Dólares argentinos que se van vía bancos uruguayos
Algunos legisladores han denunciado formalmente la salida ilegal por dinero por US$ 42.000 millones en 2001. Por otra parte, los argentinos siguen pasando fondos al dólar y acumulan unos US$ 113.000 millones, sacados al exterior vía Montevideo.
En sentido estricto y según aclara un informe del Banco Central, los US$
113.000 millones de ahorristas e inversores argentinos -inclusive personas jurídicas-
no están “fuera del país”, sino “fuera de la jurisdicción
monetaria” del BCRA, que emite pesos, no otras monedas. Fuentes privadas
estiman que casi todo ese monto ha ido saliendo vía Montevideo, donde la
desconfianza creada por la caída de entidades y mal manejo de la crisis
(“el gobierno uruguayo sólo se ocupó de los banqueros, no del
deterioro de la moneda y el desmedido aumento de precios”, comentaba “O
Globo”) espantaron al dinero de no residentes.
Volviendo a la Argentina, los depósitos en pesos han ido reconstruyéndose
y cierran enero en alrededor de $ 58.620 millones. Más o menos, US$ 18.320
millones. Buena parte del monto está en plazos fijos (unos $ 32.340 millones)
y hay casi 24.000 millones circulando en billetes, metálico y cuasimonedas
provinciales.
En lo atinente a los US$ 42.000 millones sacados del país mediante documentos
de identificación falsos, de menores o de muertos, medios del Congreso
estiman que Montevideo puede haber sido el canal. Pero no ya el destino. La
escasa difusión de las investigaciones hechas por una comisión
de diputados -especialmente en Uruguay, cuyos medios generalmente responden
a los intereses del sector financiero- ha sido subrayada en Brasil y Estados
Unidos.
Debido en parte al caso Conzi y su vinculación con fraudes en EE.UU.,
más la protección dispensada por policías y otros funcionarios
uruguayos, Washington vuelve a interesarse en el “offshore” rioplatense.
“Fondos de origen dudoso o directamente ilícitos llegan hoy a Miami
o Nueva York mediante cierta banca especializada de Montevideo”, indican
expertos norteamericanos. Si bien Colonia, Piriápolis, Punta del Este
y las “ciudades dobles” de la frontera norte también funcionan
como “puentes”, las operaciones importantes pasan por Montevideo.
La legislación oriental, dictada por media docena de bancos hace treinta
años a un gobierno militar, incluye libertad de operación superior
a la de Suiza, autorización para hacer todo tipo de contrato en divisas,
cambios sin restricciones, secreto casi absoluto, posibilidad de crear empresas,
holdings, etc. en simples oficinas y exenciones tributarias (objetadas varias
veces). El cierre o la suspensión de Banco Comercial -propiedad del ex
Banco General de Negocios, Buenos Aires-, Caja Obrera, Banco de Montevideo y
Banco de Crédito (grupo Moon) abrió una brecha por la cual se
han ido la confianza y los depósitos.
En particular, el Estado se ha desprestigiado por ser accionista en dos entidades.
A su vez, el afer BGN involucra a los hermanos José y Carlos Rohm -uno
preso, el otro prófugo-, más sus socios internacionales. Nada
menos que JP Morgan Chase, Dresdner Bank y Groupe Crédit Suisse.
En sentido estricto y según aclara un informe del Banco Central, los US$
113.000 millones de ahorristas e inversores argentinos -inclusive personas jurídicas-
no están “fuera del país”, sino “fuera de la jurisdicción
monetaria” del BCRA, que emite pesos, no otras monedas. Fuentes privadas
estiman que casi todo ese monto ha ido saliendo vía Montevideo, donde la
desconfianza creada por la caída de entidades y mal manejo de la crisis
(“el gobierno uruguayo sólo se ocupó de los banqueros, no del
deterioro de la moneda y el desmedido aumento de precios”, comentaba “O
Globo”) espantaron al dinero de no residentes.
Volviendo a la Argentina, los depósitos en pesos han ido reconstruyéndose
y cierran enero en alrededor de $ 58.620 millones. Más o menos, US$ 18.320
millones. Buena parte del monto está en plazos fijos (unos $ 32.340 millones)
y hay casi 24.000 millones circulando en billetes, metálico y cuasimonedas
provinciales.
En lo atinente a los US$ 42.000 millones sacados del país mediante documentos
de identificación falsos, de menores o de muertos, medios del Congreso
estiman que Montevideo puede haber sido el canal. Pero no ya el destino. La
escasa difusión de las investigaciones hechas por una comisión
de diputados -especialmente en Uruguay, cuyos medios generalmente responden
a los intereses del sector financiero- ha sido subrayada en Brasil y Estados
Unidos.
Debido en parte al caso Conzi y su vinculación con fraudes en EE.UU.,
más la protección dispensada por policías y otros funcionarios
uruguayos, Washington vuelve a interesarse en el “offshore” rioplatense.
“Fondos de origen dudoso o directamente ilícitos llegan hoy a Miami
o Nueva York mediante cierta banca especializada de Montevideo”, indican
expertos norteamericanos. Si bien Colonia, Piriápolis, Punta del Este
y las “ciudades dobles” de la frontera norte también funcionan
como “puentes”, las operaciones importantes pasan por Montevideo.
La legislación oriental, dictada por media docena de bancos hace treinta
años a un gobierno militar, incluye libertad de operación superior
a la de Suiza, autorización para hacer todo tipo de contrato en divisas,
cambios sin restricciones, secreto casi absoluto, posibilidad de crear empresas,
holdings, etc. en simples oficinas y exenciones tributarias (objetadas varias
veces). El cierre o la suspensión de Banco Comercial -propiedad del ex
Banco General de Negocios, Buenos Aires-, Caja Obrera, Banco de Montevideo y
Banco de Crédito (grupo Moon) abrió una brecha por la cual se
han ido la confianza y los depósitos.
En particular, el Estado se ha desprestigiado por ser accionista en dos entidades.
A su vez, el afer BGN involucra a los hermanos José y Carlos Rohm -uno
preso, el otro prófugo-, más sus socios internacionales. Nada
menos que JP Morgan Chase, Dresdner Bank y Groupe Crédit Suisse.
