Combustibles: seguirán altos, aunque bajen los crudos

La insuficiente capacidad refinadora impide que la baja de insumos se refleje en los precios. En Estados Unidos, eso incide sobre nafta, diesel oil y combustible de aviación. Además, los norteamericanos no sabe usar substitutos más baratos.

25 mayo, 2005

De todos modos, se estima que –este año- la demanda mundial de petróleo aumente en dos millones de barriles diarios. Pero, entretanto, la capacidad de refinación y procesamiento de hidrocarburos crecera a menos de la mitad de ese ritmo.

Por consiguiente, es difícil que nuevos retrocesos de precios de crudos conlleven beneficios para usuarios y consumidores de todo calibre. Ni siquiera eventuales incrementos de producción en la Organización de Países Exportadores (OPEP) modificrán el cuadro. Dicho de otro mod, el descenso de precios no promoverá la economía real como normalmente lo hubiera hecho.

Tras alcanzar el máximo nominal histórico (US$ 58,30 el barril tipo WTI, Nueva York, 4 de abril pasado), las cotizaciones han estado cediendo durante algunas semanas, hasta el repunte actual (de US$ 46,75 a 49,50). Generalmente, las bajas tardan un tiempo en llegar a los productos de consumo final, pero las limitaciones refinadoras podrían demorar ese efecto por meses o años.

En esta conyuntura, hay sobreoferta de crudos pesados –verbigracia, los suaditas-, pero su alto contenido de azufre presenta problemas de procesaminento. El factor ha desatado una guerra de precios por crudos livianos e intermedios, mucho más fáciles y menos costosos de refinar. Por otro lago, muchos países están restringiendo más las emisiones de diesel y nafta, lo cual eleva la demanda de combustibles más limpios (menos contaminantes), que muchas refinerás no pueden entregar. Particularmente en economías subdesarrolladas.

De todos modos, se estima que –este año- la demanda mundial de petróleo aumente en dos millones de barriles diarios. Pero, entretanto, la capacidad de refinación y procesamiento de hidrocarburos crecera a menos de la mitad de ese ritmo.

Por consiguiente, es difícil que nuevos retrocesos de precios de crudos conlleven beneficios para usuarios y consumidores de todo calibre. Ni siquiera eventuales incrementos de producción en la Organización de Países Exportadores (OPEP) modificrán el cuadro. Dicho de otro mod, el descenso de precios no promoverá la economía real como normalmente lo hubiera hecho.

Tras alcanzar el máximo nominal histórico (US$ 58,30 el barril tipo WTI, Nueva York, 4 de abril pasado), las cotizaciones han estado cediendo durante algunas semanas, hasta el repunte actual (de US$ 46,75 a 49,50). Generalmente, las bajas tardan un tiempo en llegar a los productos de consumo final, pero las limitaciones refinadoras podrían demorar ese efecto por meses o años.

En esta conyuntura, hay sobreoferta de crudos pesados –verbigracia, los suaditas-, pero su alto contenido de azufre presenta problemas de procesaminento. El factor ha desatado una guerra de precios por crudos livianos e intermedios, mucho más fáciles y menos costosos de refinar. Por otro lago, muchos países están restringiendo más las emisiones de diesel y nafta, lo cual eleva la demanda de combustibles más limpios (menos contaminantes), que muchas refinerás no pueden entregar. Particularmente en economías subdesarrolladas.

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