Dólar débil y brote inflacionario frenaron a Wall Street (16-XI)

Las acciones neoyorquinas cedieron el martes al saberse que los precios mayoristas saltaron 1,7% en octubre, el mayor margen en catorce años. Mientras el crudo tejano se movía poco (-0,8%), el euro remontaba hasta US$ 1,297.

16 noviembre, 2004

La inesperada noticia sobre el índice mayorista proviene del departamento federal de Trabajo. De inmediato, gurúes y operadores salieron a vender, temiendo los efectos del dato en la próxima reunión del comité monetario. En efecto, en diciembre la Reserva Federal debe resolver si elevar 25 o 50 puntos básicos las tasas referenciales. Luego, habrá una pausa hasta febrero.

Acciones financieras (Citigroup), de la construcción (Centex) y del comercio minorista (Wal-Mart) encabezaron el descenso. En el último caso, también pesó un retroceso en ventas y menores expectativas para las fiestas. Hubo bajas en el Dow Jones industrial (-0,55%), el Standard&Poor’s 500 (-0,65%) y el Nasdaq compuesto (-0,73%).

“Quienes suponen que la RF no apretará las tuercas el mes que viene, quedarán descolocados. El dólar en licuación y los precios mayoristas son señales amarillas”. Así sostiene un analista de Commonfund, una cartera de US$ 30.000 millones en Connecticut.

Pesimismo en corto plazo

Moviéndose cerca de US$ 1,30, el horizonte cortoplacista del euro –estiman varios expertos- llega a 1,36. Nadie le cree a John Snow (todavía secretario de Hacienda) cuando predice “un dólar fuerte”, ante el cauto silencio de Alan Greenspan.

Es la tercera semana seguida con el euro marcando máximos absolutos contra el dólar (US$ 1,301 ayer mismo), lo cual pone un poco en ridículo las declaraciones formuladas ayer por Snow. Sobre todo, porque siguen de cerca a opiniones bastante duras de Paul Volcker (influyente antecesor de Greenspan en la Reserva Federal) sobre los tres déficit combinados –presupuesto, pagos exterior, comercio- y la extrema vulnerabilidad de la divisa norteamericana.

Existe un factor político nada desdeñable, subrayado por el nombramiento de Condoleezza Rice en lugar de Colin Powell (secretaría de Estado). A saber, que el apretado triunfo electoral y la imposibilidad de otra reelección ayudan a que George W.Bush no pare mientes en bancos centrales ni estrategas financieros de Japón o la Unión Europea, en cuanto a hacer algo con el dólar.

El empecinamiento de Snow, mero replicante de Bush, no tiene en cuenta que, además, el dólar ha marcado mínimas absolutas ante el franco suizo y la esterlina. Si todavía no cede al piso en Tokio (¥ 104,20, 31 de marzo), es sólo porque el Banco de Japón (central) sigue comprando dólares masivamente cada vez que el precio roza ¥ 105.

Es más: según un estudio efectuado por una banca privada holandesa, si hoy existiera el marco alemán, también marcaría récords. De hecho, la inepcia del Banco Central Europea –carece de políticas cambiarias anticíclicas-, la firmeza británica en abandonar la libra y el turbio futuro que afronta la constitución de la UE despiertan un movimiento larvado en Alemania, Italia y Francia, en pro de liquidar la Eurozona y volver a las monedas nacionales o dejar el euro como divisa de cálculo.

“Las cotizaciones internacionales del dólar se mueven ordenadamente”, insiste Snow. “La Casa Blanca ha dejado todo en manos del mercado y éste ha resuelto que la moneda norteamericana es insostenible, aun a los niveles del momento”, afirma un informe de Deutsche Bank Asset Management (Londres). “La demanda de bonos y letras, o sea deuda estadounidense, cede entre inversores e intermediarios de valores alrededor del mundo”, coincide BNP-Paribas (París).

Al cierre del lunes (US$ 1,2933), el dólar ha perdido algo más de 20% desde que Bush está en el gobierno (20 de enero de 2001). Eso en relación con una canasta de divisas. Por el contrario, durante las gestiones de Robert Rubin y Lawrence Summer –secretarios de Hacienda bajo William J.Clinton-, la moneda referencial había ganado casi 24%.

