Crudos: podrían volver a subir y castigar a Wall Street

Básicamente, inversores, operadores y especuladores bursátiles prefieren combustibles baratos, aunque eso no les guste a los mercados de futuros, la Opep ni las grandes compañías. Algunos creen que la tendencia actual no durará.

14 noviembre, 2006

Esta escuela de pensamiento esgrime dos factores: probabilidades de que la demanda mundial siga creciendo –justamente, por la baja coyuntural de precios- y riesgos de abastecimiento, sobre todo de refinados y derivados. Aun en este momento, los valores no son tan exiguos como parecen.

Pese a que los crudos a término hayan retrocedido más de 25% desde el pico del 14 de julio (US$ 78,40 el barril) a mediados de noviembre (58,70), sólo descienden 2,6% en el curso de 2006 Thomas Boone Pickens, conocido inversor sectorial que maneja BP Capital Management, está persuadido de que ”los precios de crudos vuelven a una curva ascendente, si bien con altibajos”.

Llega más lejos, afirmando que “antes de ver un barril a US$ 50/55, como se ilusionan tantos, lo veremos nuevamente en 70. La razón es simple: los combustibles fósiles se agotan inexorablemente y lo único que está en debate es una cuestión de plazos”. Ahora bien, la última burbuja alcista en algunas bolsas (Wall Street, Londres, Fráncfort, San Pablo, etc.) se funda en la baja petrolera iniciada a fines de julio.

El 26 de octubre y tras notables esfuerzos, el Dow Jones industrial marcó un máximo nominal de 12.163,7 puntos. Después, empezó a contraerse, aunque no mucho. En cuanto a valores de hidrocarburos, habían cedido por aumento de existencias norteamericanas (crudos, gas, derivados),algunos datos macroeconómicos aislados y una idea atribuida a la Reserva Federal: la expansión del producto bruto interno seguirá siendo inferior a 2,5% anual durante tres o cuatro trimestres.

Aun admitiendo ese supuesto, muchos expertos prevén precios petroleros estables hasta el segundo trimestre de 2007. Pero, más allá, las perspectivas dejan de ser claras. Sobre todo, porque los mercados bursátiles y de insumos primarios tal vez estén ya –como cree Pickens. En un punto de inflexión.

Existen tres motivos. Primero, un crecimiento del PBI norteamericano más lento no deja de serlo y, entonces, es factible que la demanda de combustibles fósiles siga aumentando (Washington cree que lo hará en 1,57% el año próximo y estima en US$ 67 el valor mínimo para entonces). Simultáneamente, se espera que –en 2007-las utilidades del sector privado se reduzcan de 14%ahora a 10%.

Segundo, problemas geopolíticos y geológicos amenazan el suministro. Hace poco, la Opep redujo producción por baja de crudos y, este diciembre, es probable que vuelva a hacerlo. Además de guerras civiles en Nigeria e Irak (ésta quizá se acote si hay diálogo con Damasco y Tehrán), ciertas obsesiones de la política exterior norteamericana pueden crean dificultades con Venezuela e Irán, al menos si George W.Bush insiste en retener el timón.

El otro tema es más complejo. Queda por verse, en efecto, si se hallan nuevas reservas de hidrocarburos, para reemplazar yacimientos maduros o en extinción. Máxime combinando esas perspectivas con la irrefrenable demanda de China, India y Vietnam. Eso lleva al tercer asunto: si los combustibles y la energía termoeléctrica derivada se encarecen, actuarán como “impuesto regresivo”, creando un contexto perjudicial para colocaciones accionarias y, vía los propios consumidores afectará a negocios como Wal-Mart, la venta de viviendas y automotores.

Esta escuela de pensamiento esgrime dos factores: probabilidades de que la demanda mundial siga creciendo –justamente, por la baja coyuntural de precios- y riesgos de abastecimiento, sobre todo de refinados y derivados. Aun en este momento, los valores no son tan exiguos como parecen.

Pese a que los crudos a término hayan retrocedido más de 25% desde el pico del 14 de julio (US$ 78,40 el barril) a mediados de noviembre (58,70), sólo descienden 2,6% en el curso de 2006 Thomas Boone Pickens, conocido inversor sectorial que maneja BP Capital Management, está persuadido de que ”los precios de crudos vuelven a una curva ascendente, si bien con altibajos”.

Llega más lejos, afirmando que “antes de ver un barril a US$ 50/55, como se ilusionan tantos, lo veremos nuevamente en 70. La razón es simple: los combustibles fósiles se agotan inexorablemente y lo único que está en debate es una cuestión de plazos”. Ahora bien, la última burbuja alcista en algunas bolsas (Wall Street, Londres, Fráncfort, San Pablo, etc.) se funda en la baja petrolera iniciada a fines de julio.

El 26 de octubre y tras notables esfuerzos, el Dow Jones industrial marcó un máximo nominal de 12.163,7 puntos. Después, empezó a contraerse, aunque no mucho. En cuanto a valores de hidrocarburos, habían cedido por aumento de existencias norteamericanas (crudos, gas, derivados),algunos datos macroeconómicos aislados y una idea atribuida a la Reserva Federal: la expansión del producto bruto interno seguirá siendo inferior a 2,5% anual durante tres o cuatro trimestres.

Aun admitiendo ese supuesto, muchos expertos prevén precios petroleros estables hasta el segundo trimestre de 2007. Pero, más allá, las perspectivas dejan de ser claras. Sobre todo, porque los mercados bursátiles y de insumos primarios tal vez estén ya –como cree Pickens. En un punto de inflexión.

Existen tres motivos. Primero, un crecimiento del PBI norteamericano más lento no deja de serlo y, entonces, es factible que la demanda de combustibles fósiles siga aumentando (Washington cree que lo hará en 1,57% el año próximo y estima en US$ 67 el valor mínimo para entonces). Simultáneamente, se espera que –en 2007-las utilidades del sector privado se reduzcan de 14%ahora a 10%.

Segundo, problemas geopolíticos y geológicos amenazan el suministro. Hace poco, la Opep redujo producción por baja de crudos y, este diciembre, es probable que vuelva a hacerlo. Además de guerras civiles en Nigeria e Irak (ésta quizá se acote si hay diálogo con Damasco y Tehrán), ciertas obsesiones de la política exterior norteamericana pueden crean dificultades con Venezuela e Irán, al menos si George W.Bush insiste en retener el timón.

El otro tema es más complejo. Queda por verse, en efecto, si se hallan nuevas reservas de hidrocarburos, para reemplazar yacimientos maduros o en extinción. Máxime combinando esas perspectivas con la irrefrenable demanda de China, India y Vietnam. Eso lleva al tercer asunto: si los combustibles y la energía termoeléctrica derivada se encarecen, actuarán como “impuesto regresivo”, creando un contexto perjudicial para colocaciones accionarias y, vía los propios consumidores afectará a negocios como Wal-Mart, la venta de viviendas y automotores.

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