Dos astutos abogados usaban fraudes para combatir fraudes

En Círculo de codicia, William Lerach y Melvin Weiss tocan el cielo y caen tras poner de rodillas a grandes empresas. Su gesta la describen Patrick Dillon y Carl Cannon en el libro homónimo. “Gracias a Dios por esa codicia”, sostiene la obra.

2 marzo, 2010

<p>Ente las haza&ntilde;as del d&uacute;o figura una compa&ntilde;&iacute;a de Silicon Valley que hab&iacute;a estafado a accionistas. Tras una carrera de treinta a&ntilde;os, ambos socios fueron a la c&aacute;rcel por sobornar gente para abrir juicios contra prominentes y fraudulentas firmas norteamericanas. Luego armaban causas que restitu&iacute;an millones de d&oacute;lares a inversores o v&iacute;ctimas y les redituaban jugosos honorarios.<br />
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El texto, no siempre claro (emplea mal &ldquo;h&uuml;br&iacute;s&rdquo;), puede leerse como met&aacute;fora de la soberbia como clave del capitalismo. Al principio, los abogados aciertan en sus diagn&oacute;sticos, pero acaban emul&aacute;ndolos y caen por &ldquo;emplear fraude contra el fraude&rdquo;. <br />
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En efecto, Lerach era pionero de las acciones colectivas, donde grupos que reivindican un inter&eacute;s com&uacute;n vulnerado se juntan para apelar en los tribunales. Su especialidad era armar velozmente &ndash;algunos hablan de aprietes especulativos- casos contra compa&ntilde;&iacute;as en problemas m&aacute;s sus bancos, contadores y asesores.<br />
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Sus blancos eran la flor y nata del qui&eacute;n es qui&eacute;n empresario y financieros. Figuraban Goldman Sachs, Hewlett-Packard, WorldCom o American Telephone &amp; Telegraph. Pero su logro m&aacute;s espectacular ser&iacute;a la despedida del d&uacute;o: obtuvieron miles de millones de banqueros envueltos en el colapso de Enron (2001), el hoy difunto gigante tejano de energ&iacute;a y combustibles. <br />
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Dillon y Cannon siguieron la trayectoria de Lerach &ndash;la de Weiss no tanto- desde fines de los a&ntilde;os 70, cuando planeaban hacer un libro junto con &eacute;l. Como recuerdan hoy, &ldquo;la llamativa cooperaci&oacute;n de Lerach reflejaba su seguridad de exponer fallas y defectos del capitalismo empresario y la necesidad de poner a los ejecutivos en la picota&rdquo;.<br />
En el libro que finalmente hicieron, previa salvaguardia de sus derechos intelectuales, Lerach aparece como una especie de Calib&aacute;n que obra contra los Pr&oacute;speros que gobiernan grupos multinacionales o de la &ldquo;nueva econom&iacute;a&rdquo;. Como el personaje de Shakespeare (La tempestad), el letrado parece demasiado humano, pero su talento y brillo son minados por una fatal tendencia: permitir que enemistades en el foro contagiasen sus acciones cotidianas y viceversa. <br />
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El sesgo prorrepublicano del libro se patentiza al poner como ejemplo de soberbia la ofensiva de Lerach y Weiss sobre el entonces vicepresidente Richard Cheney. Ambos pretend&iacute;an que depusiera contra Halliburton, grupo del cual RC fue presidente hasta 2000 y gestor informal de negocios en Irak despu&eacute;s, cuando estaba con George W.Bush. <br />
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Hay algo rescatable en la trayectoria de Lerach: fabricar denunciantes pagados era malo, pero peor era que los verdaderos ahorristas e inversores de Enron o WorldCom no tuviesen acceso debido a los estrados judiciales. En marzo, ambos abogados salen en libertad condicional y muchos les dar&aacute;n la bienvenida al ruedo. <br />
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