Deuda externa: acreedores que rechazan pero, luego, negocian
Se divide un lobby que arma campañas locales de opinión y se diluye el bloqueo pedido por Nicola Stock. Adam Lerrick, José Gurría y Enrique Bollini (del comité global) se reunieron sorpresivamente con Guillermo Nielsen este fin de semana.
7 junio, 2004
En un veloz e inesperado pasaje por Buenos Aires, Lerrick y los otros –vinculados al “global committee of Argentine bondholders” (GCAB)- conversaron con Nielsen y Leonardo Madcur (secretarios de Finanzas y Coordinación técnica). Eso significa que la nueva ronda de conversaciones empezó dos días antes de la fecha prevista (el 7).
En realidad, lo que se inició el lunes es una campaña basada en un presunto pesimismo de Wall Street. Pero el mensaje no pasa de un titular intencionado. Por una parte, el holandés ABN Amro sólo recomienda no lanzarse, ahora, a comprar bonos en cese de pagos y JP Morgan se muestra optimista respecto del futuro económico argentino y calcula la quieta real en 75 a 77%. Por la otra, John Maisto -embajador norteamericano ante la OEA- cree que las negociaciones empiezan bien.
El imprevisto contacto parecía confirmar versiones circulantes en Montevideo y Londres, en cuanto a que los exabruptos del suizo Stock y su adlátere, el alemán Hans Humes, han irritado a los “técnicos” del grupo. Como se sabe, éstos cumplen funciones consultoras y no representan, al menos en igual grado que Stock o Humes, los intereses de los fondos buitres o de ciertos ejecutivos bancarios argentinos (con acceso a dos o tres medios).
Las conversaciones iniciadas por Lerrick –autor, en 1995, de la primera propuesta forma sobre quiebra soberana ante Los 7 en Halifax, Canadá- involucran acreedores alemanes, italianos, japoneses y austríacos. En este caso, los agrupa la Argentine Bonds Restucturing Agency (ABRA).
“Los fondos buitres están nerviosos y actúan no como acreedores, sino como especuladores. Compraron –sostiene Néstor Kirchner- bonos a siete u ocho pesos y, ahora, persiguen el mayor lucro posible”. A criterio de algunos funcionarios políticos, este “lobby” tiene vasos comunicantes –no institucionales, claro- con ciertos columnistas y “gurúes” financieros, hoy enfrentados al gobierno. Inclusive, en el microcentro se mencionan dos ex banqueros, quizá los más influyentes durante los gobiernos de 1989/98 y 1999/2001.
En lo tocante a Stock, se presume que varios miembros del GCAB y el ABC (Argentine Bond Committee) no aprueban su estilo. Entre ellos, bancos japoneses como Mitsubishi o Shinsei y bancas suizas.
En un veloz e inesperado pasaje por Buenos Aires, Lerrick y los otros –vinculados al “global committee of Argentine bondholders” (GCAB)- conversaron con Nielsen y Leonardo Madcur (secretarios de Finanzas y Coordinación técnica). Eso significa que la nueva ronda de conversaciones empezó dos días antes de la fecha prevista (el 7).
En realidad, lo que se inició el lunes es una campaña basada en un presunto pesimismo de Wall Street. Pero el mensaje no pasa de un titular intencionado. Por una parte, el holandés ABN Amro sólo recomienda no lanzarse, ahora, a comprar bonos en cese de pagos y JP Morgan se muestra optimista respecto del futuro económico argentino y calcula la quieta real en 75 a 77%. Por la otra, John Maisto -embajador norteamericano ante la OEA- cree que las negociaciones empiezan bien.
El imprevisto contacto parecía confirmar versiones circulantes en Montevideo y Londres, en cuanto a que los exabruptos del suizo Stock y su adlátere, el alemán Hans Humes, han irritado a los “técnicos” del grupo. Como se sabe, éstos cumplen funciones consultoras y no representan, al menos en igual grado que Stock o Humes, los intereses de los fondos buitres o de ciertos ejecutivos bancarios argentinos (con acceso a dos o tres medios).
Las conversaciones iniciadas por Lerrick –autor, en 1995, de la primera propuesta forma sobre quiebra soberana ante Los 7 en Halifax, Canadá- involucran acreedores alemanes, italianos, japoneses y austríacos. En este caso, los agrupa la Argentine Bonds Restucturing Agency (ABRA).
“Los fondos buitres están nerviosos y actúan no como acreedores, sino como especuladores. Compraron –sostiene Néstor Kirchner- bonos a siete u ocho pesos y, ahora, persiguen el mayor lucro posible”. A criterio de algunos funcionarios políticos, este “lobby” tiene vasos comunicantes –no institucionales, claro- con ciertos columnistas y “gurúes” financieros, hoy enfrentados al gobierno. Inclusive, en el microcentro se mencionan dos ex banqueros, quizá los más influyentes durante los gobiernos de 1989/98 y 1999/2001.
En lo tocante a Stock, se presume que varios miembros del GCAB y el ABC (Argentine Bond Committee) no aprueban su estilo. Entre ellos, bancos japoneses como Mitsubishi o Shinsei y bancas suizas.