EE.UU. sugiere al comité global no presionar tanto, pero la campaña no cede

Como era de preverse, la abusiva propuesta de Nicola Stock y Hans Humes fue contraproducente. En vez de acompañarla, Estados Unidos pide menos dureza. No obstante, continúan las presiones en Buenos Aires.

20 julio, 2004

Alan Larson, subsecretario de asuntos económicos en el departamento de Estado, pidió a los grupos que dicen representar bonistas “menos dureza con Argentina”. De visita en Buenos Aires, el funcionario les recordó que “la capacidad de pagos del país es reducida”, No obstante, recomendó al gobierno “tener más en cuenta las ideas de los acreedores privados”.

Durante reuniones con Roberto Lavagna y Néstor Kirchner –en ese orden-, Larson coincidió con el titular económico, en cuanto a que, en poco más de dos semanas, el Fondo Monetaria aprobará la última revisión del desempeño fiscal. También ve con buenos ojos el proyecto de fideicomiso para evitar que los futuros bonos de canje caigan en manos de fondos buitres, un sector hoy en la mira de Washington.

Pero la campaña de prensa fogoneada por el “comité global” no cede, aunque haya pedido espacios. La carta de intención ante el FMI no incluye nada sobre las negociaciones con bonistas ni “mejoras” en la oferta oficial. En realidad, ambos temas son ajenos al objetivo de la revisión en sí.

Por otra parte, no parece atinado introducir cambios en una presentación formal, no ante esa entidad sino ante la Comisión Federal de Valores (SEC, Securities & Exchange Commission). Obviamente, Larson pertenece al mismo poder ejecutivo del cual depende la SEC. Contra lo alegado por algún medio, las negociaciones con acreedores privados no han sido cerradas por Argentina, sino por un “comité” cuyo grado de representatividad sigue sin definirse.

Por supuesto, la inevitable “fuente allegada a las negociaciones con el Fondo” (nunca se sabe bien cuál) descarta un entendimiento con el organismo. Pero lo mismo se decía, no hace mucho, sobre la actitud estadounidense ante Argentina (ver “Mercados y finanzas”).

En otro plano, el interés por bonos “nuevos” –potencialmente, también, los que resulten del canje con acreedores- tiende a aumentar al conocerse buenos números. En junio, el producto bruto industrial subió 0,8% respecto de mayo, aunque el II trimestre haya cerrado con 1,3% de descenso. Pero acumula 11,5% en los últimos doce meses (respecto de julio de 2003; no de junio, como insiste el Indec, aferrado a su “año de 13 meses”). Según se sabe, el canje abarca un bono ligados a la evolución de la economía real.

Alan Larson, subsecretario de asuntos económicos en el departamento de Estado, pidió a los grupos que dicen representar bonistas “menos dureza con Argentina”. De visita en Buenos Aires, el funcionario les recordó que “la capacidad de pagos del país es reducida”, No obstante, recomendó al gobierno “tener más en cuenta las ideas de los acreedores privados”.

Durante reuniones con Roberto Lavagna y Néstor Kirchner –en ese orden-, Larson coincidió con el titular económico, en cuanto a que, en poco más de dos semanas, el Fondo Monetaria aprobará la última revisión del desempeño fiscal. También ve con buenos ojos el proyecto de fideicomiso para evitar que los futuros bonos de canje caigan en manos de fondos buitres, un sector hoy en la mira de Washington.

Pero la campaña de prensa fogoneada por el “comité global” no cede, aunque haya pedido espacios. La carta de intención ante el FMI no incluye nada sobre las negociaciones con bonistas ni “mejoras” en la oferta oficial. En realidad, ambos temas son ajenos al objetivo de la revisión en sí.

Por otra parte, no parece atinado introducir cambios en una presentación formal, no ante esa entidad sino ante la Comisión Federal de Valores (SEC, Securities & Exchange Commission). Obviamente, Larson pertenece al mismo poder ejecutivo del cual depende la SEC. Contra lo alegado por algún medio, las negociaciones con acreedores privados no han sido cerradas por Argentina, sino por un “comité” cuyo grado de representatividad sigue sin definirse.

Por supuesto, la inevitable “fuente allegada a las negociaciones con el Fondo” (nunca se sabe bien cuál) descarta un entendimiento con el organismo. Pero lo mismo se decía, no hace mucho, sobre la actitud estadounidense ante Argentina (ver “Mercados y finanzas”).

En otro plano, el interés por bonos “nuevos” –potencialmente, también, los que resulten del canje con acreedores- tiende a aumentar al conocerse buenos números. En junio, el producto bruto industrial subió 0,8% respecto de mayo, aunque el II trimestre haya cerrado con 1,3% de descenso. Pero acumula 11,5% en los últimos doce meses (respecto de julio de 2003; no de junio, como insiste el Indec, aferrado a su “año de 13 meses”). Según se sabe, el canje abarca un bono ligados a la evolución de la economía real.

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