El oro rozó US$ 566 en Nueva York, pico desde febrero de 1981

Tras efímero repliegue, la onza de oro (31,104 gramos, ley 99,44%) alcanzó US$566 en Nueva York. Las operaciones a término proyectaban US$ 580 a un mes. Algunos lo tachan de “timba”, por la disparidad con Londres (US$ 557 al contado).

24 enero, 2006

Los inminentes cambios en la composición de reservas del banco central chino, la debilidad del dólar (el euro volvió a US$ 1,23 tras mucho tiempo), el problema iraní y compras de especuladores privados han inflado el metal. Esta semana arrancó con 9,6% de avance desde fin de 2005.

Cabe recordar que diciembre había tenido su propio máximo, US$ 526,25, también en Manhattan. Para entonces, el metal áureo había subido 17% en todo 2005. Sin duda, los mercados creen que el oro puede beneficiarse de una eventual diversificación de reservas chinas y crudos que vuelven a orillar US$ 68/69 el barril. Por cierto, Beijing confirmó que analiza nuevas formas de administrar reservas.

Al punto, el resto del mundo dedujo que reduciría la parte en dólares en beneficio de otras divisas. En cuanto al contexto general, debe recordarse que este avance del oro empezó al terminar 2000, cuando estaba en apenas 280, y acumula 102% en algo más de cinco años.

Resulta irónico que Union des Banques Suisses le viera en diciembre riesgos a la repreciación del metal áureo, viejo amor de los hélvetas. En efecto, UBS, Wall Street y la City temen que el alto precio del oro ponga en peligro acciones, bonos públicos y privados, etcétera, por dos caminos: presiones inflacionarias y freno al moderado crecimiento de la economía norteamericana.

Existe un tercer ángulo: el estancamiento en la producción del metal y el riesgo de que los bancos centrales (los mismos que vendieron casi todas sus tenencias durante los años 90) vuelvan a comprar. Ya lo han hecho Brasil, Rusia, Sudáfrica, Argentina y otros, en una reacción tan típica como poco aconsejable: colocarse en un activo cuando sube.

Como muchos expertos han señalado, este auge dorado no es –por ahora- como los anteriores a 1980. Primero, por la ausencia de proyecciones unívocas. Contra UBS, por ejemplo, Deutsche Bank estima que el promedio al contado en 2006 no pasará de US$ 490 y recién volverá a 550 en 2007. En el extremo opuesto, varios grandes intermediarios pronostican que este año el oro terminará en US$ 650.

En segundo lugar, este grupo y los suizos creen que los inversores –individuales e institucionales- ven firme demanda en la actividad joyera. También, creen que la inflación irá trepando en Estados Unidos, cuya moneda volverá a deteriorarse ante divisas rivales (el euro volvión a USD$ 1,23 el lunes). Ergo, piensan en el metal de nueva como refugio “duro”.

Por supuesto, el oro sigue lejos del precio nominal más alto en la historia, US$ 850, registrado el 20 de enero de 1980. En verdad, a dólares constantes, hoy debiera rozar 1.300 para igualar aquel valor. Sea como fuere, el papel del metal como refugio en caso de guerras, catástrofes y corridas fue atenuándose desde ese máximo. Así, la crisis petrolera de 1973/5 lo hizo subir 55%, mientras el Standard&Poor’s 500 se desplomaba 43,5%. Pero la violenta alza de crudos experimentada desde octubre de 2004 hasta mediados de 2005 no tuvo ni de lejos aquellos efectos en el oro.

Durante el fin de semana, otro factores asomaban. Por ejemplo, Beirut cotizaba el oro a más de US$ 567, por demanda originada en Siria, Irak, Palestina, Israel y Jordania. Según expertos locales, eso respondía a creciente inquietud sobre la vida de Ariel Sharón. También las nuevas tensiones en Irán y Occidente obran en favor de colocaciones duras, el oro entre ellas. En este caso, la demanda se origina en Saudiarabia y Kuweit, don un jeque de 77 en silla de ruedas ha reemplazado a su primo, muerto a los 78.

Los inminentes cambios en la composición de reservas del banco central chino, la debilidad del dólar (el euro volvió a US$ 1,23 tras mucho tiempo), el problema iraní y compras de especuladores privados han inflado el metal. Esta semana arrancó con 9,6% de avance desde fin de 2005.

Cabe recordar que diciembre había tenido su propio máximo, US$ 526,25, también en Manhattan. Para entonces, el metal áureo había subido 17% en todo 2005. Sin duda, los mercados creen que el oro puede beneficiarse de una eventual diversificación de reservas chinas y crudos que vuelven a orillar US$ 68/69 el barril. Por cierto, Beijing confirmó que analiza nuevas formas de administrar reservas.

Al punto, el resto del mundo dedujo que reduciría la parte en dólares en beneficio de otras divisas. En cuanto al contexto general, debe recordarse que este avance del oro empezó al terminar 2000, cuando estaba en apenas 280, y acumula 102% en algo más de cinco años.

Resulta irónico que Union des Banques Suisses le viera en diciembre riesgos a la repreciación del metal áureo, viejo amor de los hélvetas. En efecto, UBS, Wall Street y la City temen que el alto precio del oro ponga en peligro acciones, bonos públicos y privados, etcétera, por dos caminos: presiones inflacionarias y freno al moderado crecimiento de la economía norteamericana.

Existe un tercer ángulo: el estancamiento en la producción del metal y el riesgo de que los bancos centrales (los mismos que vendieron casi todas sus tenencias durante los años 90) vuelvan a comprar. Ya lo han hecho Brasil, Rusia, Sudáfrica, Argentina y otros, en una reacción tan típica como poco aconsejable: colocarse en un activo cuando sube.

Como muchos expertos han señalado, este auge dorado no es –por ahora- como los anteriores a 1980. Primero, por la ausencia de proyecciones unívocas. Contra UBS, por ejemplo, Deutsche Bank estima que el promedio al contado en 2006 no pasará de US$ 490 y recién volverá a 550 en 2007. En el extremo opuesto, varios grandes intermediarios pronostican que este año el oro terminará en US$ 650.

En segundo lugar, este grupo y los suizos creen que los inversores –individuales e institucionales- ven firme demanda en la actividad joyera. También, creen que la inflación irá trepando en Estados Unidos, cuya moneda volverá a deteriorarse ante divisas rivales (el euro volvión a USD$ 1,23 el lunes). Ergo, piensan en el metal de nueva como refugio “duro”.

Por supuesto, el oro sigue lejos del precio nominal más alto en la historia, US$ 850, registrado el 20 de enero de 1980. En verdad, a dólares constantes, hoy debiera rozar 1.300 para igualar aquel valor. Sea como fuere, el papel del metal como refugio en caso de guerras, catástrofes y corridas fue atenuándose desde ese máximo. Así, la crisis petrolera de 1973/5 lo hizo subir 55%, mientras el Standard&Poor’s 500 se desplomaba 43,5%. Pero la violenta alza de crudos experimentada desde octubre de 2004 hasta mediados de 2005 no tuvo ni de lejos aquellos efectos en el oro.

Durante el fin de semana, otro factores asomaban. Por ejemplo, Beirut cotizaba el oro a más de US$ 567, por demanda originada en Siria, Irak, Palestina, Israel y Jordania. Según expertos locales, eso respondía a creciente inquietud sobre la vida de Ariel Sharón. También las nuevas tensiones en Irán y Occidente obran en favor de colocaciones duras, el oro entre ellas. En este caso, la demanda se origina en Saudiarabia y Kuweit, don un jeque de 77 en silla de ruedas ha reemplazado a su primo, muerto a los 78.

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