Como marchan las cosas, se teme petróleo a US$ 60 o más

Contra casi todos los pronósticos, marzo abrió con el crudo tejano a centavos del máximo nominal absoluto (US$ 55,67, 25 de octubre). Esto hace temer que 2005 repita lo de 2004. Por eso, Washington juega por un dólar barato.

6 marzo, 2005

La explicación es simple. Los hidrocarburos que importa Estados Unidos se pagan en dólares y una divisa depreciada implica crudos más baratos. Por otra parte, un euro a US$ 1,40 (riesgo que no puede excluirse) generará más inflación en la Unión Europea y trabará su crecimiento. Desde que, a mediados de 2004, el Fondo Monetario y el Banco Mundial revelaron que EE.UU. ya no es la primera economía mundial en términos de PBI -la Unión Europea lo sobrepasa-, los ideólogos del “patriotismo ultraconservador” en torno de George W.Bush se sienten traicionados por la realidad.

Volviendo al crudo tejano occidental (WTO), varios analistas esperan hasta US$ 60 el barril en algún momento del actual semestre. Algunos van bastante más allá y prevén, luego de julio, picos de US$ 75 a 80, que agregarían alrededor de un punto y medio a las proyecciones inflacionarias globales que manejan el FMI y la OCDE.

Sólo si aflojase, y mucho, la demanda de crudos en China, India y EE.UU., podrían evitarse una crisis. ¿Cuál? La que imagina la Organización de Países Exportadores (OPEP), por boca de Adnán Shihab Eddín, secretario general de la entidad. A su juicio, “existen posibilidades de que se suspendan suministros por encima de ciertos niveles”. En ese punto, el cartel –controlado realmente por grandes petroleras privadas- sostiene ser ya incapaz de manipular precios. Eso dice un informe preparado para la reunión ministerial del miércoles 16 en Tehrán.

Hasta ahora, por cierto, los estadígrados de la OPEP, la Agencia Internacional de Energía (su satélite), el FMI, el Banco Mundial y EE.UU. se las compuesto para “dibujar” un impacto moderado de los precios sobre la economía real de las potencias. Ni siquiera el anómalo invierno boreal que azota a América septentrional y Europa occidental causa alarma en los gobiernos.

Sólo Alemania y Japón reconocen que el alza de precios petroleros los perjudica. China e India han comprado el mito de la eterna prosperidad. Parecen suponer que sus PBI, como el norteamericano, son inmunes a ese problema. Por ende, las economías centrales –salvo Alemania- y algunas asiáticas –salvo Japón, que se empapela de dólares para pagar por sus crudos- no hacen casi nada para poner coto al consumo de combustibles fósiles.

Ni siquiera Alan Greenspan, jefe de la Reserva Federal, menciona el tema en sus exposiciones ante las cámaras. En cuanto a Samuel Bodman, secretario de Energìa y “punto” de las petroleras, insiste en que Washington carece de influencia sobre la OPEP. Resulta curioso, dados los nexos entre el gobierno Bush y un negocio que, a su vez, maneja varios hilos en la OPEP. Empezando por la soga saudí.

La explicación es simple. Los hidrocarburos que importa Estados Unidos se pagan en dólares y una divisa depreciada implica crudos más baratos. Por otra parte, un euro a US$ 1,40 (riesgo que no puede excluirse) generará más inflación en la Unión Europea y trabará su crecimiento. Desde que, a mediados de 2004, el Fondo Monetario y el Banco Mundial revelaron que EE.UU. ya no es la primera economía mundial en términos de PBI -la Unión Europea lo sobrepasa-, los ideólogos del “patriotismo ultraconservador” en torno de George W.Bush se sienten traicionados por la realidad.

Volviendo al crudo tejano occidental (WTO), varios analistas esperan hasta US$ 60 el barril en algún momento del actual semestre. Algunos van bastante más allá y prevén, luego de julio, picos de US$ 75 a 80, que agregarían alrededor de un punto y medio a las proyecciones inflacionarias globales que manejan el FMI y la OCDE.

Sólo si aflojase, y mucho, la demanda de crudos en China, India y EE.UU., podrían evitarse una crisis. ¿Cuál? La que imagina la Organización de Países Exportadores (OPEP), por boca de Adnán Shihab Eddín, secretario general de la entidad. A su juicio, “existen posibilidades de que se suspendan suministros por encima de ciertos niveles”. En ese punto, el cartel –controlado realmente por grandes petroleras privadas- sostiene ser ya incapaz de manipular precios. Eso dice un informe preparado para la reunión ministerial del miércoles 16 en Tehrán.

Hasta ahora, por cierto, los estadígrados de la OPEP, la Agencia Internacional de Energía (su satélite), el FMI, el Banco Mundial y EE.UU. se las compuesto para “dibujar” un impacto moderado de los precios sobre la economía real de las potencias. Ni siquiera el anómalo invierno boreal que azota a América septentrional y Europa occidental causa alarma en los gobiernos.

Sólo Alemania y Japón reconocen que el alza de precios petroleros los perjudica. China e India han comprado el mito de la eterna prosperidad. Parecen suponer que sus PBI, como el norteamericano, son inmunes a ese problema. Por ende, las economías centrales –salvo Alemania- y algunas asiáticas –salvo Japón, que se empapela de dólares para pagar por sus crudos- no hacen casi nada para poner coto al consumo de combustibles fósiles.

Ni siquiera Alan Greenspan, jefe de la Reserva Federal, menciona el tema en sus exposiciones ante las cámaras. En cuanto a Samuel Bodman, secretario de Energìa y “punto” de las petroleras, insiste en que Washington carece de influencia sobre la OPEP. Resulta curioso, dados los nexos entre el gobierno Bush y un negocio que, a su vez, maneja varios hilos en la OPEP. Empezando por la soga saudí.

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