Crisis hipotecarias: ¿será posible evitar que se repitan en el futuro?

Instancias ejecutivas y legislativas consideran reformas regulatorias. Por ejemplo, exigirán a las bancas aumentar encajes, normalizar hipotecas titulizadas y forzar a los emisores a compartir pérdidas con sus tomadores si las cosas van mal.

23 junio, 2008

<p>Todo eso suena bien, pero varios expertos de <a href="mailto:Knowledge@Wharton">Knowledge@Wharton</a> advierten que cualquier soluci&oacute;n de largo plazo presupone indagar claramente qu&eacute; ha marchado mal y por qu&eacute;. La persistencia de sorpresas desagradables ayuda a entender ciertos mecanismos. Pero con lentitud.</p><p>La crisis de malas hipotecas se origin&oacute; en una infrecuente mezcla de factores: alza de tasas, desinfle de valores inmobiliarios residenciales y estancamiento de salarios reales norteamericanos. Ninguno fue inesperado, es verdad. Los tipos de inter&eacute;s simplemente fueron volviendo desde 2006, tras el achatamiento iniciado en 2002. Los precios de viviendas dejaron se subir, tras un sexenio de hacerlo a 10% anual.</p><p>&ldquo;Fue un mero retorno a equilibrios financieros m&aacute;s normales&rdquo;, opina el analista Richard Herring, &ldquo;El fen&oacute;meno gener&oacute; una cat&aacute;strofe a ra&iacute;z de los profundos cambios en un negocio inmobiliario que acumulaba riesgo tras riesgo&rdquo;. Hasta 1999/2000, la mayor&iacute;a de hipotecas estaba respaldada por la administraci&oacute;n federal de la vivienda (FHA en ingl&eacute;s) y dos compa&ntilde;&iacute;as paraestatales, Fannie Mae y Freddy Mac. Ambas compraban hipotecas, las empaquetaban y revend&iacute;an a inversores &ndash;en forma de bonos-, que compart&iacute;an derechos al capital (deuda) e intereses de los propietarios residenciales.</p><p>Pero, desde 2001 hasta 2006, &ldquo;el mercado se dio vuelta&rdquo;, apunta Susan Waechter, experta en bienes ra&iacute;ces. &ldquo;Una creciente proporci&oacute;n de hipotecas fue siendo emitida por firmas sin respaldo de Fannie, Freddie ni la FHA. O sea, sin la exigencia de operar s&oacute;lo con deudores solventes. Wall Street se hizo cargo de empaquetar hipotecas y recolocarlas en el mercado&rdquo;. Era una bomba de tiempo que Alan Greenspan se negaba a admitir.</p><p>A la saz&oacute;n, eso equival&iacute;a a una privatizaci&oacute;n de paquetes inexistente hace unos quince a&ntilde;os. El sistema se basaba en t&eacute;cnicas inform&aacute;ticas, curiosamente inventadas por Freddie a mediados de los 90. En esencia, se determinaba si un solicitante de cr&eacute;dito era un riesgo aceptable, teniendo en cuenta c&oacute;mo operaciones similares se hab&iacute;an desempa&ntilde;ado en el pasado.</p><p>Fannie Mae, Fredie Mac y la FHA, por cierto, hab&iacute;an trabajado durante largo tiempo seg&uacute;n pautas para gesti&oacute;n de riesgos que aseguraban una cosa: los prestatarios pod&iacute;an afrontar mensualidades y depositar hasta 20% en efectivo al principio. En teor&iacute;a, los propietarios con obligaciones hipotecarias son menos proclives a la mora o el cese de pagos. Adem&aacute;s, el adelanto en efectivo asegura que el deudor &ndash;o su acreedor en caso de embargo- pueda revender el activo para saldar el pr&eacute;stamo y sus intereses.</p><p>Pero la falta de pautas obligatorias hizo que los nuevos prestamistas entrasen en una carrera por ofrecer condiciones cada vez m&aacute;s seductoras para deudores potenciales. Se compet&iacute;a bajando intereses y, por ende, se deterioraba la calidad de hipotecas que sol&iacute;an llegar a tres por vivienda, mientras de otorgaba cr&eacute;dito a gente de escasa solvencia. Mientras tanto, se ofrec&iacute;an tasas exiguas (a menudo, 3 &oacute; 4% anual) para achicar las mensualidades.<br /></p>

<p>Al cabo de los primeros a&ntilde;os (dos, tres), los pagos se reajustaban a&ntilde;adi&eacute;ndoles un plus preestablecido &ndash;cinco puntos o m&aacute;s-, lo cual llegaba a doblar cada mensualidad. Esta bola de nieve se estrell&oacute; en 2006. Muchos prestamistas dejaban de pedir adelantos en efectivo y no exig&iacute;an pruebas de solvencia. Las &ldquo;opciones crediticias&rdquo; permit&iacute;an a los deudores pagar lo que quisieran, una forma de &ldquo;amortizaci&oacute;n negativa&rdquo; que terminaba con el deudor acumulando pasivos mientras transcurr&iacute;a el tiempo. Por supuesto, en una hipoteca normal, la deuda baja gradualmente.</p>
<p>Esa pr&aacute;ctica potencialmente delet&eacute;rea coincid&iacute;a con aumentos de precios inmobiliarios. Verbigracia, en 2004 las viviendas subieron m&aacute;s de 25% en Californa, Florida y otros estados. En 2005, casi 22% de nuevas hipotecas residenciales en EE.UU. era de baja calidad, cifra que en 2003 no pasaba de 8%. Los precios llegaron al m&aacute;ximo a mediados de 2006 y, despu&eacute;s, empez&oacute; la crisis.</p>
<p>Aunque los crecientes riesgos estaban claro desde 2004 para quienes entend&iacute;an los mecanismos de mercado, los prestamistas inmobiliarios siguieron dando cr&eacute;dito porque ello les redituaba altas comisiones. Poco les preocupaban futuras moras e insolvencias entre deudores: empaquetadas, esas acreencias pasaban riesgos a los inversores. As&iacute; se arm&oacute; la burbuja que hoy sigue desinfl&aacute;ndose. La Reserva Federal ayud&oacute;, tras el colapso puntocom (1999/2000), llevando la tasa b&aacute;sica anual a apenas 1% y el redescuento a 1,5% en junio de 2003. <br />
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