “Algunos políticos
descubrieron que cargar contra el inversor extranjero sirve para ganar votos”.
Según despachos originados en la península, a Blanco le molestó
una pregunta sobre la reticencia de su grupo a explorar reservas, en tanto explota
las cubicadas años atrás por YPF cuando era estatal. Tampoco le
gustó una comparación desfavorable con Petrobrás, que hace
lo contrario.
“Las privatizaciones tienen mala imagen en Latinoamérica y Kirchner
aprovechó eso”, comentaba al respecto un columnista madrileño
de derechas. Al parecer, ni él ni Blanco saben que la tecnocracia del
Banco Mundial también abriga dudas sobre las bondades de la privatización
o la malventa de activos de países periféricos. En el caso de
YPF, para “abaratarla” se asentaban como gastos ordinarios las inversiones
de capital; precisamente, en exploración.
Ya desatado, el directivo ibérico criticó a Techint por comprarle
gas en pesos pero “cobrarme en dólares sus tubos de acero”.
Comparó al grupo italiano con los hoteles argentinos que tarifan en dólares
pero pagan el combustible en pesos (ahí no le falta algo de razón).
Menos cauto que Carlos Solchaga -ministro de Economía en el gobierno
socialista y hoy en un “lobby” empresario- o Enrique Iglesias (jefe
del BID, afín a Washington), Blanco suena bastante más agresivo
en el problema de tarifas y afirma, en relación con el gobierno argentino:
“El riesgo político y el oportunismo pueden afectar decisiones de
inversión”.