La inesperada noticia sobre el índice mayorista proviene del departamento federal de Trabajo. De inmediato, gurúes y operadores salieron a vender, temiendo los efectos del dato en la próxima reunión del comité monetario. En efecto, en diciembre la Reserva Federal debe resolver si elevar 25 o 50 puntos básicos las tasas referenciales. Luego, habrá una pausa hasta febrero.

Acciones financieras (Citigroup), de la construcción (Centex) y del comercio minorista (Wal-Mart) encabezaron el descenso. En el último caso, también pesó un retroceso en ventas y menores expectativas para las fiestas. Hubo bajas en el Dow Jones industrial (-0,55%), el Standard&Poor’s 500 (-0,65%) y el Nasdaq compuesto (-0,73%).

“Quienes suponen que la RF no apretará las tuercas el mes que viene, quedarán descolocados. El dólar en licuación y los precios mayoristas son señales amarillas”. Así sostiene un analista de Commonfund, una cartera de US$ 30.000 millones en Connecticut.

Pesimismo en corto plazo

Moviéndose cerca de US$ 1,30, el horizonte cortoplacista del euro –estiman varios expertos- llega a 1,36. Nadie le cree a John Snow (todavía secretario de Hacienda) cuando predice “un dólar fuerte”, ante el cauto silencio de Alan Greenspan.

Es la tercera semana seguida con el euro marcando máximos absolutos contra el dólar (US$ 1,301 ayer mismo), lo cual pone un poco en ridículo las declaraciones formuladas ayer por Snow. Sobre todo, porque siguen de cerca a opiniones bastante duras de Paul Volcker (influyente antecesor de Greenspan en la Reserva Federal) sobre los tres déficit combinados –presupuesto, pagos exterior, comercio- y la extrema vulnerabilidad de la divisa norteamericana.

Existe un factor político nada desdeñable, subrayado por el nombramiento de Condoleezza Rice en lugar de Colin Powell (secretaría de Estado). A saber, que el apretado triunfo electoral y la imposibilidad de otra reelección ayudan a que George W.Bush no pare mientes en bancos centrales ni estrategas financieros de Japón o la Unión Europea, en cuanto a hacer algo con el dólar.

El empecinamiento de Snow, mero replicante de Bush, no tiene en cuenta que, además, el dólar ha marcado mínimas absolutas ante el franco suizo y la esterlina. Si todavía no cede al piso en Tokio (¥ 104,20, 31 de marzo), es sólo porque el Banco de Japón (central) sigue comprando dólares masivamente cada vez que el precio roza ¥ 105.

Es más: según un estudio efectuado por una banca privada holandesa, si hoy existiera el marco alemán, también marcaría récords. De hecho, la inepcia del Banco Central Europea –carece de políticas cambiarias anticíclicas-, la firmeza británica en abandonar la libra y el turbio futuro que afronta la constitución de la UE despiertan un movimiento larvado en Alemania, Italia y Francia, en pro de liquidar la Eurozona y volver a las monedas nacionales o dejar el euro como divisa de cálculo.

“Las cotizaciones internacionales del dólar se mueven ordenadamente”, insiste Snow. “La Casa Blanca ha dejado todo en manos del mercado y éste ha resuelto que la moneda norteamericana es insostenible, aun a los niveles del momento”, afirma un informe de Deutsche Bank Asset Management (Londres). “La demanda de bonos y letras, o sea deuda estadounidense, cede entre inversores e intermediarios de valores alrededor del mundo”, coincide BNP-Paribas (París).

Al cierre del lunes (US$ 1,2933), el dólar ha perdido algo más de 20% desde que Bush está en el gobierno (20 de enero de 2001). Eso en relación con una canasta de divisas. Por el contrario, durante las gestiones de Robert Rubin y Lawrence Summer –secretarios de Hacienda bajo William J.Clinton-, la moneda referencial había ganado casi 24%.

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