El BCRA emite más de 7 pesos por cada dólar

El creciente déficit fiscal motoriza una fuerte emisión monetaria que ha erosionado la credibilidad del peso. La creación del Cedin aspira a imponer una moneda alternativa que morigere la natural tendencia de la población a sustituir peso por dólar. 

8 julio, 2013

Las posibilidades de éxito son bajas, advierte el informe semanal del Instituto de Desarrollo Social (IDESA).No por los cuestionamientos de varios gobiernos provinciales, sino por la poca confianza que genera el gobierno nacional. Las mismas razones que destruyeron el peso son las que condicionan la viabilidad del Cedin, señala.        
Ya las personas tienen la posibilidad de llevar sus dólares no declarados a cualquier banco comercial y cambiarlos por estos certificados. Los Cedin pueden volver a ser convertidos a dólares en la medida que su tenedor demuestre que ha realizado una obra o la venta de un inmueble. 
El gobierno aspira a que el Cedin sea una moneda alternativa que contenga la natural tendencia de la gente a usar el dólar frente a la degradación del peso a raíz de la alta y persistente inflación. 
El Cedin tendrá aceptación en la medida que exista confianza de que su convertibilidad uno a uno con el dólar será respetada. Es decir, que exista el convencimiento de que el gobierno no caerá en la tentación de emitir Cedin sin respaldo de dólares. 
Por eso resulta muy pertinente analizar el comportamiento que viene teniendo el Banco Central en relación a la emisión de pesos.
Tomando información oficial publicada por el propio Banco Central correspondiente a abril de cada año se observa que: 
En 2011 las reservas en el Banco Central eran U$S 52 mil millones mientras que los pesos emitidos eran $167 mil millones, o sea que por cada dólar de reserva había emitidos prácticamente 3 pesos.
En 2012 las reservas eran U$S 48 mil millones y los pesos emitidos subieron a $223 mil millones, o sea que por cada dólar había emitidos casi 5 pesos.
En 2013 las reservas vuelven a disminuir a U$S 38 mil millones mientras que los pesos emitidos vuelven a subir a $287 mil millones, o sea que por cada dólar de reserva hay emitidos más de 7 pesos.
Estos datos oficiales testimonian que la conducta del Banco Central en los últimos años ha sido emitir pesos sin consideración al nivel de reservas. 
El proceso ha sido tan intenso que le da sustento a un nivel de dólar paralelo muy por encima de la cotización fijada para el dólar oficial. 
Estos antecedentes alimentan el temor de que la suerte corrida por el peso también la sufra el Cedin. Es decir, que deje de ser convertible a dólares debido a que el Banco Central lo emita sin respaldo de moneda extranjera.
El problema de fondo es que el déficit fiscal creciente demanda emisión creciente. 
En la medida que no exista un plan serio para encuadrar las cuentas públicas, el Banco Central seguirá siendo presionado para emitir sin respaldo. 
La masiva emisión de pesos es el camino que se ha venido utilizando de manera acelerada, a costa de potenciar el proceso inflacionario y deteriorar las funcionalidades del peso como instrumento de ahorro y de medio de cambio. 
Que el Cedin corra igual suerte no parece una hipótesis descabellada si el gobierno no da señales de morigerar al menos algunas de las vías por las que se dilapidan fondos públicos; por ejemplo, los subsidios económicos.
La desconfianza se alimenta también por la sistemática violación de reglas que se viene desplegando. 
En casos extremos se llegó a hechos inéditos en la historia argentina y con pocos antecedentes en el mundo. 
Entre los más relevantes aparece las manipulaciones de las estadísticas del INDEC, la estatización de los ahorros previsionales, la apropiación de las reservas del Banco Central, la estatización de empresas, la utilización del Estado para aplicar abierta o veladamente amenazas, las presiones sobre la justicia, la degradación del sistema federal a través del sometimiento de gobiernos locales, y la masificación de subsidios discrecionales y poco transparentes a empresas públicas y privadas.
Que la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe hayan tomado la decisión de no adherir al “blanqueo” tiene incidencia muy limitada. 
Su principal impacto es desviar la atención hacia cuestiones secundarias. 
El fracaso del Cedin no lo va a generar la decisión de estos gobiernos provinciales, sino la persistencia del déficit fiscal y la emisión no controlada. 
Por eso, el tema de fondo que hace al éxito del Cedin y a la posibilidad de generar condiciones para un proceso sostenido de progreso económico y social, es un drástico y profundo cambio en la forma de organizar y gestionar el Estado, concluye IDESA.  
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