Edwards: un chileno que ya no cree en bonistas
Sebastián Edwards, analista financiero vinculado a uno de los clanes dominantes en Chile, sostiene que los bonistas ya están agotados. En realidad, alude a los intermediarios que dicen representarlos.
Docente en la universidad de California (Los Ángeles), el experto prevé “un rápido trámite para el canje. Roberto Lavagna tiene razón al insistir en que no habrá plata fresca para los acreedores privados”. Resulta llamativo que, mientras un compatriota suyo –Claudio Lóser- tenga una postura, similar, otro (Eduardo Aninat) siga batiendo el parche en favor de los “comités”.
Hablando con un medio porteño, Edwards estima que la restructuración dependerá de cuánto representen los bonos a la par en relación con los de descuento. El ex analista jefe del BIRF –cargo otorgado a monetaristas chilenos con llamativa frecuencia- le cree al ministro argentino: no habrá adelantos en efectivo (por algún motivo, dice “cash up front”). Es más, “si hay mejora en la opción de bonos ligados al PBI, no será substancial”.
Tanto Edwards como Lavagna y otros tienen un motivo. Pero ha sido expresado por un columnista del “New York Times”: pese a presiones y amenazas, ni los “comités” ni los reales tenedores de bonos en cese de pagos se apresuran a venderlos. ¿Por qué? Porque los recompraron a precio vil a los verdaderos damnificados, es decir los clientes de bancas y firmas de valores que se los vendían sin aclarar que eran chatarra. En verdad, sus emisores –los gobiernos de 1996 a 2001- eran insolventes potenciales.
Volviendo al analista de la UCLA, también matiza la reticencia de empresas extranjeras a invertir en Argentina. Admite un ingrediente de inseguridad jurídica, pero subraya otro: “Aún no se ve que los argentinos que se llevaron US$ 80.000 millones los hayan repatriado”. Esto viene sosteniéndolo desde hace tiempo Roberto Alemann. Pero hay un detalle que los analistas conservadores soslayan: entre quienes sacaron dinero del país figuran dirigentes políticos de casi todos los colores –inclusive trotskistas-, banqueros, deportistas, “gurúes” económicos, funcionarios de los tres poderes, artistas y hasta promotres de cacerolazos.
Docente en la universidad de California (Los Ángeles), el experto prevé “un rápido trámite para el canje. Roberto Lavagna tiene razón al insistir en que no habrá plata fresca para los acreedores privados”. Resulta llamativo que, mientras un compatriota suyo –Claudio Lóser- tenga una postura, similar, otro (Eduardo Aninat) siga batiendo el parche en favor de los “comités”.
Hablando con un medio porteño, Edwards estima que la restructuración dependerá de cuánto representen los bonos a la par en relación con los de descuento. El ex analista jefe del BIRF –cargo otorgado a monetaristas chilenos con llamativa frecuencia- le cree al ministro argentino: no habrá adelantos en efectivo (por algún motivo, dice “cash up front”). Es más, “si hay mejora en la opción de bonos ligados al PBI, no será substancial”.
Tanto Edwards como Lavagna y otros tienen un motivo. Pero ha sido expresado por un columnista del “New York Times”: pese a presiones y amenazas, ni los “comités” ni los reales tenedores de bonos en cese de pagos se apresuran a venderlos. ¿Por qué? Porque los recompraron a precio vil a los verdaderos damnificados, es decir los clientes de bancas y firmas de valores que se los vendían sin aclarar que eran chatarra. En verdad, sus emisores –los gobiernos de 1996 a 2001- eran insolventes potenciales.
Volviendo al analista de la UCLA, también matiza la reticencia de empresas extranjeras a invertir en Argentina. Admite un ingrediente de inseguridad jurídica, pero subraya otro: “Aún no se ve que los argentinos que se llevaron US$ 80.000 millones los hayan repatriado”. Esto viene sosteniéndolo desde hace tiempo Roberto Alemann. Pero hay un detalle que los analistas conservadores soslayan: entre quienes sacaron dinero del país figuran dirigentes políticos de casi todos los colores –inclusive trotskistas-, banqueros, deportistas, “gurúes” económicos, funcionarios de los tres poderes, artistas y hasta promotres de cacerolazos.
